Florence Foster Jenkins, con el atuendo habitual que se ponía en sus recitales.

La peor soprano vuelve a la carga

Florence Foster Jenkins debutó a los 76 años en el Carnegie Hall delante de 3.000 personas. Una película francesa de reciente estreno en España recrea su vida y otra americana, con Meryl Streep de protagonista, se estrenará este verano

Isabel Urrutia

Miércoles, 13 de abril 2016, 01:11

«El éxito es aprender a ir de fracaso en fracaso sin desesperarse». Lo decía Churchill, un señor al que le regalaron por la patilla el Nobel de Literatura pero algo es algo tenía frases brillantes. Y esta era una de ellas, con el punto ... justo de arenga que ayuda a seguir desfilando hasta el final. Un lema que muy bien podríamos aplicarnos todos sin necesidad de dramatizar, y no solo la llamada 'peor soprano de la Historia'. Quien más, quien menos, no paramos de darnos cabezazos contra la pared. Lo cual no significa que le quitemos méritos a la buena señora. Se llamaba Florence Foster Jenkins (Pensilvania, 1868-1944) y todas sus grabaciones solo tres, que ya es bastante ponen los pelos de punta. Insuperable.

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Este fenómeno vocal llegó a debutar, con 76 años, en el prestigioso Carnegie Hall de Nueva York, delante de 3.000 personas que aplaudieron a rabiar, lloraron de risa y se marcharon en tropel, como borrachos, haciendo 'eses' y eufóricos. Así lo detallaban las crónicas de 'New York Sun' y 'The New Yorker'. Corría el 25 de octubre de 1944, todavía quedaba un año para el final de la Segunda Guerra Mundial y había necesidad de emociones fuertes. Muy fuertes.

Versión de 'Der Hölle Rache', en interpretación de Florence Foster Jenkins.

En aquella época, la gente disfrutaba lo mismo del cabaret pornográfico que de las sesiones de espiritismo. Sin descartar los espectáculos de esta artista sin precedentes, a medio camino entre lo angelical y lo extraterrestre. Máxime porque habitualmente no se achantaba y salía embutida en un vestido de tul, rematado con una corona de oropel y un par de alas. Todo el mundo imaginaba que sus berridos serían tan efímeros como su fama. Craso error.

No solo Hergé, el creador de Tintín, la inmortalizó como Bianca Castafiore, ya saben, la dama enjoyada y turgente que no para de cantar 'Me río de verme tan bella en este espejo', de la famosísima aria de 'Faust'. Desde hace unas semanas se puede ver en las salas de cine 'Madame Marguerite', de Xavier Giannoli, inspirada muy libremente en su figura; y para este verano está previsto el estreno en España de un 'biopic', rodado por Stephen Frears, para lucimiento de Meryl Streep. Y todavía más llamativo, sus discos han vuelto a venderse y los puristas se tiran de los pelos. ¿Hasta dónde vamos a llegar? Hasta el extremo de un documental protagonizado por la gran mezzo americana Joyce DiDonato, que se muere de ganas de rendir tributo a «la audacia de una mujer que cantaba como si nadie la estuviera escuchando y todos deberíamos tomarla como ejemplo». Palabras de DiDonato.

Tráiler de 'Madame Margarite', inspirada muy libremente en la vida de Florence Foster Jenkins.

Tráiler del 'biopic' con Meryl Streep como protagonista. Se estrenará este verano.

Enferma de sífilis

Nadie pone en duda que era una cantante sin parangón. El mismísimo Enrico Caruso le confesó a Florence Foster Jenkins, tras una larga y parsimoniosa inclinación: «Señora, no he visto ni oído nada igual». Y Lady Florence, como se hacía llamar en los círculos artísticos, se lo tomó como un elogio. Achacaba todas las críticas a la envidia y se comparaba sin ningún rubor con las divas Luisa Tetrazzini y Frieda Hempel. ¿Loca o farsante?

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Muy probablemente la sífilis le pasó factura. Se la contagió su marido a los 20 años y no es descabellado imaginar que terminó afectándole al cerebro. Eso explicaría sus extravagancias, que no se limitaban a los gorgoritos desafinados. Tenía un apartamento en Manhattan abarrotado de sillas donde habían muerto (de causas naturales o no) militares, banqueros y terratenientes. Y para más señas, había colgado un cartelito en el respaldo donde se especificaba año, mes y día del fallecimiento. Pero más grima daba su costumbre de preparar las ensaladas en la bañera, un detalle que curiosamente nunca importaba a sus comensales.

De no ser por los millones que tenía en la cuenta corriente, muy pocos habrían tragado las excentricidades de Lady Florence. Gozaba de mucha fama entre la 'jet set' porque era una filántropa que organizaba fiestas y conciertos en los hoteles Ritz-Carlton y Plaza de Nueva York, lo mismo para ayudar a los huérfanos de la comunidad negra que a las viudas del Ejército. Hasta la baronesa von Hindenburg mujer del presidente de la República de Alemania y la actriz Tallulah Bankhead compartían mesa y mantel con ella.

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Así las cosas, no le costó demasiado trabajo contratar a pianistas que la arroparan en sus recitales. Además de Cosmé McMoon que también le escribía canciones, siempre se ha rumoreado que Edward McArthur, acompañante de la soprano noruega Kirsten Flagstad, también hizo de tripas corazón a cambio de un cheque con muchos ceros. Poderoso señor es Don Dinero.

Florence Foster Jenkins falleció de un infarto, un mes después de su debut en el Carnegie Hall. Algunos piensan que no pudo soportar las malas críticas. Otros, que su corazón no pudo aguantar tanta felicidad. ¿Lo mejor de todo? Que no creó escuela; no tuvo ni discípulos ni continuadores. De momento

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Aria de Adele, de 'El murciélago', de Johann Strauss, con la voz inclasificable de la soprano de Pensilvania.

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