Isabel Urrutia
Jueves, 17 de marzo 2016, 01:06
Que Mario Vargas Llosa sienta debilidad por el eterno femenino lo hace todavía más interesante. Lo mismo admira a Corín Tellado -«escribía 100 páginas en dos días»- que se rinde al magnetismo de Isabel Preysler, «la mujer que organiza mi vida». Tiene buena mano para ... retratar a mujeres pertinaces, indomables y capaces de vampirizar a un hombre hasta la última gota de sangre. Buena prueba es su novela 'Travesuras de la niña mala' (ed. Alfaguara) que no da tregua, página a página, y se devora en un santiamén. Basta con leer en alto sus textos para comprobar que mide su prosodia y cadencias con metrónomo. Carece de buena voz pero sí hace gala -y eso que nunca ha escrito poesía- de un oído portentoso.
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Muy probablemente sería un excelente libretista de ópera. Ganas seguro que no le faltan porque lo lleva en la sangre. Le atraen las candilejas y bambalinas desde sus tiempos de niño criado entre mujeres en Cochabamba. A estas alturas de su vida, ya ha escrito nueve obras de teatro y no le falta arrojo para hacer sus pinitos como actor. Su actuación más reciente -con Aitana Sánchez-Gijón y Pere Casablanc- se pudo ver el año pasado con motivo de la representación de su texto 'Los cuentos de la peste', basado en el 'Decamerón' de Boccaccio, que reivindica el deseo y la libertad sexual. El público que abarrotaba el Teatro Español de Madrid aplaudió a rabiar, a pesar de no ser el habitual de la temporada de teatro en la capital. En el patio de butacas se lucían joyas de Chopard y abrigos de zorro como en un estreno de ópera del Teatro Real. No cabe duda de que el Nobel peruano cotiza muy alto.
Fragmento de 'Los cuentos de la peste', con Vargas Llosa y Aitana Sánchez-Gijón (2015).
La actual pareja de Isabel Preysler siempre ha tenido un aura de 'glamour' y mundanidad poco habitual entre los intelectuales latinoamericanos. Una imagen a medio camino entre la elegancia lustrosa del mexicano Carlos Fuentes -diplomático de formación- y la distancia calculada del chileno José Donoso, muy celoso de su espacio vital. Es un hombre que lo mismo se siente a sus anchas en un mercadillo de artesanía en Buenos Aires que en las primeras filas del Großes Festspielhaus del Festival de Salzburgo. Versátil como pocos. El próximo día 28 cumplirá 80 años -«empeñado en vivir cada día como si fuera el último»- y no sería mala idea que se planteara su primera incursión como libretista. ¿Por qué no?
Filias y fobias
Para el autor del ensayo 'La verdad de las mentiras' (ed. Alfaguara), una defensa a ultranza de la imaginación como fuente de paz y alegría, la ópera sería un campo de juego fantástico. Género excesivo y fantasioso donde los haya, no en vano la gente se mata y muere cantando. O fascina, o repele. No hay término medio. De ahí que los operófilos también suelan pasarse de rosca. Tienen (tenemos) filias y fobias que rayan lo patológico pero afortunadamente son inofensivas.
Me atrevería a meter en el saco de los devotos de la lírica a Vargas Llosa, no hay más que recordar su ditirambo de 2005 tras escuchar a la diva rusa Anna Netreko en el montaje de 'La Traviata' que se ofreció en Salzburgo. «Es una aparición, un fuego fatuo, un mito, una fuerza de la naturaleza de sexo femenino que se agiganta y ocupa todo el espacio teatral cada vez que se descalza o alza su copa o desafía al mundo ()», apuntaba en un artículo al poco de disfrutar de una de las funciones protagonizadas por la bellísima soprano y el tenor mexicano Rolando Villazón. Bien podría ser ella la elegida para encarnar a la mujer de ficción que más ha querido el gran novelista nacido en Arequipa. ¿Intrigados? Emma Bovary siempre ha sido su media naranja de ensueño.
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Magnífica interpretación de Anna Netrebko. 'Addio del passato', de 'La Traviata' (Salzburgo, 2005).
Han transcurridos casi cuatro décadas desde que publicó 'La orgía perpetua' (ed. Alfaguara), el homenaje más brillante y sentido a la criatura de Gustave Flaubert que se haya escrito nunca. Películas hay varias pero ninguna ópera que merezca la pena sobre Madame Bovary, una mujer desquiciada por las novelas románticas, que desprecia a su marido y siente náuseas ante la perspectiva de vivir en un ambiente de provincias. El humilde médico que la adora no es suficiente para ella.
Tráiler de la película 'Madame Bovary', con Mia Wasikowska y Ezra Miller (2015).
Emma Bovary, una joven dominante y caprichosa, no admite la frustración. Siente un deseo tan fuerte por nuevos horizontes y placeres que no toca el suelo. Se quita la vida con arsénico, no sin antes haber buscado la felicidad en una espiral de amoríos, lujo y derroche. Se quema las alas por volar más allá de lo permitido. Poco le importa abandonar a su hija. Las ilusiones y quimeras de la madre no admiten medias tintas. O todo o nada. ¿Qué más se puede pedir? Una materia prima fantástica para un libretista de lujo. Ojalá se anime algún día. La inmensa Anna Netrebko bordaría el papel y nosotros levitaríamos. Un poco más.
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