
Miguel Pérez
Sábado, 10 de octubre 2015, 01:20
Si en la anterior entrega cinematográfica del nunca bien comprendido James Bond, Skyfall, la canción principal corría a cargo de Adele, en la nueva franquicia, a estrenar el próximo mes, la banda sonora girará en torno a su homónimo, Sam Smith, más conocido como el Adele masculino debido a la inmensidad de su rango vocal y a su preferencia por las canciones neosoul muy del gusto de la generación MTV, aptas para ser comprendidas incluso por quienes piensan que Aretha Franklin es el nombre de una tenista. La elección de este jovencísimo cantante británico (nació en 1992) y de un tema hecho más a su medida que el esmoquin de 007, Writings On The Wall, demuestra que mucho ha cambiado en el playlist del espía más cool de la historia desde aquellos años en que Bono componía para sus bandas sonoras. O el mismísimo Louis Armstrong, que interpretó la canción de aquel lejano 007 al servicio de Su Majestad poco antes de su fallecimiento.
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Spectre, que así se titula la nueva entrega del agente, cuenta con el aliciente supremo de haber elegido como partenaire de Daniel Craig a Monica Belluci. A partir de este punto, el resto de la película ya da igual. Dirige de nuevo Sam Mendes, que ha vuelto a elegir como compositor a Thomas Newman, experto y muy digno músico que tan pronto puede tirar de una mandolina como de una gran orquesta. Newman es dueño de una extensa y acreditada carrera en el mundo del cine, donde ha liderado las BSO de producciones con las que ha competido hasta en nueve ocasiones en los Oscar. Como se suele decir, de casta le viene al galgo. Es hijo, hermano y sobrino de algunos de los compositores más famosos de Hollywood y, además, primo del selecto Randy Newman, arreglista, compositor, cantante y pianista al que deben mucho The Everly Brothers, Dusty Springfield o James Taylor, por citar tres ejemplos.
Thomas Newman ha trabajado con Mendes en varias ocasiones. En la propia Skyfall, pero también en producciones como American Beauty, Camino a la perdición o la singular Jarehead. Quizá porque Adele y Skyfall lograron en 2013 el ansiado Oscar y el Grammy (todo hay que decirlo, después de una minuciosa operación de marketing que incluyó su lanzamiento exclusivo en iTunes y luego en una gran cadena de radios para que la pudieran escuchar diez millones de oyentes en un día), Newman ha decidido ahora recurrir a patrones parecidos. Un artista joven reiteradamente comparado con Adele y una producción que, como la de la entrega anterior, contiene todos los mimbres para alumbrar un tema sin riesgos y que a todos gusta, apto para retransmitir constantemente por la radio y cosechar premios políticamente correctos.
Seis representantes
Su intérprete, Sam Smith, aporta una garganta privilegiada (muy pocos pueden recorrer sin problemas el rango vocal como lo hace él) y la popularidad de haber vendido unos diez millones de discos apenas con 23 años. ¿Un milagro? No tanto, si se tiene en cuenta que vivimos en una época donde la industria busca constantemente jóvenes artistas aptos para internet, promueve programas tipo OT o La Voz y apuesta por la neomúsica de ascensor y consulta de dentista. Smith comenzó desde muy niño aprendiendo en reputadas escuelas de música y coros infantiles. Su madre era una prestigiosa broker de Londres. A los 12 años tenía ya seis representantes y a los 16 fue telonero de Adele.
La misma Adele que más tarde haría circular insistentemente los temas del joven Smith por Twitter. Mal pensado el que crea que todo esto desprende un tufillo a marketing y no se dé cuenta de que se trata simplemente de una afortunada cadena de casualidades de la vida. Aunque, cierto, hasta a Joselito le fue más duro el camino a la fama.
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El caso es que, si se mira bien, con esta elección la saga 007 parece haberse olvidado por completo de sus orígenes para situarse al abrigo de la corrección tipo MTV. Su última banda sonora no tiene nada que ver con aquellas fuertemente creativas que firmaron Tom Jones, Shirley Bassey y Louis Armstrong (bajo la dirección de John Barry, ahí es nada) en los albores de una saga por la que, demostrando una indudable capacidad de adaptación a los tiempos, también han pasado Sheryl Crown, Carly Simon, Paul McCartney y los Wings o Tina Turner interpretando la contundente pieza central de Golden Eye compuesta por Bono y The Edge. Desde El mundo no es suficiente, de 1999 y con Pierce Brosnan como protagonista, la música de 007 ha variado de rumbo con la brújula puesta en el siglo XXI y dando cabida a músicos como Shirley Manson, Chris Cornell (Casino Royale) o la propia Adele.
Cierto que la franquicia siempre ha sabido cuándo mirar hacia la comercialidad más descarnada -Duran Duran y Madonna figuran en su historia-, pero sin olvidar la regla fundamental: aunque la diva del pop fuera la protagonista, la canción siempre debía encajar como un guante en la línea argumental de la película. Hoy, a diferencia de entonces, encaja mejor con el cóctel Vesper, el preferido de 007.
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