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Carlos Benito
Viernes, 9 de octubre 2015, 02:16
Hace 35 años, cuando John Lennon estaba a punto de cumplir los 40, su buen amigo Elton John le envió una tarjeta de felicitación que seguramente no le hizo mucha gracia. Elton había visitado al 'exbeatle' en su domicilio del edificio Dakota, en Nueva York, ... y se había quedado atónito al comprobar la adicción a las compras de Yoko Ono, que disponía de un cuarto refrigerado para guardar sus abrigos de piel y tenía varias habitaciones abarrotadas de expositores de ropa. «Hace que lo mío parezca ridículo. Yo compro de tres en tres y de cuatro en cuatro, pero ella compra de cincuenta en cincuenta», se espantó. Así que, en una arriesgada combinación de confianza y mala idea, felicitó a Lennon con unos versos nuevos para su inmortal 'Imagine', la de «imagínate que no hubiese posesiones». Decían así: «Imagínate seis apartamentos, / no es difícil hacerlo, / uno está lleno de abrigos de piel, / otro está lleno de zapatos».
Dos meses después, a John Lennon lo mataron a tiros en la puerta misma del Dakota. Pero, pese al tiempo transcurrido y a aquellas contradicciones que tanto chocaban a Elton John y a muchos otros, su mito sigue fuerte y vigoroso hoy que se cumplen los 75 años de su nacimiento. No hay más que ver las subastas programadas para los próximos meses: se podrá pujar por dos guitarras suyas, una acústica Gibson y una eléctrica Rickenbacker, y se espera obtener en torno a 600.000 euros por cada una. Tal vez no sea tanto si tenemos en cuenta que, en su día, se pagaron 30.000 euros por una de sus muelas (se la había regalado a una sirvienta como recuerdo) y 12.000 por un viejo váter de porcelana (lo guardó en un cobertizo el obrero que le hizo la reforma). Pero el dinero no es lo más significativo. El mes pasado, durante la visita del Papa a Naciones Unidas, una Shakira vestida de blanco cantó 'Imagine' ante la Asamblea General, con una dedicatoria previa para Aylan y Galip, los dos niños sirios que simbolizan el drama de los refugiados. La canción se ha convertido en algo así como el himno global de los buenos sentimientos, el idealismo, el pacifismo, la rebeldía ante la injusticia, la vida bien entendida, y esos son también los valores que se suelen identificar con su creador.
«Lennon fue algo más que un cantante y autor de canciones: criticó el colonialismo del Reino Unido y devolvió la medalla de la Orden del Imperio Británico; se manifestó en defensa de los trabajadores y las mujeres que exigían sus derechos; apoyó a los líderes que luchaban contra el racismo en Estados Unidos; llamó la atención de todo el mundo con sus declaraciones contra las guerras e imaginó un mundo mejor», enumera el periodista musical Jesús Ordovás, que el año pasado publicó en Sílex Ediciones una biografía del artista. Tras la separación de los Beatles, Lennon supo reinventarse en un personaje que excedía el limitado molde tradicional del roquero, y su muerte dramática consolidó y agigantó para siempre esa imagen. «Todas las estrellas de la música que nos abandonan de forma no natural adoptan ese halo de misterio y ascienden a la condición de héroe o mito», resume Manel Solsona, que lleva veinticinco años encarnando a Lennon en Abbey Road, la banda barcelonesa reconocida como el mejor tributo a los Beatles fuera del mundo anglosajón.
Mito, mártir, supergenio
El propio Paul McCartney se sorprendió ante el impacto que tuvo el asesinato en la consideración popular de su excompañero. Es una cuestión delicada que ha analizado este pasado verano en una entrevista con 'Esquire': «Los Beatles nos separamos y todos éramos más o menos iguales. George hizo su disco, John hizo el suyo, yo hice el mío, Ringo hizo el suyo. Era como en tiempos de los Beatles, éramos iguales. Cuando dispararon a John, más allá del puro horror del hecho, la impresión que quedó fue la de que John era un mártir, un JFK. Y la gente empezó a decir: 'Bueno, los Beatles eran él'». No fue el único asombrado por el «revisionismo» al que se sometía la figura del músico muerto. El escritor Ray Connolly, un amigo de Lennon que iba a entrevistarle el día que lo mataron, ha admitido que dejó de reconocerlo en su imagen pública: «Empezó algo nuevo. Era la noción de John Lennon el mito, Lennon el mártir, Lennon el supergenio, Lennon el verdadero talento de los Beatles, Lennon el hombre que adivinaba la intención de todo, Lennon el artista de vanguardia y Lennon el tipo amable y amante de la paz que rezaba por el mundo», enumera, cuando el tipo que él conoció tenía una «personalidad compleja» que le había llevado a tratar muy mal (o, mejor dicho, maltratar) a su primera mujer y su hijo Julian, y a entregar dinero a causas insensatas.
Esa santificación del artista difunto tiene bastante que ver con el shock que provocaron, hace tres semanas, unas imágenes recuperadas por el Channel 4 británico: en un concierto de los Beatles, se ve cómo Lennon finge tener dificultades para controlar la boca y las extremidades, en una imitación que se pretende humorística de una persona con discapacidad. Eran los años 60, cuando las bromas de este tipo no estaban mal vistas, y en su momento no llamaban especialmente la atención en un tipo tan sarcástico y travieso como el joven Lennon, pero plantean un encaje más difícil con el posterior icono de la hermandad universal. En un libro recién editado, el historiador Dominic Sandbrook ha recopilado -con cierta inquina, todo sea dicho- rasgos del músico que discrepan de su leyenda buenista y desinteresada: sus burlas de judíos y homosexuales, el hecho de que a los 25 años acumulase ya un Rolls-Royce y un Ferrari, su pasividad política en la escuela de arte o su intento de atribuirse unos orígenes humildes que no tuvo. «Fue un sumo sacerdote del culto a sí mismo», resume Sandbrook, que considera sintomático que 'Imagine' se grabase en la espléndida mansión de estilo georgiano que John y Yoko habían comprado a Peter Cadbury, el heredero del imperio chocolatero. Pagaron el equivalente a tres millones y medio de euros actuales.
Manel Solsona, el 'Lennon de Abbey Road', tiene una idea clara sobre la personalidad de su referente: «Yo diría que una niñez difícil y complicada en el ámbito familiar, con carencias emocionales, lo convirtió en un rebelde. Esto lo mostraba de forma violenta con constantes peleas y disputas callejeras. A pesar del aura de pacifista que le envolvió en los años posteriores a los Beatles, en mi opinión nunca dejó de ser aquel 'hooligan' de su juventud en Liverpool». Muchos creen que, si le hubiesen dejado envejecer, su reputación de patriarca barbudo se habría acabado ajando, de manera que el Lennon de 75 años tendría un estatus humano, imperfecto, similar al de su compañero Paul. Incluso hay ejercicios de ucronía como el firmado por el periodista David Kamp, en el que Lennon sobrevive al atentado, se divorcia de Yoko Ono, pide el voto para Reagan, se junta con los Beatles para los conciertos de Band Aid y graba con ellos un disco de reunión, en el que incluyen una nueva versión de 'A Day in the Life' centrada en el sida. Pero también hay quienes, como Jesús Ordovás, están convencidos de que la preponderancia de Lennon no se ha debido exclusivamente a su temprano y terrible final: «Si estuviera vivo hoy, seguramente sería mucho más popular que Paul y Ringo. Tanto él como Yoko siempre estaban ideando todo tipo de formas para llamar la atención de los medios».
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