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César Coca
Martes, 25 de agosto 2015, 00:48
El complot que el 20 de julio de 1944 trató de acabar con Hitler y que podía haber librado de la muerte a unos diez millones de personas -son los que fallecieron entre esa fecha y el fin de la guerra- tuvo entre sus protagonistas ... secundarios a un abogado que, al margen de esa participación, tiene un lugar en la Historia de la Música. Se llamaba Hans von Dohnányi y el Estado de Israel lo ha elegido como uno de los Justos entre las Naciones.
¿Por qué? Hans von Dohnányi (1902-1945) conoció a muchos altos cargos del nazismo antes incluso de su llegada al poder. En el ejercicio de su profesión, von Dohnányi tuvo que entrevistarse con Hitler, Göring, Goebbels, Himmler y otros. Muy pronto se dio cuenta de hacia dónde caminaba el país -y el mundo- con aquellos dirigentes. En fecha tan temprana como 1934, a raíz de la 'noche de los cuchillos largos', comenzó a trabajar en la oposición clandestina al nuevo régimen surgido en Alemania. Por aquel entonces, aún muchos ingenuos, incluidos numerosos líderes de comunidades judías, pensaban que los nazis no suponían una verdadera amenaza.
Tres años después fue enviado a Leipzig para alejarlo de los centros de decisión. A partir de ese momento, su presencia en operaciones de salvamento de judíos o contra los nazis es continua: él fue quien organizó la evasión a Suiza de algunos abogados y uno de los promotores de un atentado contra Hitler en 1943. Fue enviado a la cárcel primero y a un campo de concentración más tarde, acusado de un delito monetario, y allí siguió colaborando con la oposición, cada vez más débil y desesperada. Cuando fracasó la 'Operación Valkiria', su participación en aquel complot salió a la luz y fue ejecutado el 9 de abril de 1945, apenas cuatro semanas antes de la caída de Berlín.
Hasta aquí, la relación de Hans von Dohnányi con la música es inexistente. En realidad, para encontrarla es preciso caminar hacia arriba y hacia abajo en su árbol genealógico. Si se mira a la parte superior, quien aparece es su padre: Ernö Dohnányi o Ernst von Dohnányi, que de ambas formas firmaba sus trabajos. Un músico nacido en Bratislava (entonces formaba parte del Imperio Austro-Húngaro), en 1877, conservador en sus ideas artísticas, pianista destacado y autor de una obra muy influida por la de Brahms, que parece escrita más en el siglo XIX que en el XX. Sin embargo, su apego a la tradición no le impidió ayudar a la difusión de partituras de compositores mucho más modernos que él, como Bartók y Kodaly.
En los primeros años cuarenta, Dohnányi padre abandonó todos sus cargos oficiales, tanto en orquestas como en centros académicos de Hungría, donde estaba instalado, por su disconformidad con el III Reich. De forma discreta trabajó también para salvar la vida a numerosos judíos. Una tarea que tiene sus relevancia si se piensa que el país del que procedían más prisioneros de entre los contingentes enviados a Auschwitz fue precisamente Hungría.
Poco después de acabar la guerra, con el corazón roto aún por el asesinato de uno de sus hijos y la muerte en el campo de batalla del otro, el veterano compositor tuvo que enfrentarse a la acusación de ser amigo de los fascistas, formulada por el nuevo Gobierno comunista de Budapest. Respondió como pudo y abandonó el país para no regresar jamás. Se instaló primero en Argentina y más tarde en Florida. Murió en Nueva York, adonde había viajado para grabar unos discos. Corría el año 1960.
Para entonces, su nieto Christoph von Dohnányi (Berlín, 1929), hijo de Hans, tenía ya 31 años. Hijo y sobrino de importantes miembros de la resistencia antinazi, salió muy joven de Alemania y se formó durante años en EE UU. Su abuelo fue uno de sus maestros durante su larga residencia en aquel país. Luego ha dirigido orquestas a uno y otro lado del Atlántico. Los momentos álgidos de la carrera de este Dohnányi, que está a punto de cumplir 86 años, son su larga estancia como director de la Orquesta de Cleveland y su titularidad en las óperas de Fráncfort y Hamburgo. Ha sido un buen director, pero sin alcanzar el nivel de los más grandes de su tiempo. Es decir, lo mismo que su abuelo: un buen compositor sin el brillo de otros muchos colegas.
Sin embargo, los tres Dohnányi están en la Historia, aunque sea por motivos bien diferentes.
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