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Jueves, 2 de marzo 2017, 10:55
El actor y director Bill Paxton, que falleció el sábado a los 61 años, era conocido en gran medida por los pápeles interpretados para James Cameron por primera vez en Terminator (1984). Desde entonces, rodaron un total de cuatro filmes juntos (entre ellos, Aliens, el ... regreso y Titanic), manteniendo además una buena relación personal. De ahí que Cameron haya llorado a su colaborador y amigo en este artículo para The Hollywood Reporter:
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Mientras escribo esto, estoy mirando una cabeza de piedra de 300 kilos de Baco, el dios de la fiesta. Bill Paxton hizo que me la enviaran a casa, un día. La encontró en un hotel que estaba siendo demolido en Nueva York, y se le ocurrió que su amigo Cameron necesitaba una cabeza de piedra de 300 kilos. Lleva en mi sala de estar desde hace 15 años. Bill era esa clase de tío: absolutamente original. Se tomaba la vida sin descanso y con el entusiasmo de un niño: para la gente, para las historias, para el arte. Compartimos muchas aventuras: navegando, haciendo submarinismo rodeados de tiburones e incluso sumergiéndonos juntos en un submarino ruso de investigación, para llegar hasta los restos del Titanic y explorarlos juntos.
Atesoro el trabajo que hicimos juntos: Bill dio vida a muchos personajes inolvidables en mis películas. Trabajar con él era una delicia, y todos los días traía un surtido de ideas al plató. Le recordamos por su poderosa presencia en la pantalla, pero también es importante recordar que era un director de cine muy talentoso. Entendía a fondo cada parte del proceso creativo, y tenía un respeto especial por los artistas y los diseñadores de producción.
Era un apasionado coleccionista de arte, de gran cultura y muy leído, con una aguda curiosidad intelectual. Sus personajes cómicos eran las máscaras de un hombre serio, reflexivo y cariñoso. Aún sigo tratando de aceptar que se ha ido. Que semejante fuerza de la naturaleza pudiera desaparecer del mundo cuando estaba en su plenitud, es difícil de creer. Ha dejado un vacío en mi vida que jamás podré llenar. Lloro por el trabajo que nunca haremos juntos, y por las risas que nunca compartiremos. Pero agradezco y celebro el tiempo, el trabajo y las aventuras que vivimos.
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