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Oskar Belategui
Sábado, 17 de septiembre 2016, 13:04
La generación que crecimos con las últimas salas de barrio y los primeros videoclubes descubrimos a Ethan Hawke en 'Exploradores'. Después nos lo volvimos a encontrar en 'El club de los poetas muertos', donde era uno los alumnos de un colegio pijo que despertaba a ... la vida gracias a un inolvidable profesor encarnado por Robin Williams, capitán, oh, mi capitán. Ya en los 90, Hawke se disfrazó de 'grunge' en 'Bocados de realidad' pero no nos engañó: seguía siendo el guaperas sensible y vulnerable que le ha tocado en suerte en casi todos sus papeles. Tuvo que venir Richard Linklater -tejano como él- y darle el personaje de su vida en la trilogía iniciada por 'Antes de amanecer', el americano prendado de una francesita en una crónica sentimental que ya forma parte de la historia del cine.
A sus 45 años, Ethan Hawke es uno de los actores más jóvenes en recibir el Premio Donostia. Un intelectual, como le define el director del certamen, José Luis Rebordinos. Vive en Nueva York, ha estado cuatro veces nominado al Oscar, publicado un par de novelas y dirigido películas y obras en Broadway. Un tipo envidiable, sobre todo porque estuvo casado con Uma Thurman, con quien tiene dos hijos (y otros dos con su actual esposa, la actriz Ryan Shawhughes-Hawke). Para colmo, en San Sebastián ha enamorado a todo el mundo con su simpatía y disponibilidad. Llegó al María Cristina en mitad de un aguacero pero no le importó calarse para firmar autógrafos y hacerse selfies con los fans.
El actor también se mostró generoso con los periodistas e hilvanó un discurso sincero y elaborado, nada habitual en las estrellas que acostumbran a despachar las entrevistas con lugares comunes. Hawke sigue en su carrera la máxima de Clint Eastwood: «Haz una película para el estudio y otra para ti». «Si no haces ganar dinero a los estudios no puedes jugar en este negocio», reflexiona. «Nosotros pudimos hacer la secuela de 'Antes de amanecer' gracias a lo bien que había ido 'Día de entrenamiento', así de fácil. También te digo que prefiero una buena peli de género hecha con corazón que una pretenciosidad de arte y ensayo».
Debutar siendo un adolescente con Exploradores le enseñó mucho. «Fue una peli que costó 30 millones de dólares y que creían que iba a ser un éxito. Y a nadie le gustó, un desastre que aguantó un fin de semana en la cartelera». Una gran lección para un chaval de 13 años que debutaba en el cine. «Quedé tocado y no regresé a la actuación en unos años. Aprendí que si no puedes manejar el fracaso, no podrás asimilar el éxito. Y ahora resulta que quieren hacer un remake de Exploradores Bah, si vives lo suficiente a la gente le gustará cualquier cosa».
Además de recoger el Donostia, Ethan Hawke presenta en el festival 'Los siete magníficos', remake del clásico de John Sturges de 1960 que se estrena la semana que viene. Antoine Fuqua inunda de violencia tarantiniana un western innecesario que reemplaza a mitos como Yul Brynner, James Coburn o Steve McQueen por actores al servicio de la corrección política. Así, junto a un negro, un latino, un asiático o un indio encontramos a Hawke en el papel de un estafador fumador de opio. El actor despacha con elegancia las críticas a la cinta. «Ya sabes que va a haber comparaciones con el original, igual que si haces Hamlet. Lo gracioso es que Los siete magníficos tuvo unas críticas horribles en 1960, solo el paso del tiempo ha hecho que el público tenga una relación especial con ella. El título de esta nueva versión no deja de ser una tapadera, un paraguas para hacer la película que queríamos y que el estudio nos dejara en paz».
Hawke a lo mejor no es tan conocido como otras estrellas, pero el año pasado nadie le hizo sombra en materia de finanzas. Según la revista 'People with Money', el protagonista de 'Boyhood' fue el actor que más ganó en el último año: 75 millones de dólares. La cifra no obedece tanto a su caché (a veces renuncia a él a cambio de una participación en los beneficios de taquilla), sino a su olfato empresarial. Hace publicidad, ha invertido con inteligencia en fondos y empresas, posee la cadena de restaurantes Fat Hawke Burger en Washington, da nombre a un vodka y a uno de los perfumes más vendidos en EE UU, With Love From Ethan, tiene una línea de ropa y hasta es propietario de un equipo de fútbol americano, los Austin Angels.
La tranquilidad de tener el bolsillo bien cubierto ayudará a buen seguro a que de vez en cuando arriesgue en sus elecciones. «Llevo treinta años actuando y me pregunto qué aspecto tendré en los próximos treinta», se interroga. «Quiero dirigir más, aunque actuar cada vez me resulta más interesante. Recuerdo que cuando hice El club de los poetas muertos me mandaron a Japón de promoción. No tenía nada que contar, solo lo divertido que había sido trabajar con Robin Williams. Sí, me encantaría regresar a San Sebastián con una película bajo el brazo como director».
A Hawke le gustan los festivales de cine, «porque ni no existieran, el único criterio para valorar una película sería lo que ha recaudado». También sigue las enseñanzas de Brando, que necesitaba «casarse espiritualmente» con los directores con los que trabajaba. Tan pronto se pone a las órdenes de Sidney Lumet («dirigió a Brando, imagínate tocar ese linaje»), como de Alejandro Amenábar. «Así mantengo vivas mi imaginación y mi curiosidad». Su objetivo vital: «Hacer un trabajo artístico que tenga significado, ya sean películas o libros, algo que forme parte de nuestra conciencia y favorezca el diálogo. Nunca he querido ser profesional, solo abordar mi trabajo con amor».
Su ejemplo a seguir es Denzel Washington, con quien ha coincidido en 'Día de entrenamiento' y 'Los siete magníficos'. «Es una leyenda, un ejemplo de lo que se puede conseguir en este negocio». Y además de los maestros, también aprende de su hija de dieciocho años, que quiere ser actriz. «El mentor aprende mucho del aprendiz, veo el entusiasmo a través de sus ojos». Preguntado si a Donald Trump le gustará 'Los siete magníficos', donde unos fuera de la ley salvan a los habitantes de un pueblo, Ethan Hawke demuestra su inteligencia. «Le gustaría sí, pero no entendería que va de un grupo de personas que se junta para luchar contra alguien como él». La violencia en pantalla no le molesta, a diferencia de la que asola su país. «En EE UU tenemos tantas leyes a favor de las armas Hay que quitar las pistolas de las manos de los locos y los niños, pero eso solo lo pueden hacer las políticas. Tampoco íbamos a hacer una peli del Oeste y que los protagonistas se dieran la mano».
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