Oskar Belategui
Sábado, 23 de abril 2016, 02:27
En junio, este coruñés entrará en la treintena convertido en el actor más solicitado del cine español, el único que parece en posesión de asegurar el éxito en taquilla. Tras Mi gran noche y Palmeras en la nieve, Mario Casas inauguró ayer el Festival de ... Málaga con Toro, un thriller donde se mide nada menos que con Luis Tosar y José Sacristán. El filme de Kike Maíllo, ya en los cines, transforma a su protagonista en un hampón en busca de redención, un noble obligado a sacar a la bestia que lleva dentro en una Costa del Sol símbolo de una España decrépita y corrupta.
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En Toro, sostiene Kike Maíllo, una España nueva tiene que matar a una antigua, que ya está en trance de desaparición.
Sí. A las nuevas generaciones nos va a tocar cambiar el mundo, lo único que nos queda es aportar pureza a este país. Nada mejor para eso que mostrar los escenarios decadentes y kitsch en los que transcurre la película, como Torremolinos, que en verano es lo más y en invierno no hay nadie. Un mundo aparte que Kike ha fotografiado maravillosamente. Cuando empecé a rodarla, el director no me había hablado de todo eso. Toro en Madrid hubiera sido muy distinta.
Creo que tuvieron que refrenarle a la hora de dotar de violencia al personaje.
Sí. Rodamos cosas que se han quitado en el montaje final, como cabezas sumergidas en freidoras. Soy fan de Old Boy y de una serie de películas que rezuman violencia. Toro es una cinta de acción pero está contando algo. Mi personaje es un tipo noble pero tiene una bestia dentro. Cada vez que sale, embiste, mata. Yo intentaba ser más violento todavía. Los dos meses previos al rodaje me machaqué en el gimnasio, cuando llegué el director se asustó de lo hinchado que estaba. Ese aspecto tan animal no casaba en una película tan estilizada.
¿Hay un placer como actor en repartir mamporros y conducir un coche a toda pastilla?
Claro. Te desahogas. Al final, uno tiene que buscar como actor de dónde salen los sentimientos de tus personajes. La violencia, el estrés, la lucha están siempre dentro del ser humano. Normalmente lo escondemos, porque no puedes ir pegándote por ahí. Así que cuando te dan la oportunidad de buscar dentro de ti y sacarlo fuera, lo haces encantado. Y conducir como quieras un BMW por las playas de Málaga con Luis Tosar sentado a tu lado es muy entretenido, ja, ja.
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¿Qué relación guarda con la liturgia religiosa, las cofradías y todo eso, el mundo al que pertenece el villano encarnado por José Sacristán?
Mi pensamiento y mi manera de ver la vida van por otro sitio. Pero me parece muy interesante cómo se mezcla en Toro ese olimpo con el infierno que es el personaje de José Sacristán. Crea una ambigüedad moral y una sensación de terror extrañísima.
¿Se sintió intimidado entre Tosar y Sacristán?
Todavía sigo sintiéndolo. ¿Quién más hay en este país después de ellos? Son dos actores referentes en sus respectivas generaciones. Ponerte delante de Sacristán, con esa voz y esa mirada que no te la quita... Es un tío que te exige. Y Luis Tosar elige mejor que nadie sus papeles y llena de energía los rodajes, es un espejo en el que mirarse. Después estás con ellos en las entrevistas, en la radio, y te das cuenta de que son gente muy inteligente, que ha hecho muchísimas películas y ha vivido mucho. Imponen.
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Curiosamente, Sacristán ha estado muchos años sin que el cine español se acordara de él. ¿Usted tiene ese miedo?
Bastante. Siempre pasa cuando te despides de un personaje y te vas a casa después de un rodaje. Ahora he terminado El bar con Álex de la Iglesia. Acabo esta promoción y no tengo nada. Y llega el vértigo. Va acompañado de esa sensación de que, bueno, te toca descansar, pero también de miedo. Los actores que tenemos la oportunidad de trabajar estamos enganchados, es una droga física y emocional. Necesitamos estar trabajando constantemente para seguir aprendiendo. Tengo miedo de hacer, por lo que sea, dos o tres pelis que no vea nadie. O de que mi tiempo haya pasado en esta industria y le toque a otros.
¿También sufre el miedo a saturar, a estar en todas partes?
Sí. Yo soy actor pero también espectador. Voy al cine y a veces te saturas. Ahora me pasa con las películas de superhéroes de la Marvel, donde todo el rato están los mismos actores. La ley de Murphy también hace que ruedes tres películas en dos años y se estrenen el mismo mes.
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El éxito de Dicaprio
¿Qué tipo de actor quiere ser?
Yo no puedo analizar mi carrera, no puedo verme desde fuera. A mí me gusta mucho, por ejemplo, Tom Hardy, es un referente. Ojalá me sigan dando la oportunidad de hacer personajes distintos. Ahí estará mi madurez como actor y como persona, las cosas buenas y las cosas malas. Creo que puedo aportar cosas distintas.
Usted es de los pocos actores capaz de llevar gente a los cines.
Al final son las películas. Mira Palmeras en la nieve: ha tenido una promoción bestial, ha funcionado el boca oreja... No creo que la gente haya ido porque está Mario. Que una película funcione o no depende de un conjunto de cosas. Yo he hecho alguna que no funcionó. Toro lo tiene todo para ir bien, pero vamos a ver. Se da por hecho algo que no ha pasado. Si tuviéramos la clave del éxito, estaríamos hablando de otro cine español.
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¿Hay algún actor entonces que asegure siempre la taquilla?
DiCaprio. Haga lo que haga triunfa, tiene algo que llama, desde siempre. Claro que también le llegan los mejores proyectos.
¿A qué tiene que renunciar por su popularidad?
¿Renunciar? Dirás mejor cambiar la vida. Te levantas un día y tomas una serie de decisiones, como quedarte mucho más tiempo en casa y dejar de ir a los sitios a los que ibas tranquilamente con tus amigos. En vez de ir al cine a las seis de la tarde vas a la sesión golfa y a versión original, que hay menos gente. Y de vacaciones te marchas fuera.
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Ya no puede observar ni poner la oreja en un bar, algo vital para un actor.
No. Tengo que vivir. Ha pasado algo, hemos dado un salto extraño sobre el que suelo hablar con los míos. ¿Hacia dónde vamos con todo esto de los móviles y las redes sociales? Yo me hago encantado una foto o doscientas. Pero es que estás cenando y te están grabando sin permiso subiéndote a una red social. Me da miedo. No puedo entender en qué momento vamos a parar. Ahora estamos con el Snapchat y el Periscope, ¡ven que estamos en directo! La verdad, no sé por qué leches estoy en las redes sociales.
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