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Arantza Furundarena
Jueves, 4 de mayo 2017, 01:12
La nueva bestia negra de Albert Boadella son los progres de su gremio. El buenismo le revienta. Peor aún, le aterroriza. «La gente que va de buena y de solidaria es la que peores putadas me ha hecho».
Cuatro décadas después de 'La Torna', ... Boadella sigue sobre un escenario. Pero ahora, con púlpito. «Todos nos volvemos un poco predicadores con la edad», reconoce. A sus 73 años, más libre y malicioso que nunca, el actor y dramaturgo catalán representa en el teatro Marquina de Madrid 'El sermón del bufón'.
¿No es impropio de un bufón dar sermones?
El teatro siempre es un sermón. Uno de sus objetivos es moralizador. Bufón es el nombre que me puso la tribu catalana para insultarme, por eso lo uso. Para dignificarlo.
Un bufón que se sube a un púlpito.
Convertirse en predicador es normal en cualquiera de cierta edad. Es lo mismo que la castidad. Con los años uno va siendo cada vez más casto. Obligadamente, je, je...
Se le ve a gusto predicando.
Me recuerdo a mí mismo a los curas que venían de hacer las misiones cuando yo era joven. Tenían una labia extraordinaria. Quieras o no, somos del mismo gremio. Lo que pasa es que ellos se dedican más bien a la fantasía y nosotros, a la realidad.
¿Cómo ve el Boadella rompedor de entonces a este de ahora?
El Boadella de hoy es mucho más rompedor porque dice lo que le da la gana y no tiene nada que perder, cosa que no sucedía a mis treinta años. A esa edad yo estaba vinculado a la corriente progre pero ahora voy por libre, al margen de que se me enfaden amigos, enemigos o instituciones.
¿Fue un niño puñetero o es peor de mayor?
Fui un niño tirando a salvaje: sometía a mi gato a experimentos terribles con descargas eléctricas.
Y luego esa refinada crueldad la usó con Jordi Pujol.
Yo creo que con Pujol, visto el resultado, fui un ángel. Ahora el hijo ha ido a la cárcel, pero las mayores responsabilidades debería asumirlas el padre que además de sus turbias maniobras económicas ha sido el máximo responsable de la deriva moral y política de Cataluña.
Uy, me parece que a usted le va a tocar sufrir, como diría Lluís Llach...
Cada día conocemos una nueva patochada del nacionalismo. Ahora el inefable cantautor de la libertad y la paz se nos ha convertido en comisario soviético dispuesto a las purgas. Solo le diré una cosa: los más burros de mi familia son independentistas.
¿Y se habla con ellos?
Poco. Me río de ellos. Y ellos supongo que me odiarán.
Volviendo a su infancia...
Tengo un aspecto muy juguetón que he conservado: me gusta jugar con la vida. Pero hay otro que se ha ido haciendo con los años. Yo le llamo el Boadella. El Boadella es más trascendente, incluso desde el punto de vista de las creencias. No es ni un ateo. Tiene ciertas esperanzas sobre cosas desconocidas.
¿Será que ha terminado creyéndose las fantasías de aquellos curas?
Bueno, es que el arte siempre religioso. Invoca a los individuos a una idea trascendente, impalpable.
Vamos, que en lugar de aplicarle el IVA habría que ponerle una casilla en la declaración de la renta.
Eso sería un inconveniente. No soy muy amigo de las intervenciones políticas en el arte.
Sin embargo, ha dirigido los Teatros del Canal, que son públicos.
He dirigido un teatro público, sin duda. Y lo he hecho muy a gusto, con una libertad absoluta, pensando en los contribuyentes. Lo dirigí con una mirada casi privada.
Y ahora esos teatros están bajo sospecha por la 'Operación Lezo'...
No me sorprende. He conocido y padecido muchos inconvenientes derivados de su mala construcción.
¿Su amiga Esperanza Aguirre le ha salido rana?
Le sigo teniendo un respeto personal. Me siento solidario con ella porque los dos coleccionamos enemigos al por mayor. Estoy casi convencido de que no se ha enriquecido con la política. Pienso que es una mujer excesivamente crédula. Cuando te da su confianza es probable que la puedas engañar con facilidad. Pero tenía que asumir la responsabilidad política y lo ha hecho.
No es tan indulgente con los de su gremio.
Es que me parecen mercaderes del templo en los evangelios. Impostores. Los que van de buenos por la vida son los que me han hecho las peores putadas. Estamos rodeados de gente que pregona todo el rato la bondad y la solidaridad. Es una cosa empalagosa. Y falsa. Esa impostura, que se hace de una forma exhibicionista con todo (el Tercer Mundo, los refugiados), es repulsiva.
Es la progresía de la que usted se borró.
Más bien creo que tiene que ver con los intereses de la supervivencia. Les ha quedado ese tic de pensar que la izquierda es más comprensiva con las cuestiones culturales. Sin embargo, la izquierda siempre ha hecho dirigismo. Es lo que ha ocurrido en Cataluña. Todos los de mi gremio están con el separatismo, se han pasado al 'España nos roba', porque finalmente son los que pagan en este momento. No hay nadie que esté del otro lado.
Usted.
Pero a mí no hay que considerarme en este momento como un hombre de Cataluña. Yo soy un auténtico exiliado. Vivo allí como viven los guiris. Me han excluido y me he excluido.
También hay quien piensa que se ha vendido a la derecha porque le dieron la dirección de los Teatros del Canal.
Esa es una grandísima equivocación porque yo ganaba más con Els Joglars. Me fui a los Teatros del Canal para vivir en Madrid.
¿Lo rompedor hoy en día es ir contra los progres?
Es lo más arriesgado. En Els Joglars, con nuestros ataques a la progresía, bajó el público de una manera alarmante. El problema que tiene la sociedad española en este momento es que no tiene derecha. Tenemos ultraderecha, que es el nacionalismo. Pero los demás, todos se han ido escorando hacia la izquierda o la socialdemocracia.
¿Y hacia dónde se ha escorado Boadella?
Yo me he escorado hacia la libertad.
¿Para decir, por ejemplo, que no hay desfile más patético que el día del Orgullo Gay?
¡Es que es una cutrada! Lo que pasa es que el mundo político les hacen la pelota. Estas reivindicaciones siempre tienen un lado enormemente patético. No tienen ningún sentido, porque si las leyes lo apoyan se acabó la historia. Si ese exhibicionismo fuera de una enorme belleza yo estaría de acuerdo. Pero es que es una cosa absolutamente cutre. Como procesión, por descontado que prefiero las de Sevilla, las de Málaga y hasta alguna catalana y todo.
También dice que la paridad femenina es una vejación.
Estamos en lo mismo. Una mujer que entra en un cargo por una cuestión de paridad debería sentirse insultada. En el Teatro Español ahora mismo hay una directora (Carme Portaceli) que ha entrado por cuota. No digo que no tenga cualidades, pero ha entrado no porque sea la mejor sino porque es mujer. Y me parece patético. Ella debería haberse negado.
¿Le gustó la entrevista de Bertín a Aznar?
No me gustó Aznar. Hace trampas. Hay un lado de Aznar que no me creo. Porque con Cataluña hizo cosas muy irreversibles, favoreciendo al nacionalismo, y después ha querido reivindicar una especie de ultraespañolidad. Y lo hizo por interés personal, por permanencia en el poder. Hizo sus acuerdos con Pujol y cedió en cosas como la ley de política lingüística que es la que permite las multas a los comercios que no rotulan en catalán. Así que no me venga con cuentos.
¿El Tramabús de Podemos le ha recordado a los tiempos en que Els Joglars también denunciaba al poder corrupto?
No es lo mismo. Nosotros somos actores. Ellos son diputados, están aforados. Me parecen una pandilla de impostores, con una desvergüenza increíble. Me cuesta comprender a la gente que los vota. Afortunadamente creo que las circunstancias históricas no les favorecen si no, estaría aterrorizado con esa gente.
¿Por qué?
Porque son pequeños dictadores, y dictadura ya he vivido una.
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