Oskar Belategui
Viernes, 10 de febrero 2017, 02:02
Beyoncé eligió una fotografía impactante hace una semana para dar a conocer al mundo su segundo embarazo de gemelos. La cantante posó en ropa interior, cubierta con un velo de novia, sobre un fondo de rosas y un cielo azul. Una imagen entre el kitsch ... y la provocación que ha conseguido el récord de 10 millones de 'me gusta' en la red Instagram, donde la artista tiene 94 millones de seguidores. El álbum para celebrar la ocasión contiene otras instantáneas en las que Beyoncé aparece cual sirena envuelta en velos flotando sobre las aguas, encaramada a un coche en el desguace que desborda flores o en compañía de su hija Blue Ivy Carter, de cinco años, que le besa la barriga. Todas son obra de Awol Erizku, un joven artista de 28 años empeñado en reivindicar la presencia de la comunidad negra en un mundo donde apenas tiene representación.
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La publicidad, la moda, el diseño, la fotografía y un inteligente uso de las redes sociales se mezclan en la labor de Erizku, que tiene 21.000 seguidores en Instagram. Entre sus últimos hits, un reportaje con Rihanna para 'Harper's Bazaar', el provocador posado de Mariah Carey en un gimnasio mostrando su trasero a la cámara o la primera fotografía de la versión femenina de 'Ocean's Eleven', con Anne Hathaway, Sandra Bullock, Cate Blanchett, Mindy Kaling, Helena Bonham Carter, la rapera Awkwafina y, claro está, Rihanna viajando en el metro de Nueva York. Como todo artista moderno, este nativo de Etiopía criado en el sur del Bronx y residente en Los Ángeles es multidisciplinar. Tan pronto proyecta sus fotos de Instagram en el lobby del MoMA como hace esculturas, pinta, realiza performances y dirige cortos y videoarte.
«No había personas de color en las galerías y museos a los que iba cuando era pequeño. Entonces me prometí a mí mismo que, cuando me convirtiera en artista, aportaría mi granito de arena al respecto», cuenta Erizku, que saltó a la fama por su reinterpretación de obras clásicas de Vermeer y Caravaggio, reemplazando a los personajes originales por hombres y mujeres de raza negra. El celebérrimo 'La joven de la perla' del pintor holandés se convierte bajo su óptica en 'La joven del pendiente de bambú'; 'Joven con uvas' se inspira en 'Sátiro con uvas' de Caravaggio, mientras 'La dama del pitbull' adapta a' La dama del armiño' de Leonardo Da Vinci. La propia Beyoncé embarazada aparace como si fuera la Venus de Boticcelli.
Awol Erizku reivindica así que la belleza negra sea reconocida de forma universal. Pero no se tiene a sí mismo como un artista encasillado en la defensa de su raza. «Honestamente, no me veo como un adalid de la cultura negra», confesaba a 'Vulture'. «Simplemente documento mi cultura. Si etiquetamos todo como blanco, negro o amarillo hacemos reduccionismo: esto pertenece aquí y esto allí. Hay un aspecto en mi trabajo que quiere ser universal. Nunca voy a mi estudio y digo: 'Bueno, esto es estrictamente para este grupo'».
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Martillazos al busto
Asistente de David LaChapelle, el fotógrafo de revista que llevó a los museos sus colaboraciones con famosos, Erizku se ha ganado el favor de mitos de la comunidad negra como Rihanna, la actriz Viola Davis, la propia Beyoncé y el rapero A$AP Rocky. Juega con inteligencia la repercusión que alcanzan sus colaboraciones y siempre se guarda en la manga la carta de la provocación: este graduado en la elitista Yale no dudó en destrozar un busto del David de Miguel Ángel a martillazos para reemplazarlo por otro de la reina egipcia Nefertiti en una performance con un claro mensaje de orgullo racial.
El artista utiliza su Instagram a la manera de una galería. Mantiene la cuenta accesible para todos los usuarios de lunes a viernes, de nueve a cinco, como si fuera una sala de exposiciones real. El año pasado abrió su propia galería pop-up (efímera) en diversos lugares de Los Ángeles y la bautizó Duchamp Detox Clinic. Como marca de fábrica, Erizku acostumbra a incluir flores en sus obras. Y tiene como leit motiv una mano negra sosteniendo una rosa roja. Es un homenaje a una fotografía muy común en los salones de manicura neoyorquinos. «La mano es un símbolo omnipresente con el que crecí», explica. «En el Bronx, todo lo que ves son tiendas de licores, barberías y salones de uñas».
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