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Virginia Urieta
Martes, 20 de diciembre 2016, 01:54
El rector de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, Fernando Suárez, ha intentado hacer pasar como suyos hasta una decena de textos páginas enteras de diferentes autores. Las sospechas iniciales se han confirmado con copias constatadas por cuatro profesores de las universidades de Barcelona, ... Santiago de Compostela, Alicante y Oviedo, que exigen una respuesta ante un escándalo que quebranta el espíritu universitario. Él alegó que «como ser humano» podía haber cometido «disfunciones» y denunció «una campaña de difamación», pero la conferencia de rectores (CRUE) le ha obligado a dejar su cargo de vocal «para no perjudicar el prestigio» de este órgano colegiado.
Este asunto vuelve a poner de manifiesto un comportamiento por desgracia extendido, que no se reduce al ámbito universitario y alcanza su máxima expresión en la literatura. A veces resulta complicado diferenciar el homenaje de la copia, una cita fuera de contexto, la simple inspiración o la intertextualidad mal entendida. Otras, como le ha ocurido al escritor bilbaíno Pedro Ugarte, la apropiación indebida es indiscutible pero tarda años en salir a la luz.
Ahora sabe que quien le arrebató un premio de cuentos hace 27 años, aun después de haber fallecido, fue nada menos que Manuel Mújica Láinez, aunque quien firmaba el relato ganador y cobró por ello era el guipuzcoano Álvaro Bermejo. Los hechos se hicieron públicos hace casi un año, cuando un compañero avisó al propio Ugarte de que, al parecer, le habían quitado el premio con una copia. En la tercera edición del Premio Internacional de Cuentos Max Aub, que otorga el Ayuntamiento de Segorbe, Ugarte quedó segundo y Bermejo ganó con La torre de Casandra. En realidad se había basado, mucho más allá de la inspiración, en La Viajera, de Mújica Láinez, incluido en el libro titulado Aquí vivieron, de 1944.
«Los pasos de Francisco resonaban en el corredor. Mezclábase a ellos el golpeteo de su caña de bambú sobre las baldosas», lee Ugarte; «Los pasos de Adrián de Obando y Urbía resonaban en el corredor mezclándose con el repique de su caña de bambú sobre las baldosas». Hay otra forma de copiar que tiene que ver más con el hilo argumental, pero en este caso son párrafos casi calcados. «Ahora resulta más descarado porque existe Google, pero cuando no existía internet era bastante más complicado de descubrir».
El bilbaíno quedó segundo con Escritores ante un jurado «muy prestigioso. Era un premio muy potente, el ganador recibía unas 250.000 pesetas (1.536 euros). Yo entonces tenía 25 años y estaba en el paro, para mí hubiera sido muy importante, aunque no sólo por el dinero sino también por el hecho de publicar», lamenta.
Un cuento de Mújica Láinez
Tras conocer lo sucedido, Ugarte envió una carta al Ayuntamiento de Segorbe sin esperanza de recibir ninguna retribución económica. «Habían pasado 26 años y los derechos jurídicos prescribieron». El Consistorio ha constatado «sin ninguna duda» que La torre de Casandra guarda «un paralelismo abrumador, tanto en las estructuras gramaticales como en las expresiones, con La Viajera, de Manuel Mújica Láinez». Por ello retiró el III Premio de Cuentos Max Aub y comunicó a Bermejo que debía devolver el importe económico aunque eso resultó imposible y asumir daños y perjuicios.
Es probable que pocos lectores vean en La Bella y la Bestia una crítica social de las costumbres de una época. Una en la que la protagonista es fuerte, lista, orgullosa, y la Bestia inspira de todo menos compasión. El cuento de Jeanne-Marie Leprince de Beaumont, similar al que después reprodujo la factoría Disney, es en realidad una historia de amor sacada de contexto; una versión de una obra de Gabrielle-Suzanne Barbot de Villeneuve mucho más compleja y que defendía otra serie de valores. Su contemporánea francesa copió y alteró el relato a su manera dos años después de su muerte. Ni siquiera el cuento es inmune al saqueo literario, que no se limita a una sola época ni a un género. En los últimos años se han reconocido plagios de Alfredo Bryce Echenique, acusado de copiar artículos de periódicos; Jorge Bucay en Shimriti calca 60 páginas de La Sabiduría Recobrada, de la filósofa Mónica Cavallé Lucía Etxebarria, Vázquez Montalbán, la televisiva Ana Rosa Quintana...
El caso tuvo gran repercusión en la prensa argentina, ya que Manucho , que falleció en los años 90, era uno de los autores más conocidos del país. «Es como si hubieran plagiado a Cela o a Umbral. Uno se siente muy honrado de que le gane Mújica Láinez. Como el Cid, que ganaba las batallas después de muerto», ironiza Ugarte. Lamenta que el premio haya quedado desierto, aunque lo ve con distancia y es un tema del que no le gusta hablar si no le preguntan. «En aquel momento hubiera sido importante para mí», insiste. «Falsificar un documento es algo grave y creo que antes pasaba bastante y no lo sabíamos, pero internet lo ha limitado», reitera. «Incluso existen programas para detectar estructuras paralelas».
En 2015 a Álvaro Bermejo le despojaron del segundo premio del concurso de relatos Tierras de Monegros por presentar un cuento del argentino Marcos Crotto. Ese mismo año fue desposeído del XX Premio Narrativa de la Asociación de Periodistas de Ávila. No por atribuirse la autoría de una obra de otro escritor, sino por presentar a concurso un relato que ya había resultado ganador en otro certamen. Bermejo califica los sucedido en Segorbe como una «locura de juventud. Yo tenía veintitantos años, fue una chiquillada. Hablé con la organización, aceptaron mis disculpas y fueron los primeros en entenderlo», ha declarado a este periódico, alegando que la frontera entre el plagio y lo que no lo es resulta «muy difusa».
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