!['La caza' entre las dos Españas](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/pre2017/multimedia/noticias/201611/09/media/cine-caza-espana-kTfE-U204170788032OAG-575x323@El%20Correo.jpg)
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Oskar Belategui
Jueves, 10 de noviembre 2016, 02:39
Hace cincuenta años 'La caza' cambió la faz del cine español. Carlos Saura y el productor Elías Querejeta firmaron una de las radiografías más duras jamás rodadas sobre la mentalidad de la base sociológica adicta al franquismo. Lo hicieron en una cinta de fascinante acabado ... formal que medio siglo después mantiene intacto su poder perturbador. Sin 'La caza', estrenada el 9 de noviembre de 1966 en un cine de Barcelona, no se entenderían 'Furtivos', 'Los santos inocentes', 'La escopeta nacional' ni 'Tasio'. «'La caza' dio la vuelta al cine que se hacía en España; hay un cine español antes de 'La caza' y otro después», sanciona Manuel Gutiérrez Aragón.
Un grupo de amigos en una jornada de caza en el tórrido paisaje castellano (el filme se rodó en un yermo de Seseña, en Toledo). Tres excombatientes franquistas acompañados del joven sobrino de uno de ellos: la 'nueva España' que contempla perpleja cómo sus mayores acaban matándose entre sí. Con 'La caza' se inaugura el simbolismo en la filmografía del realizador aragonés. Una clara metáfora sobre la Guerra Civil y, en palabras de Diego Galán, «el testimonio de arquetipos de una clase dominante que acaba siendo devorada por sus propias contradicciones».
Fernando Méndez-Leite estudiaba en la Escuela Oficial de Cine cuando 'La caza' se estrenó en el cine Españoleto de Madrid. Saura ya no era profesor en el centro, «pero su sombra permanecía, se hablaba mucho de sus clases». El realizador había estrenado 'Los golfos' y 'Llanto por un bandido'. «Cuando la vi pensé que no había nada parecido en el cine español, era algo sorprendente y original, sin precedentes. Fue un aldabonazo», recuerda Méndez-Leite, que ya escribía críticas en la mítica revista 'Film Ideal'. «Elías Querejeta no era todavía un productor estrella, solo el chico que había venido de San Sebastián».
A aquel joven crítico le cautivó un aspecto del filme que sigue llamando la atención cincuenta años después. «Su aspecto formal. La maravillosa fotografía en blanco y negro de Luis Cuadrado y la planificación. 'La caza' es una película narrada con imágenes, muy de miradas, en la que se habla muy poco». Con poco más de 30 años, Carlos Saura demostró que era «un técnico formidable». Hasta tal punto impactó en una nueva generación de cineastas que Javier Aguirresarobe, nuestro director de fotografía más internacional, siempre culpa a 'La caza' de haberle despertado la vocación. El mismísimo Sam Peckinpah confesó que era una película que había cambiado su vida.
En su anterior largometraje, 'Llanto por un bandido' el relato de las andanzas de 'El Tempranillo' y su grupo de bandoleros en los años del reinado de Fernando VII, Saura ya hablaba en cierta manera del enfrentamiento entre españoles. La historia del 'bautismo de fuego' de un joven en un coto, escenario de batallas en la Guerra Civil, no escondía en ningún momento su carácter simbólico. «La metáfora era evidente y así se entendió en la época», confirma Méndez-Leite, que considera 'La caza' un filme vigente «porque no era fruto del momento», así como una de las tres obras maestras del director, junto a 'La prima Angélica' y 'El jardín de las delicias'.
Según recordaba Elías Querejeta en el estudio sobre su obra editado por la Filmoteca Vasca en 1996, Saura y él se conocieron en una sesión de cine universitario en la que se proyectaba 'Los golfos', un corto del director de 1959. Entonces no sabían que iban a trabajar juntos durante trece largometrajes a lo largo de dos décadas. «No hay nadie en el cine español que ruede tan bien como él. Y al mismo tiempo es una persona tan bruta e insegura como yo», piropeaba el productor guipuzcoano. Saura le presentó un guion titulado 'La caza del conejo', que, gracias a una censura que vio connotaciones sexuales donde no las había, acabó acortándose en 'La caza'.
Héroe nacional
El director ya había padecido la ira inquisitorial en 'Llanto por un bandido', hasta el punto de que los censores quemaron el negativo de los cortes exigidos para que la película no se pudiera ver completa en el extranjero. El director de 'Peppermint Frappé' juró que no volvería a rodar sin tener control absoluto sobre el resultado final. Querejeta le animó a eliminar personajes secundarios y referencias familiares de los protagonistas. Ese despojamiento de elementos benefició a una progresión dramática en la que la violencia subterránea va in crescendo hasta un final brutal.
La música a base de percusiones secas de Luis de Pablo contribuye a la atmósfera de desasosiego y fatalidad. La reciente guerra sobrevuela todas las conversaciones y la crueldad inherente a la actividad cinegética empapa todas la acciones. La elección de los actores protagonistas demuestra la inteligencia de Saura, que reclutó a tres actores habituales del cine franquista para acompañar a un Emilio Gutiérrez Caba de apenas 24 años: José María Prada, Ismael Merlo y, sobre todo, Alfredo Mayo, que había sido en los años posteriores a la Guerra Civil el prototipo del héroe nacional: fue la estrella de 'Raza' escrita por Franco con seudónimo, 'Harka', 'A mí la Legión', 'El santuario no se rinde...'.
'La caza' obtuvo el Oso de Oro en el Festival de Berlín, en una edición en la que Pier Paolo Pasolini era presidente del jurado. Inauguró la primera y más fecunda etapa del director de 'Cría cuervos', caracterizada por la crítica a la burguesía mediante la creación de universos opresivos y metafóricos. «Hacer 'La caza' fue un acto de valentía por parte de Elías», alaba Carlos Saura. «Habíamos presentado el guion a muchos productores y todos decían: ¿pero qué tontería es esto? ¿a quién va a interesar cuatro personas cazando conejos? Mi padre puso un millón de pesetas y Elías puso otro millón. Fue tan bien que le devolví el dinero a mi padre con intereses. Jamás he vuelto a producir nada más».
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