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DARÍO MENOR
Sábado, 3 de septiembre 2016, 01:37
Una vez acabado el aplauso de bienvenida a la ilustre invitada, Javier Pérez de Cuéllar la presentó al auditorio con este breve discurso: «Esta es una sala de palabras. Hace unos días tuvimos a los hombres más poderosos de la tierra. Hoy tenemos el ... privilegio de tener a la mujer más poderosa del mundo. No creo que necesite presentarla. Ella no precisa de palabras, sino de hechos. Creo que la mejor forma de rendirle homenaje es decir que es mucho más que yo, mucho más que todos nosotros. Ella es las Naciones Unidas. Ella es la paz en el mundo».
Las altisonantes palabras del entonces secretario general de la ONU contrastaban con la persona que tenía a su lado: una mujer pequeña, casi diminuta, parapetada en su hábito y su toca blanca con rayas azules y que recordaban a un típico sari indio. «Yo soy sólo una pobre monja que reza. Rezando, Jesús me llena el corazón de su amor y yo voy a donárselo a los pobres que encuentro en mi camino», comentó la religiosa al inicio de su alocución. A continuación, puso a orar por la paz a todos los presentes, sin importarle la religión que profesaran o que se consideraran ateos o agnósticos.
Aquella escena acaecida el 26 de octubre de 1985 en la sala de la asamblea general de Naciones Unidas marca uno de los hitos en la vida de la Madre Teresa de Calcuta, que seis años antes ya había recibido el premio Nobel de la Paz por su empeño por los más pobres, canalizado a través de la congregación religiosa que fundó, las Misioneras de la Caridad. Tanto en la sede la ONU en Nueva York como en Oslo cuando le dieron el prestigioso galardón o en las entrevistas que concedía, esta albanesa nacida en Skopje en 1910 y bautizada con el nombre de Gonxha Bojaxhium utilizó su fama y aura de santidad para tratar de convencer a quien tuviera delante de que pusiera en el centro de su vida a los más desfavorecidos. Ella predicaba con el ejemplo, lo que le llevó a convertirse en uno de los mayores iconos católicos de la segunda mitad del siglo XX, llegando incluso a hacer sombra a un Papa tan mediático como Juan Pablo II.
Acudirá la reina Sofía
Será otro obispo de Roma tan preocupado por la misericordia como Francisco quien mañana presidirá en el Vaticano la canonización de la beata albanesa en una ceremonia a la que acudirán delegaciones de 50 países, estando la de nuestro país liderada por la reina Sofía, quien mantuvo una muy buena relación con ella. La acompañarán la presidenta del Congreso, Ana Pastor, el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo, y el secretario de Estado para la Unión Europea, Fernando Eguidazu.
La misa con la que Jorge Mario Bergoglio proclamará la santidad de la religiosa e inscribirá su nombra en el libro de los santos 19 años después de su muerte constituye el evento más importante del Jubileo de la Misericordia, convocado por el Pontífice para resaltar la importancia de esta virtud para los católicos. Se espera que la eucaristía congregue a más de 100.000 personas en la plaza de San Pedro, donde se vivirá un ambiente similar al que tuvo lugar cuando Francisco elevó a los altares a Juan Pablo II y a Juan XXIII en abril de 2014. Se han acreditado 600 periodistas del todo el mundo y 125 televisiones conectarán en directo con la señal del Centro Televisivo Vaticano.
La Madre Teresa será canonizada por la Iglesia católica gracias a su intercesión para lograr la curación inexplicable para la ciencia del brasileño Marcilio Haddad Andrino, a quien los médicos dieron por desahuciado por el tumor cerebral que sufría. Andrino se recuperó totalmente de su dolencia en 2008 y se encuentra estos días en Roma, donde participará en la ceremonia de mañana, como también lo hará Mónica Bersa, la mujer india que sanó en 1998 del tumor en el abdomen que padecía después de que le rezara a la religiosa albanesa.
Aquel milagro fue certificado por la Iglesia y motivó la beatificación de la Madre Teresa el 19 de octubre de 2003 en una Eucaristía presidida por Juan Pablo II, el Papa que tanto la admiraba y que llegó a considerarla «la representación misma de la caridad y de la total donación al prójimo».
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