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Trasiego continuo de maletas, sillas y sombrillas al hombro y terrazas hasta la bandera. Y, cómo no, un tiempo soñado, con horas de sol para dar y tomar, un aliado indispensable no del todo frecuente en el litoral vizcaíno. Los municipios costeros de la provincia ... con más tirón turístico y tradicionales enclaves de veraneo se encuentran este año a reventar. Basta con un recorrido, como el realizado por EL CORREO, por Lekeitio, Bakio, Plentzia o Gorliz, para comprobar que rebosan animación por todas sus esquinas.
Se trata de localidades que registran mejores cifras de afluencia que el verano pasado e, incluso en algunos casos, superan los registros pre-covid, sobre todo, por la recuperación del turismo internacional. La playa es su gran atractivo, pero también la oferta hostelera y las actividades turísticas que se pueden realizar por el entorno. Sin embargo, estos oasis de pisos de veraneo triplican en estas fechas su población. Y, por tanto, afrontan todo un desafío por las carencias de los servicios municipales. De hecho, los quebraderos de cabeza de siempre se mantienen como la dificultad para aparcar o la recogida de basuras.
Lekeitio
«Estamos a tope, con más gente que otros años», certifica Koldo Goitia, alcalde de Lekeitio. La localidad vive unas semanas frenéticas. Bart Maljers, un holandés que viaja en autocaravana con su mujer y sus tres retoños, se quedó sin sitio en el camping porque «estaba lleno». Pese a todo, se ha quedado prendado de la costa vizcaína. «Los paisajes son preciosos y hay menos tráfico que en Francia», relata mientras desayuna junto a toda la prole en un bar del puerto.
En el hotel Silken Palacio Uribarren también están al cien por cien «salvo días sueltos. Hay ganas de moverse», afirma Nerea Erkiaga, encargada del establecimiento frente a la playa de Isuntza. Y a un paso del chiringuito Txatxo. Su gerente Mónica Mera se muestra sorprendida. «Vemos muchísima gente, y en concreto, mucho extranjero». El clima acompaña. Es un factor clave. «Como en el sur están abrasados, la gente ha tirado más para el norte», reflexiona.
Los más madrugadores acuden a primera hora a plantar la sombrilla y demás artilugios playeros para buscar hueco en primera fila y sentir una pizquita de la placentera brisa marina, que en días de sofocón se agradece. Y, ya de paso, Marina Salaberria y su hija, Belén Ormaetxea, pueden vigilar a la pequeña de la casa, Maialen, de 9 años. Este verano le ha dado por el 'buggy' y no conviene perderle de vista. «Le encanta, se pasa horas y horas en el agua», asegura su amatxu.
Ellas forman parte de los residentes temporales con segunda vivienda en Lekeitio. «Veraneo aquí desde hace 50 años», cuenta con orgullo la octogenaria, que se muestra sorprendida porque «el pueblo está más abarrotado que nunca». Pero sobre la arena la situación ni mucho menos se asemeja a la de la costa mediterránea. «Hay sitio de sobra, aunque este año veo mucha gente desde primera hora», reconoce. Su hija pone el foco en la «odisea» para aparcar. «Si antes ya estaba mal, ahora peor», sostiene. De la misma opinión es Nerea, una lugareña, que cree que «este pueblo no está preparado para acoger a tanta gente. No encuentras una mesa para comer, no hay donde aparcar...». El regidor reconoce el problema. «Tenemos poco terreno y por mucho que habilitemos más aparcamientos, no damos abasto».
Bakio
En julio, la playa de Bakio registró un 34% más de afluencia en comparación con el mismo periodo de 2021. Un dato con el que su primera edil, Amets Jauregizar, da muestra del incremento de visitantes. El 60% del parque de viviendas es de segundas residencias, pero este año se nota el retorno de los turistas extranjeros. «Se ve en el tráfico, en los parques... Estamos contentos», subraya. Excursionistas de día que recalan en el pueblo por la cercanía de San Juan de Gaztelugatxe, pero que suponen una «incertidumbre» en la gestión de los recursos municipales. «Planificamos con antelación, pero puede ser un día del copón y tener todas las papeleras llenas y otros más tranquilos», argumenta la regidora.
Tampoco son las hordas de turistas provocadas por el 'boom' de 'Juego de Tronos'. «Hay más movimiento que el año pasado, pero no se ven aquellas masas de gente. Fue una locura». Lo dice Mikel Arriaga, un bilbaíno que veranea en Bakio desde hace cuatro décadas, mientras abandona la playa cargado de bártulos. En las zonas hosteleras como la del puerto «no nos quejamos», revela María de la Fuente, propietaria del Urzabal, una tasca con ajetreo en horas punta. Sin embargo, nota el impacto de la guerra de Ucrania. «Hay más gente, pero gasta menos. Este año preguntan cuánto cuestan los pintxos, las cañas, si tenemos medios menús...». Javi, camarero del Bakio, también ha percibido que los bolsillos no están para muchos trotes. «Muchos al salir de la playa se van para casa. Las cajas no tiene nada que ver con las de antes del covid».
Plentzia
«Agosto está siendo mucho más activo que el de años previos y solo llevamos diez días». La alcaldesa de Plentzia, Elixabete Uribarri, se congratula del «buen ambiente» que se vive este verano en otro de los municipios costeros más concurridos en época estival. Además de los veraneantes de siempre, la afluencia de turistas se ha incrementado de forma «drástica». En concreto, la presencia de extranjeros ha pasado a suponer el 23% frente al 5% del año pasado. «En la Oficina de Turismo se han registrado colas y las visitas guiadas se han llenado», asegura la regidora.
El Hotel Kaian, de hecho, tiene colgado el cartel de completo hasta el día 21. «La última semana de agosto confiamos en llegar al cien por cien con las reservas de última hora», apunta el encargado, Alexandru Triboi. Julio, sin embargo, fue más tranquilo. Aunque hubo meneo, las cifras de visitantes fueron similares a las de 2021, que en todo caso son «positivas», valora Uribarri. Iñaki Iglesias, que pasa sus vacaciones en la localidad desde hace décadas, lo atestigua. El verano pasado fue atípico porque todavía había algunas restricciones. «Muchos veraneantes se quedaron los dos meses aquí y este año se nota que igual una o dos semanas han salido», desliza mientras disfruta de un trago en el Txurrua, uno de los locales más atestados del puerto por su proximidad a la playa.
Pero Plentzia también es un destino de día, la llamada población flotante, lo que añade todavía más animación al municipio y, cómo no, clientela a los bares y restaurantes. «La playa está desbordada de gente porque estamos muy bien conectados con el transporte público», recuerda la alcaldesa. Sin embargo, muchos no se apean del coche y se las ven y se las desean para encontrar aparcamiento. Sobre todo, desde que se cerró el parking de 400 plazas frente a la playa. «Es verdad que era una comodidad, pero hay más opciones, como el parking regulado por OTA en Gorliz y este año hemos podido habilitar el aparcamiento junto al campo de fútbol».
Gorliz
Gotzone Ibaizabal es una enamorada del sol de la tarde y del anochecer en su querida playa de Gorliz, donde veranea desde hace 40 años. «Antes de las seis no bajo. Es cuando el sol más aprieta y ya no lo aguanto tanto como antes», arguye esta bilbaína «de pro» que heredó un piso de sus padres en la localidad. Por la mañana, prefiere salir a pasear y aprovecha para hacer compras. «Yo aquí soy feliz», confiesa la mujer, que espera la visita de sus dos hijas la próxima semana. «Este año se han marchado por ahí, tenían ganas de viajar». Desde que esta septuagenaria se instaló a principios de junio en su segunda residencia ha notado «mucho movimiento» en el pueblo. Y no solo por los veraneantes como ella. «Se ve mucha autocaravana y el otro día estaba una pareja jovencita en una terraza que decía que no había encontrado sitio en el camping», asevera.
Gorliz también está viviendo un buen verano, pero «similar» al de 2021. La alcaldesa, Nagore Utxupi, asegura que la «gran diferencia» este curso es el turismo internacional. «Vemos muchísimo francés, pero también alemanes, holandeses... Se nota que la normalidad ha vuelto después de dos años de pandemia». Los meses de verano suponen una indiscutible fuente de ingresos para la economía local, pero son fechas en las que los servicios municipales afrontan todo un desafío.
«Es muy complicado atender con los recursos para 6.000 personas a más de 18.000, aunque intentamos dar solución a los problemas de la manera más ágil posible», lamenta la primera edil. La limpieza es el servicio que se ve más desbordado. «Necesitaríamos más recogidas diarias, en vez de una, dos al día, pero llegamos hasta donde podemos».
«Tenemos poco terreno y, por mucho que habilitemos más parcelas, no damos abasto»
«En julio la afluencia a la playa ha crecido un 34% con respecto al año pasado»
«Agosto está siendo más activo que en años previos. Hay muy buen ambiente»
«Se nota que la normalidad ha vuelto tras dos años de pandemia»
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