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El 'Balmoral' no partirá por ahora de Getxo, donde ha buscado refugio tras sufrir averías, cristales rotos e inundaciones por culpa de la borrasca Ciarán. Juan Lazkano

Un crucero vapuleado por Ciarán se refugia dos días en Getxo: averías, pasajeros contusionados, camarotes inundados...

El 'Balmoral' recaló en el puerto de Bilbao el jueves en busca de abrigo tras una singladura errática por el Cantábrico y este domingo ha abandonado el muelle

Sábado, 4 de noviembre 2023

Mike Stermond fumaba con ansiedad un cigarrillo al lado del muelle de cruceros de Getxo. Eran las seis de la tarde de ayer. Oscurecía en el Abra y Mike, un jubilado metalúrgico de Sheffield (Reino Unido), quería sentir tierra firme bajo sus pies porque llevaba ... cuatro días en el «crucero de los horrores». El 'Balmoral', un buque de 220 metros de eslora de la compañía Fred Olsen, permaneció varios días amarrado en el puerto vizcaíno, donde recaló en la noche del jueves buscando refugio y dispuesto a curar sus heridas. Este domingo ha podido abandonar Bilbao.

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Con casi 2.000 personas a bordo, el barco venía de ser vapuleado por la borrasca Ciarán en mitad del Cantábrico. El demoledor temporal alcanzó a la embarcación de lleno, día y medio después de salir de Southampton. El viaje tenía que haber sido una apacible travesía con paradas en Cádiz, islas Canarias y Madeira, donde estaba previsto que llegara el próximo jueves. Nada más lejos de la realidad. En Getxo ha buscado una tregua en mitad de la tempestad, aunque su casco seguía ayer moviéndose en un incómodo vaivén. A pocos metros, las olas estallaban en las rocas y su espuma se elevaba por encima del rompeolas de Arriluze. Amenazantes.

«Había olas de diez metros y los platos volaban por el comedor»

Lo que iba a ser un viaje de placer se ha convertido en «un infierno». Mike lo tenía claro. «Mañana igual cojo un avión y me vuelvo a casa, aunque también es verdad que lo peor ha pasado». El obrero metalúrgico, un hombre curtido, de pelo rubio y bigote denso, se refería a lo que sucedió entre la noche del pasado miércoles y el amanecer del jueves.

Un operario trabaja en el casco del crucero que fue dañado por el temporal. Juan Lazkano

El 'Balmoral' se encontraba no muy lejos de Galicia cuando la fuerza del mar le desbordó. «La tripulación nos dijo que nos embistió un maretón con vientos de fuerza 11 (el máximo en la escala Beaufort es 12)», contaba Mike. «Vimos olas de diez metros, que rompían y pasaban por encima del crucero». El golpe de mar destrozó varios cristales de los camarotes de la cuarta planta (el 'Balmoral' tiene 5 alturas por encima de la línea de flotación) y del salón que lleva por nombre 'Neptuno'. «El agua entró a raudales y hay pasajeros que vieron cómo muchas de sus pertenencias se las llevaba el mar. Algunos andan por el barco con lo puesto, porque toda su ropa y objetos personales se han arruinado. Menudo susto».

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Moratones, golpes y brechas

Este jueves, mientras el barco se balanceaba en Getxo, el capitán lanzó un mensaje por megafonía. Dijo que no partirían por ahora porque se acerca otro temporal. «No quiero volver a pasar por algo así», protestaba el vecino de Sheffield. «Era imposible cenar, los platos se movían de lado a lado y volaban por el comedor». Mike también cuenta que vio a muchos pasajeros con moratones, golpes y alguna brecha. «Ha habido unos cuantos contusionados, pero nada de gravedad», tranquilizaba un marinero filipino que había desembarcado para ir a comprar algo de ropa de abrigo a Algorta.

El Balmoral, en Getxo este sábado a la tarde. Luis Calabor

Además de sorprendente por haber partido de Southampton con una amenaza de borrasca, la travesía del 'Balmoral' ha sido errática y repleta de incidentes. Al poco de zarpar, el capitán anunció que irían a Lorient (Francia) a refugiarse y reparar una avería en un motor. Pero cambió de idea y puso rumbo a Portugal, a donde tampoco llegó. Estando cerca de Galicia viró 180 grados, en medio de un temporal histórico, para buscar abrigo en el Golfo de Bizkaia. El crucero permanecerá en Getxo al menos hasta mañana, aunque es más que posible que muchos pasajeros como Mike regresen a casa en avión por sus propios medios.

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