La crisis hunde a mínimos históricos la emancipación de los menores de 30

Maialen Olabe, presidenta del Consejo de la Juventud de Euskadi, confiesa que no le sorprende este mal porcentaje, aunque lamenta que la pandemia haya truncado el proceso de recuperación que se estaba emprendiendo tras la recesión de 2008. «Muchos han vuelto a casa por múltiples motivos, desde los Erte al aumento de la precarización laboral e incluso las clases 'online', que han vaciado los pisos de estudiantes», apunta.

El informe del consejo estatal remarca, en este sentido, que, a pesar de una «leve» mejoría económica experimentada en la segunda parte de 2020 y de que los jóvenes vascos son los segundos que más cobran (más de 13.000 euros netos anuales, solo superados por Madrid), Euskadi es la tercera comunidad con la vivienda más cara. Olabe recuerda lo que los expertos remarcan: «nunca» se debería destinar a este fin más del 30% de los ingresos, «cuando aquí nos gastamos en la factura de la casa el doble y más».

El propio estudio confirma que «los elevados precios del mercado inmobiliario» convierten un inmueble en «un bien económicamente inalcanzable» para el joven. «Ni un asalariado, y muchas veces ni con los ingresos de los dos miembros de un hogar joven, es posible emanciparse sin superar este umbral de sobreendeudamiento», añade.

La situación es tan paradójica que la presidenta del consejo vasco reconoce que «ahora sale más barato comprar que alquilar, pero tampoco podemos hacerlo al carecer de la estabilidad laboral suficiente para optar a un préstamo». Por eso se ven obligados a sufragar rentas mensuales «de entre 800 y 900 euros, cuando el 30% de un sueldo de mileurista no llega a 300».

Así las cosas, la edad real de emancipación no deja de subir y supera ya la treintena, «cuando realmente dejamos de ser jóvenes cinco años después de lo que nos gustaría». A juicio de Maialen Olabe, la salida a esta precariedad residencial pasa por el fomento del alquiler social y el parque público de viviendas hasta lograr enfriar un mercado «sobrecalentado».

También aboga por analizar nuevas alternativas habitacionales interesantes para los jóvenes, como las viviendas colaborativas, el 'cohousing' (covivienda) e incluso el «modelo de pisos intergeneracionales, que ya se prueba en la localidad guipuzcoana de Usurbil». Es consciente de que ninguna de estas medidas será inmediata, pero ve un lado positivo: «Al menos, vemos que ya están en las agendas de los gobernantes, que estamos en el centro de las miradas, que hay preocupación por los datos y que se les intentará dar respuesta».