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Otra de las cosas que se aprende en la calle es a tener miedo. En los entornos urbanos, cada generación de preadolescentes se enfrenta a un enemigo natural. Lo hacen juntos y eso también sirve de algo. Nadie dijo que lo de la socialización sería ... fácil. En el Bilbaode los ochenta los quinquis te robaban el reloj digital a punta de navaja. Cada caso real ocasionaba mil leyendas y los padres prohibían a sus hijos volver por ciertas calles. Sin navaja, en las plazas y los parques siempre hubo matones intimidando a chicos más pequeños para sacarles algo. Si los chicos más pequeños conseguían avisar a algún hermano lo bastante mayor, todo quedaba resuelto con una justicia inmediata y tajante, más propia del Deuteronomio que de la EGB.
Todo esto lo saben los padres que venían denunciando que a sus hijos les estaban robando en el centro de Bilbao. Su alarma tenía también que ver con que las cosas eran distintas a lo habitual. Había agresiones que requerían puntos de sutura, intimidaciones con perros de presa, robos de ropa y teléfonos cuyo valor no son las dos monedas que antaño podían levantarte en los recreativos casi como un impuesto generacional.
«Una desgracia mayor o un episodio más grave», fue la probabilidad que Luis Eguiluz llamó a evitar en diciembre, cuando el PP se hizo eco de las denuncias de algunos padres de Indautxu constituidos en grupo de Facebook. Por desgracia, la fatalidad quiso constituirse precisamente en el episodio más grave de todos los posibles y fueron dos menores de los que robaban a los adolescentes por Indautxu, Moyua y Campuzano los que asaltaron la madrugada del 23 de diciembre a Ibon Urrengoetxea causándole la muerte. Una vez identificados por la Ertzaintza, ambos se han presentado en los juzgados. Uno tiene 16 años y asumirá responsabilidades penales. El otro tiene 13 años y es tan menor que da la sensación de que no se sabe qué hacer con él.
En el pleno de mayo, tratando de un modo más amplio la inseguridad en Indautxu, el alcalde reveló que hablaban con la Fiscalía casi para que les dejasen hacer más. La pelota parece ahora en ese tejado legal. 'Urren' murió injustamente sobre el asfalto y solo una respuesta suficiente y una explicación esforzada podrá contener lo que sin duda viene: esas ganas inmediatas y peligrosas de Deuteronomio.
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