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Al embarcadero Usparitza de Sukarrieta lo ven los vecinos más como un símbolo que como un embarcadero. Digamos que forma parte de la identidad del ... pueblo. Y más allá de su cometido como punto de acceso al agua está su autoridad evocadora para varias generaciones, que ligan esta estructura modesta y poco bonita con las cosas importantes y los momentos irrepetibles. Pues ahí seguirá el embarcadero. Este domingo decenas de personas se habían acercado al lugar para pedir que no se demoliese, porque Costas había anunciado que ese era su plan. Pero en ese momento el alcalde, Jaime Orueta, informó de que no. De que con la mediación de la Subdelegación del Gobierno de Bizkaia se había logrado detener los planes de demolición. En una reunión que tendrá lugar el martes se formalizará ese nuevo cambio de escenario.
«La Subdelegación ha hecho una labor rápida porque las obras ya se iban a poner en marcha», ha explicado Orueta. De hecho, «el derribo estaba previsto para esta semana». La contestación social y la constatación de que en los planes ministeriales «no se había valorado el impacto social de la medida» fueron argumentos suficientes para reconducir la situación.
La decisión inicial de Costas se enmarcaba dentro del plan de naturalización de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai y llego después de otras decisiones polémicas en Busturialdea: la controvertida intervención en la playa de Laga, donde una excavadora arrasó sin permiso la vegetación del cordón dunar; y también la sustitución del puente de madera de Iturriondo (Busturia) por una estructura de hormigón que indignó a vecinos y ecologistas. Y luego, lo del embarcadero Usparitza. El Ayuntamiento de Sukarrieta, gobernado por Sukarrieta Kanala Bizirik, conoció de esta decisión hace poco más de una semana y el alcalde, Orueta, decía desde el principio que no la comprendía. Los amarristas de Portuondo, tampoco. De ahí la protesta de este domingo que comenzó con cierto tono reivindicativo y terminó con felicitaciones.
Entre los asistentes estaban Iñaki Ozkaritz, su hija Nora, y Joseba Olivares, que pasan medio año en Bilbao y otro medio en Sukarrieta. «Esto es un punto de acceso a la playa pero, sobre todo, un punto de reunión y de encuentro para los jóvenes, que se pasan horas aquí en verano, hasta que se pone el sol». También lo usa la gente para acceder a sus embarcaciones o para zambullirse en el mar. «Que quisiesen quitar esto y al mismo tiempo quieran plantarnos el Guggenheim...».
La historia del embarcadero es curiosa. Está ubicado en el paseo de la playa de Toña y fue construido en 1966 por el reconocido ginecólogo y fundador de la DYA, Juan Antonio Usparitza. Era para uso privado, pero permitió que todos los vecinos de Sukarrieta lo utilizaran. Así se convirtió en un punto de referencia en el pueblo y en su honor la infraestructura adoptó su apellido.
Por eso el anuncio de su demolición generó una ola de indignación entre vecinos y usuarios del embarcadero, que desde el primer momento no veían la incompatibilidad de conservar algo que ha pasado a formar parte del paisaje físico y emocional, con el respeto al medio ambiente. En el Ayuntamiento ya habían mostrado su rechazo al ser una medida «injustificada y perjudicial» para los vecinos.
Una de las cosas que más había llamado la atención del alcalde es que en las reuniones habituales con Costas de los últimos tiempos en ningún momento se había mencionado esta demolición. Al contrario, se ententendía por el tono de esos encuentros que se mantendría el embarcadero. Y también resultó sorprendente que la orden de Costas contase con el informe favorable del departamento de Medio Natural y Agricultura. La polémica se había avivado aún más al saberse que en apenas un par de semanas la gestión del litoral pasará a manos del Gobierno vasco. Incluso hay quien comentaba que en caso de demolición habría posibilidad de volver a levantarlo una vez tomado el mando por Vitoria.
Nada de esto va a ser necesario. De confirmarse lo anunciado hoy por el alcalde, la estructura podrá cumplir sus 60 años en 2026. Y la gente que hoy fue a protestar no tendrá necesidad de encadenarse, como algunas amenazaban. Se pronunció el nombre del barco de Chanquete como ejemplo de resistencia antes de conocer el cambio de rumbo de los acontecimientoes. Había allí muchos adolescentes y niños que, parece, podrán seguir viendo los largos atardeceres veraniegos desde este balcón sobre el mar.
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