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Mirari Artime
Jueves, 23 de mayo 2024, 12:33
La isla Garraitz de Lekeitio ha vuelto a sorprender a arqueólogos y voluntarios de Aranzadi y la agrupación Atabaka que impulsan la puesta en valor del peñón de 6,5 hectáreas.
Entre los restos óseos de los últimos cuerpos localizados dos corresponden a mujeres, según las primeras conclusiones a las que ha llegado el equipo dirigido por Alfredo Moraza, arqueólogo de la Sociedad de Ciencias Aranzadi que trabaja en el yacimiento desde 2015.
«Al principio, con los primeros restos, creíamos que podría tratarse del abad del convento franciscano o del último patrono de la ermita de San Nicolás, Iñigo Manso de Zúñiga», explica Guillermo Ruiz de Erentxun, de Atabaka.
«Pero después, a falta de la prueba del carbono 14 que tardará unos meses y que permitirá conocer con exactitud la época, todo apunta a que podrían tratarse de 'seroras' de la villa, que se dedicaban a cuidar el templo religioso», detalla.
También conocidas como 'freilas', se trataba de mujeres que no se habían podido casar o querían permanecer solteras. Generalmente, menores de 40 años y de buenas familias, dedicaban su vida a rezar, a cuidar de los enfermos y a tañer las campanas del Ángelus tres veces al día.
No dependían de la basílica de Santa María y tenían que subsistir gracias a las limosnas de los feligreses. Vivieron bajo constantes amenazas de excomunión por ir adquiriendo cada vez más poder y a finales del siglo XVI fueron expulsadas de la villa, según se recoge en las notas históricas del libro de las ermitas editado por la Diputación.
La intervención arqueológica en busca de más hallazgos para completar el puzzle histórico del peñón volverá a retomarse este verano, en concreto a mediados de agosto, con una nueva campaña de auzolan.
Con esta fórmula de colaboración entre voluntarios, instituciones y Aranzadi se persigue resolver los enigmas que oculta la isla, llamada a ser uno de los atractivos de los actos con los que Lekeitio celebrará el 700 aniversario de su fundación el año que viene.
Precisamente, con ese objetivo, el Ayuntamiento acaba de licitar la segunda fase del proyecto para consolidar el conjunto religioso-militar con un presupuesto económico de 161.000 euros que correrán a cargo de los fondos europeos Next Generation.
«Hoy en día resulta imposible describir el paisaje de Lekeitio sin mencionar la isla convertida en un icono natural tanto de la villa como de la costa vasca», recalcan desde el Consistorio.
Por esa razón y teniendo en cuenta sus características, la intervención diseñada persigue mejorar su atractivo turístico, proteger el patrimonio arqueológico y promover su visita de manera sostenible.
«Se consolidarán los restos existentes en la isla a excepción del cuartel, el polvorín y el fuerte superior, que ya fueron estabilizados en la primera fase que se ejecutó en diciembre del año pasado», detalla el proyecto.
De esa manera, al tener los restos perfectamente identificados, se creará un sendero que impedirá que los visitantes deambulen por el peñón dañando plantas silvestres vulnerables o interfiriendo en la vida de las aves.
De hecho, para garantizar la protección del halcón peregrino y el cormorán moñudo no se actuará en la zona de los acantilados del noroeste.
Las primeras obras se centrarán en desbrozar y acondicionar los accesos para llegar hasta el conjunto. Posteriormente, se vaciará la tierra del interior de la ermita y del cuartel, además de proceder a la limpieza de la piedra existente. Luego se reforzarán los muros y el resto de los vestigios.
El plazo de ejecución previsto, que también estará condicionado por las mareas al poder acceder al isla sólo en bajamar, es de cuatro meses.
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