María Egiguren sopla 106 velas

Las profesionales que la atienden en la residencia municipal IMQ Igurco comparten la misma opinión. «A María le gusta tomar el sol y estar siempre perfectamente arreglada, con el pelo bien peinado y una ropa que le favorezca», detalla Janire Achicallende, psicóloga del centro.

«Aunque su alimentación está adaptada a sus necesidades fisiológicas, durante toda su vida le ha gustado comer buen pescado fresco», destaca. «Ahora, cuando vienen visitas, su capricho son, sin embargo, las chocolatinas y los bombones», apunta. De hecho, según ha confesado, entre los secretos que le han permitido superar con tanta fortaleza y vitalidad el siglo de vida, se encuentran «tomar leche de soja con lecitina, yogures, fruta y pescado fresco del puerto de Ondarroa».

Nacida el 18 de febrero de 1917, ha vivido siempre en la localidad costera donde se casó con 53 años. Enviudó 24 años después, a los 77. No tuvieron hijos. Los que la conocen bien aseguran que siempre ha sido una mujer muy activa. Entre sus ocupaciones favoritas figura la costura, «le encantaba coser», así como visitar y hacer compañía a los mayores que estaban en la residencia de la villa.

Aseguran que es muy católica y cuando podía iba a misa todos los domingos y días de precepto. «Es una mujer que, con su edad, mantiene sus motivaciones y sus gustos en el día a día. Pese a la hipoacusia que presenta, se la nota llena de vida», añadió Achicallende.

Además del ictus, María ha superado el covid, que lo pasó con síntomas leves, así como las sucesivas olas epidémicas. «Goza de muy buena salud en general y está muy a gusto en Forua, un centro que conocía con antelación porque venía en periodos vacacionales», destacó Garbiñe Urkiola.

En el cálido homenaje celebrado este fin de semana tampoco faltaron su hermana de leche Miren Gogenola Eizagirre y dos sobrinas. «Como la madre de María no tenía leche para amamantarla, le dio el pecho la de Miren y son como hermanas», recuerdan sus allegadas,