La feria es punto de encuentro para las cuadrillas de Gernika y de la zona. Maika Salguero

Talo, txakoli y la alegría de la huerta en Gernika

Grupos de euskaltegis, turistas, cudrillas de jóvenes y el público más tradicional disfrutan de la feria

Lunes, 28 de octubre 2024, 14:31

En el Ultimo Lunes de Gernika hay de todo. Calabazas enormes, alubias como joyas, lechugas que parecen soles y pasteles que hacen la boca agua. Más de 240 puestos ofrecen de todo en el mercado, algunos decorados como si estuviéramos en medio de un cuento. Baserritarras de toda la vida y muchos con aire un poco hippie acuden cada año a esta fiesta marcada en rojo en el calendario. «No se vende bien, se vende muy bien», explica Gorka Flores, que oferta queso de oveja fresco y ahumado en uno de los puestos. Viene de Urbizu, en Navarra, y nunca se pierde la jornada.

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«Vender por Internet, entre los portes y tal, no me salía muy rentable, así que vamos de feria en feria», ha relatado. Ahora tiene unas 500 ovejas latxas resguardadas que ya están pariendo, aunque cree que su oficio de toda la vida, no conoce otro, está en peligro. «Ya nos han metido castores en el río que destrozan todos los frutales y en poco tiempo desapareceremos porque nos meterán al lobo también. No sé si nos gobiernan animalistas o qué», ha expuesto.

Ya desde primera hora era difícil caminar entre los puestos. Miles de personas abarrotaban ya el centro de la localidad. A las diez de la mañana Gatibu sonaba a tope en las txosnas y la gente daba buena cuenta de rosquillas y de talo con chorizo, que se vendía a 6 euros en la mayoría de las casetas. Los niños lo preparaban con alegría en la txosna de Gernikako Atletismo Taldea. Había chavales de diez a quince años dando buenos porrazos a la masa para que quedara fina. «Todo lo que se saca es para ellos, para material... Se saca bastante. Estaremos hasta las diez de la noche. Nos perdemos la fiesta, pero alguna sidra ya nos tomamos«, ha explicado el juvenil y entrenador Ibon Bilbao.

Para los vecinos de Gernika, la feria es toda una fiesta. Los estudiantes hacen pira para encontrarse. Es una gran cita en la memoria colectiva y aunque los tiempos han cambiado, sigue teniendo sus fieles entre las nuevas generaciones. «Todo el día fuera de casa. Salimos, probamos los talos, luego vamos a la subasta de queso y nos quedamos a los Djs, aunque hoy no estaremos hasta muy tarde porque el finde hubo también fiesta», han explicado Ibon y Alain, dos jóvenes con buenos recuerdos de la jornada durante su infancia.

Aunque se han visto menos personas vestidas de forma tradicional que otros años, la jornada está siendo una delicia para quienes se estrenan en ella. Andrés Campo ha llegado con su mujer de Colombia para visitar a su hija, vecina de Gernika. Y ha probado el talo, un manjar que degustaba por primera vez. «Está increíble. Y hemos visto mucha variedad de productos, calidad, hemos probado queso, vino, cerveza... así que seguiremos disfrutando de la fiesta«, ha relatado.

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Turistas y música

A la feria han llegado turistas incluso desde Estados Unidos. «Habíamos escuchado que había un magnífico mercado», ha relatado Teresa, que reside en Colorado. Su madre fotografía con pasión las escarolas gigantescas. Se quedan en un pequeño pueblo cuyo nombre es incapaz de pronunciar. Pero van a visitar todos los alrededores y también Bilbao.

La música vasca ambienta las compras y desde el mediodía, cuadrillas de jóvenes hacen suyo el recinto, copa de sidra o txakoli en mano. Clases enteras de euskaltegis acuden, porque así practican. «Nos han dado el día libre para venir», relata Unai Saiz, de 37 años, que reside en Gordexola. Estudia un intensivo para «poder vivir en euskera y porque estoy preparando una oposición». Al mediodía, la feria ya era un macrofiestón. Porque qué mejor manera de aliñar unas buenas compras que con un buen talo y txakoli.

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