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Un grupo de neskatillas posan en el puerto de Ondarroa en 1961. O. U.
Las neskatillas del puerto de Ondarroa, las verdaderas jefas de los pesqueros

Las neskatillas del puerto de Ondarroa, las verdaderas jefas de los pesqueros

Los 'Andramaris' sacarán a la luz el trabajo de las neskatillas de los barcos de altura, auténticas jefas logísticas de las embarcaciones de la villa

Mirari Artime

Martes, 30 de julio 2024, 15:15

Ondarroa quiere que la historia de tantas abuelas y madres de la localidad que han trabajado casi siempre de noche en el puerto pesquero salga a la luz. Por ese motivo, durante las próximas fiestas patronales serán las encargadas de presentarse al balcón del Consistorio y lanzar el txupinazo de los 'Andramaris' el próximo día 14 tras agradecer la oportunidad de ser visibles.

Las neskatillas serán homenajeadas en las fiestas de Andra Mari. o. u.

Son las neskatillas que operan para los barcos de altura y a las que también se les conoce como empacadoras. Su tarea, hasta ahora silenciosa y que se lleva a cabo mientras la mayoría de la ciudadanía descansa, permite la subasta, venta y transporte del pescado hasta su destino final en condiciones óptimas de presentación y conservación.

Se dedican a pesar y clasificar el género ya descargado y renovar el hielo de las cajas de pescado antes de que comience la subasta. En muchas empresas, son las auténticas jefas logísticas de los pesqueros.

En la actualidad suman una veintena que han formado la asociación Ondarruko Neskatilla Elkartea (ONE) en busca del merecimiento social y laboral que reclaman. En la década de los 80 y 90, en los años de mayor esplendor del puerto de Ondarroa –donde llegaron a convivir 100 unidades de arrastre y otros 70 de bajura–, fueron hasta 200 chicas.

«Aunque siempre han sido imprescindibles, nunca estuvieron bien vistas», detallaba el escritor ondarrés Augustin Zubikarai en el escrito recogido por el colectivo de historiadores local, OHZ. «Incluso cuando los conserveros italianos se asentaron en nuestros municipios, los patrones y armadores no vieron con buenos ojos que muchas se inclinasen por cambiar de ocupación y acudir a la conserva porque temían que se iban a quedar sin neskatillas», rememoraba.

A pesar de ser consideradas imprescindibles, cobraban una cuarta parte de lo que percibían los arrantzales. Hasta el año 2015 además este oficio no estaba recogido en la Ley que regula el Régimen Especial de los Trabajadores del Mar. También se han dado pasos importantes en las condiciones en las que desarrollan su actividad.

Mejoras

«Antes las cajas eran de 40 kilos y de madera», detalla la presidenta de la asociación, Miriam Müller. «Sólo la caja podía pesar 5 ó 6 kilos, más lo que llevaba dentro que eran otros 40 de mercancía y había que moverlas a mano», indica. «Ahora son más pequeñas y plásticas y eso facilita mucho la labor». El vestuario y los delantales también son más impermeables y las botas repelen mucho mejor el agua.

«Pero aún queda mucho por recorrer», añade la portavoz de un colectivo que en la mayoría de los casos compatibiliza su trabajo en el puerto con el cuidado del hogar. «Ha habido un movimiento importante de reconocer a las rederas y a las neskatillas de bajura tal y como se lo merecen a diferencia de lo que ha ocurrido con nuestro colectivo que apenas se ha visibilizado», explica.

Al igual que el resto de mujeres que trabajan en la pesca, reclaman una correcta definición de las enfermedades laborales que les afectan y que a la hora de diseñar y ejecutar las políticas pesqueras las tengan en cuenta. «En los anuncios de los productos pesqueros que vemos en televisión se ven épicas escenas de barcos en alta mar, esforzados marinos que se la juegan entre olas. Y es justo. Pero rara vez alguien se acuerda de que en los créditos deberían estar con toda justicia los nombres de nuestras abuelas y madres», refrendan las empacadoras.

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