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El padre Luis Martín muestra muestra y viste dos de las casullas que ha confeccionado en su taller. M. A.

Moda religiosa 'made in' Zenarruza

El monje Luis Martín confecciona ropa y ornamentos litúrgicos para ayudar a pagar los gastos del monasterio enclavado en las faldas del Oiz

Mirari Artime

Viernes, 16 de junio 2023, 17:21

Las visitas turísticas y el albergue del Camino de Santiago no dan tanto como para hacer frente a todos los gastos y menos en momentos tan complicados como los que vivieron durante la pandemia. Por ese motivo, entre oraciones, atender el templo además de la ... hospedería y la tienda, el padre Luis Martín, natural de Guanacaste, al noroeste de Costa Rica, confecciona moda litúrgica por encargo en el monasterio de Zenarruza, a escasos kilómetros del pequeño enclave de Bolibar, muy cerca de Markina.

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«Debemos vivir del trabajo de nuestras manos», asegura el religioso reproduciendo las palabras de San Benito de donde emanan los valores de la comunidad cisterciense -el oficio divino y el trabajo manual- asentada en la antigua colegiata desde 1988 donde el sacerdote diocesano vive junto con otros tres monjes de la orden contemplativa fundada en el siglo XI.

El religioso comenzó a desembolverse con las agujas, hilos e hilvanes cuando aún era novicio, aunque siempre le ha gustado. Confiesa que no sabía casi nada de corte y confección cuando comprobó que los remiendos con los que arreglaba la ropa de sus hermanos religiosos podía ayudar a mejorar la situación económica del monasterio.

Al ver la destreza con la que manejaba la pequeña máquina de coser que hasta entonces permanecía guardada entre las paredes del claustro, el padre prior, Antonio Martín, lo envió a la Abadía de la Oliva, en Navarra, donde vive el monje Heber, para que le transmitiera todos sus conocimientos. «En realidad, ha sido posible seguir con esta idea gracias al apoyo incondicional de nuestro padre prior», recalca.

«Estuve una semana y absorbí todo lo que pude, aunque aún tengo que confesar que algunas veces tengo que recurrir a internet para consultar la manera en la que se montan algunas piezas como los cuellos», señala. A su regreso, pusieron en marcha un pequeño taller en una habitación del conjunto religioso declarado Monumento Nacional de Euskadi donde reina el silencio tan sólo interrumpido por las continuas pisadas de los peregrinos.

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Paz y sosiego

Aunque los encargos van por rachas, le llegan desde distintas partes del mundo. «A través de whatsap y mensajes, la noticia se ha extendido por la comunidad religiosa», indica. «Los últimos pedidos que he atendido han sido para unas monjas que antes eran las encargadas de hacer este tipo de trabajos pero que ya están algo mayores, para unos religiosos de Perú y para hacer un exorcismo en Ecuador», añade.

Compra las telas en comercios de Markina y Bilbao, –siempre con permiso previo para salir al tratarse de una orden de clausura– aunque alguna vez ha tenido que adquirirlo online. Luego, corta y diseña sus propios patrones y borda las piezas con una máquina que programa a través de un ordenador.

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Como sacristán, es el primero que se levanta cuando aún es de madrugada y el último que se acuesta. Después de cumplir con sus deberes religiosos, comienza a coser. «Generalmente, le dedico cerca de dos horas, en las que también aprovecho para rezar y pensar porque me da paz y sosiego», explica. «Luego continúo con el resto de las tareas porque también hay que preparar la comida y las cenas de los huéspedes y peregrinos», señala.

«Confecciono todo lo que tiene relación con la Iglesia, desde estolas hasta manteles de altar y paños para los púlpitos», detalla el padre Martín que matiza que las casullas sacerdotales son las prendas más solicitadas. «Me tienen que decir para que lo necesitan porque cada color tiene su significado o se utilizan para un tiempo litúrgico determinado», señala.

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«Por ejemplo, las verdes son para oficios ordinarios, las moradas, para funerales o días de Cuaresma o Adviento y el blanco, para solemnidades», matiza el monje quien reconoce que las piezas que confecciona son algo más caras que las se venden en grandes tiendas, «pero las nuestras son hechas a mano», afirma. «Nos ayuda para pagar los gastos del monasterio donde también hay que hacer frente a los recibos de la luz, el agua o comprar alimentos», recalca el prior Antonio Martin.

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