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MIRARI ARTIME
ISPASTER.
Viernes, 5 de octubre 2018, 02:00
La familia Mendiolagaray vive pendiente de un cable. En concreto, del que cruza de izquierda a derecha la vivienda que levantan en el barrio Kurtzia, de Ispaster. Llevan año y medio a la espera de que una compañía telefónica proceda a ejecutar su petición de que retiren el tubo que atraviesa las paredes de su casa para poder continuar y finalizar la construcción de su nuevo hogar.
«Antes de empezar los trabajos de edificación, llegamos a un acuerdo para canalizar el entramado de tuberías por debajo de nuestra casa para facilitar así que pasen los cables nuevos», detallan. «La instalación, que corrió a nuestra cuenta, está ejecutada y preparada desde hace meses, pero continuamos igual: Los que tienen que venir, no acuden», se lamentan.
Los afectados se sienten indefensos e impotentes. «No sabemos las veces que hemos llamado y reclamado que vengan a quitarlo, sobre todo desde antes del verano», detallan. «La última medida que hemos adoptado ha sido la de enviar un burofax para ver si surte más efecto», añaden.
Las respuestas que han recibido por parte de la firma de telefonía han sido numerosas y variadas. «Siempre hay excusas. Unas veces nos han dado largas, en la mayoría de las ocasiones se pasan la pelota de un tejado a otro, entre Teléfonica y Elecnor», indican. «El último argumento que han utilizado es que el cable que tienen que instalar no les ha llegado aún», matizan.
Cortar por lo sano
La familia Mendiolagaray está con la paciencia al límite. Incluso en algunas ocasiones han llegado a barajar la posibilidad de 'cortar' por lo sano y solucionar el problema de una vez por todas. «Claro que se te pasa por la cabeza el cortarlo de una vez y ya está»», reconocen.
Pero saben que esa no es la solución. Además de dejar sin suministro al resto de la ciudadanía de la barriada rural, corren el riesgo de ser demandados. «Pero es que estamos en una situación límite, tenemos seis meses para terminar la casa porque en caso contrario perdemos el dinero que el banco nos concede a través de una hipoteca como autopromotores», explican.
Con la fórmula que han elegido para crear su futuro hogar, la entidad financiera les presta un dinero por anticipado que en lugar de servir para comprar una vivienda se utiliza para costear su construcción. «Hemos conseguido una prórroga de seis meses, pero se nos acaba el tiempo», se lamentan los Mendiolagaray.
«Hasta que nos quiten el cable no podemos avanzar porque no sabemos los daños o desperfectos que nos puede ocasionar», indican. «No podemos alicatar y seguir como si nada para luego tengamos que volverlo a romper», indican. «No sabemos que hacer para que nos hagan caso, nos sentimos indefensos e incapaces de que atiendan de una vez por todas el acuerdo al que llegamos hace ya más de 18 meses», reconocen.
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