La magia real se apodera de la costa

A Lekeito y Ondarroa llegaron por mar. Las buenas condiciones meteorológicas les garantizaron una placentera travesía hasta tomar tierra. Sin restricciones de ningún tipo, Melchor, Gaspar y Baltasar saludaron y abrazaron sobre todo a los más pequeños. «Después de dos años teníamos ganas de coger en aúpas a los niños, sacarnos fotos y estar juntos», señalaron en la plaza Latxanbre de la localidad costera donde pararon para reponer fuerzas. «Casi todos han pedido juguetes y más de uno el 'tamagochi'», añadió Melchor.

Unai Solabarrieta no soltaba de la mano a su madre. Con unos ojos como platos, esperaba nervioso su turno. ¿Qué le tengo que decir?, preguntaba una y otra vez. «Tienes que contarle si has sido obediente, pero sobre todo cuéntales la verdad, porque los Reyes lo saben todo», le explicó Marian.

La curiosidad infantil también provocó que Uxue fuese directamente hasta uno de los pajes para preguntarle por su función. «Yo me encargo de entregarle las cartas y luego ellos reparten los regalos», explicó, mientras la pequeña lamentó no tener las peticiones en mano. «Tranquila, que ya adivino lo que quieres», le calmó Baltasar, a la vez que llenaba sus bolsillos de caramelos.

En Busturialdea también fue muy esperada la llegada de Sus Majestades los Reyes Magos. «Se acabaron las mascarillas y el engorro de tener que mantener la distancia interpersonal. Ese es el mejor regalo que nos han podido traer este año», se alegraba también Maite Arroyo, que no quitaba ojo a su nieto de siete años. «Está flipando todo el rato y da gusto verle», se emocionaba al paso del séquito que acompañó a los portadores de ilusión en su llegada a Gernika. Después de tres años de restricciones, se apearon del tren en la estación central, puntuales a su cita con la villa foral.

«Tengo 63 años y todavía me parece un momento mágico», declaraba, por su parte, Gorka Gómez, que ayer se desplazó desde Busturia para ver la cabalgata de Gernika, con Ainara e Iker, sus dos pequeños.

Numerosos menores aguardaron también impacientes su turno para ver de cerca a Melchor, Gaspar y Baltasar en Bermeo. La emoción se activó en la villa marinera con el sonido de la sirena de la cofradía de Pescadores, que todos los años anuncia su llegada al puerto.

Voluntarios de la Cruz Roja los acompañaron a recoger su majestuosa indumentaria y proteger sus pesadas capas y valiosas coronas de que no se mojaran con el agua durante la operación de su desembarco en el muelle Artza de la localidad costera.

El recorrido por las principales calles resultó «espectacular». «¡Ay; es que todos los años se me ponen los pelos de punta al verles!, aseguraba una adolescente a sus amigas de la cuadrilla. Había ganas de vivir una víspera del día de Reyes en toda su esencia. La agrupación BUDE se encargó de engalanar las carrozas y organizar la cabalgata y los voluntarios de Protección Civil cuidaron de que no se dieran aglomeraciones.

También se apuntaron a ambientar el desfile de los tres Reyes Magos en Bermeo, una txaranga, los moteros de Izaro Bikers y miembros de la asociación Ndad Wi Senegal.

Los encuentros con Sus Majestades se prolongaron hasta bien entrada las primeras horas de la noche. Los pajes acompañaron a su retirada a los tres protagonistas del día para darles un respiro hasta la media noche. En ese momento, alejados de focos y luces, los Reyes reanudaron su trabajo para poder llegar a tiempo a todas las casas de la comarca. «Sed buenos», recomendaron a todo el mundo.