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Mirari Artime
Sábado, 10 de junio 2023, 01:14
Una vez por semana, los mayores de la residencia Uribarren Abaroa de Lekeitio participan en sesiones de terapia asistida para mejorar su estado de ánimo, la concentración cognitiva y la psicomotricidad, entre otros aspectos. Pero en lugar de hacerlo sólo al estilo tradicional, desde la ... Fundación que gestiona el centro han innovado y recurren a Gertrudris y Leo, dos cacatúas de carácter tranquilo, sociable y apacible que están educadas para interactuar con personas. Son terapeutas que vuelan.
«Lógicamente tuvimos que parar el programa con la pandemia», detalla la técnica de aves exóticas de la residencia, Esther Arrieta. «Tras tres años cerrados a cal y canto para proteger a los mayores, estamos recuperando la normalidad en la que también entra la readaptación de las aves», indica la promotora de un programa pionero en Euskadi y único en las residencias de Bizkaia.
El primer paso de la terapia, «que apoya a las convencionales y nunca las sustituye», consiste en seleccionar las aves. «Los pájaros no se eligen al azar», detalla. «Las cacatúas son un especie muy mansa, que desarrolla mucho apego al ser humano y tienen un carácter muy dócil», explica la especialista. «En el caso de Gertrudis y Leo, las hemos mimado en casa, dándoles tres tomas de alimentos, cuidándolas, educándolas», relata. «Tienen la capacidad de sentir el estrés, la tensión y el enfado».
A continuación, la psicóloga diseña un programa específico y adecuado para cada grupo, en función de las necesidades de los participantes. Y los resultados tras interactuar con las aves, confirman, son sorprendentes. «Simplemente el tener la cacatúa a pulso y con la otra mano darle un cacahuete es ya un ejercicio para los que tienen dificultades de psicomotricidad», detalla Arrieta.
«Pueden cogerlos, acariciarlos e interactuar con el animal», explica. «Hemos tenido residentes que no participaban en ningún tipo de terapia ocupacional y con las cacatúas, no fallan, están dispuestos», indica. «También les ayuda, por ejemplo, a ubicarse en el espacio-tiempo al celebrarse las sesiones siempre los mismos días de la semana», matiza.
La mejoría en algunos ancianos ha sido muy notable. «Ha habido reacciones espectaculares de mayores que no respondían ante ningún estímulo y al acercarle las aves cambiaban, se transformaban por completo», sostiene. En su opinión, junto al carácter amable de los pájaros subyace la idea de que «pasan de ser cuidadas a cuidadores, y al estar a cargo de otro se empoderan. Es un paso muy bonito».
En cuanto el tiempo lo permite, se suma la estimulación pasiva. También con pájaros, aunque en esta ocasión, localizadas en el exterior, en el mini-zoo de la residencia. «Se trabajan conceptos como la observación, los colores o los tamaños». Para ello cuentan con una treintena de aves exóticas criadas en cautividad, anilladas, con los certificados correspondientes, bajo los atentos cuidados de un veterinario y en espacios acondicionados acorde a sus necesidades de temperatura y luz, entre otros parámetros.
«Guacamayos, diferentes especies de loros, cacatúas, patos, grullas coronadas, que son espectaculares, gallina japonesas, ibiss y etcétera», enumera Arrieta quien confirma que se han visto obligados a interrumpir la adopción de loros por la imposibilidad de atenderlos a más tras acoger a media docena.
La idea nació de trabajar con pájaros nació dentro de un proyecto más amplio en el que el Patronato de la Fundación buscaba integrar la residencia en el pueblo, convertirla en un espacio más amable y abierto para desterrar «la terrible idea de asilo que se tenía antes». Con ese objetivo, abrieron a la ciudadanía las puertas de la colección privada de aves junto a un jardín botánico de más de dos mil ejemplares.
«Los usamos como atractivo, primero para quitar el 'miedo' a entrar en la residencia y segundo para crear sinergias por ejemplo entre la madre que viene con los niños a visitar a los loros a la hora de la merienda y mientras en el banco de al lado hay dos residentes», explica. La respuesta, hasta antes de la pandemia, batió todas las expectativas. «Pusimos un contador y justo antes del covid llegamos a registrar 50.000 visitas en un año», concluye.
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