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Iratxe Astui
Gernika
Miércoles, 21 de septiembre 2022
Gernika, símbolo universal de la paz, ha estrechado lazos este mediodía con Irpín, la ciudad convertida a su vez en símbolo de la resistencia de Ucrania tras ser devastada por las tropas rusas. El alcalde de la localidad vizcaína, José Mari Gorroño, y el embajador de Ucrania en España, Serhii Pohoreltsev, han suscrito una alianza por la que ambas urbes europeas, separadas por más de tres mil kilómetros de distancia, se comprometen a trabajar juntas en la defensa de la «paz, las libertades y los Derechos Humanos en el mundo», según reza el documento suscrito.
Situada a 8 kilómetros de Kiev, Irpín era hasta el inicio de la invasión rusa una tranquila ciudad de más de 60.000 habitantes. Pero el ataque ruso la transformó en un auténtico campo de batalla, donde durante semanas las fuerzas ucranianas combatieron casa por casa para detener a las tropas invasoras. De esta manera, se convirtió en un ejemplo de la entrega y sacrificio de la población local y un icono mundial de la resistencia ucraniana.
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El acto de la rúbrica del documento ha tenido lugar en el salón de plenos del Ayuntamiento de la villa foral y ha contado como testigo de excepción con la presencia de la embajadora de la República de Polonia, Anna Sroka. «Compartimos con ustedes las tristezas y el horror de la guerra y les traslado nuestro deseo de que muy pronto encuentren la paz; esa paz tan necesaria para ustedes y para la humanidad», ha confesado el regidor gernikarra. Gorroño, además, le ha hecho entrega de un cuadro con la hoja de un roble perteneciente al Árbol de Gernika, «símbolo de las libertades vascas y la democracia más antigua de Europa», así como una reproducción del célebre 'Guernica' de Picasso, «un icono contra la guerra», ha explicado.
El acto simbólico de esta mañana supone el punto de partida de un plan de cooperación entre Gernika e Irpín, «a través del cual elaboraremos de manera conjunta un programa de actos culturales en el que tendrán cabida disciplinas como la danza, música y teatro, así como ciclos de conferencias», detalló, por su parte, el teniente alcalde del municipio vizcaíno, Iñaki Gorroño.
Ambas ciudades «amigas» promoverán, asimismo, programas de intercambio para fomentar entre la población la «cultura democrática, los Derechos Humanos y la educación para la paz». Para ello, está previsto que se creen grupos de trabajo en ambos pueblos, «que velarán por la buena realización de las actividades y el seguimiento del calendario de citas previsto».
El embajador ucraniano ha agradecido, por su parte, a implicación en esta iniciativa de Gernika, que tras el bombardeo sufrido el 26 de abril de 1937 por la aviación de la Legión Cóndor alemana quedó reducida a escombros en su mayor parte, «al igual que ha ocurrido con Irpín tras los ataques rusos». Según ha recordado el embajador, para la historia de su país siempre será la «ciudad heroica». De hecho, el presidente del país, Volodímir Zelenski, la incluyó en marzo en el listado de las poblaciones –una decena– que se han distinguido en su lucha contra los rusos.
La visita del embajador Pohoreltsev a Gernika ha comenzado con la inauguración de la exposición '¡Mamá, yo no quiero guerra!', que se puede visitar durante estos días en la sala Elai Alai de Gernika. La muestra es fruto de un proyecto de colaboración polaco-ucraniano sobre los horrores de los conflictos armados. Por un lado, recopila dibujos históricos realizados por niños polacos durante la Segunda Guerra Mundial y que se guardan en el Archivo de Documentos Nuevos en Varsovia. Y por otro, exhibe dibujos hechos por niños ucranianos durante la actual invasión rusa de su país. «Los tiempos cambian, el lugar cambia, pero la guerra es siempre igual», ha lamentado durante la presentación de la exposición la embajadora de Polonia, Anna Sroka.
El grupo en la oposición de EH Bildu en el Consistorio gernikarra, por su parte, aprovechó ayer la visita de la embajadora de Polonia para hacerle entrega de la declaración institucional aprobada por los plenos tanto de la villa foral, como de otras localidades como Elantxobe y Nabarniz, para exigir la libertad del periodista vasco Pablo González, encarcelado en una prisión polaca acusado de espionaje.
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