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La conmemoración del 86 aniversario del bombardeo de Gernika sirvió también para que la villa foral, símbolo de la paz, lanzara la demanda de que se ejerzan «mejores políticas para defender de los derechos humanos en el mundo».
«Millones de refugiados merecen ahora ... nuestra hospitalidad, porque con esta acción, precisamente, se construyen puentes y reconocemos a esas víctimas que en otro tiempo fuimos nosotros», subrayó el alcalde de Gernika, José Mari Gorroño, durante el acto de entrega de los premios Gernika por la Paz y la Reconciliación. El mandatario gernikarra señaló, asimismo, que el bombardeo destruyó «hogares, sueños, vida» y «enterró el espíritu de libertad del pueblo vasco».
«Pero esto no bastó para dejarnos silenciados. Reconstruimos y restablecimos la dignidad de nuestra tierra», manifestó Gorroño. En este sentido, mantuvo también que el trabajo hecho por la conservación de la memoria histórica «han rendido frutos» y gracias a ello «Gernika es ahora un símbolo de paz y un referente para países que desean la resolución de sus conflictos».
La sesión de entrega de los premios Gernika, que tuvo lugar al mediodía en el teatro Lizeo de la localidad vizcaína, comenzó con un minuto de silencio en recuerdo de Luis Iriondo, que hasta su fallecimiento, en septiembre del año pasado, fue la cara más visible de los supervivientes del ataque aéreo del 26 de abril de 1937, a manos de la Legión Cóndor alemana. El gesto, no obstante, se hizo extensible «a todas las víctimas que sufrieron la guerra».
Los galardones Gernika por la Paz y la Reconciliación de este año recayeron en manos de cuatro Comisiones de la Verdad – Colombia, Argentina, Timor Oriental y Sudáfrica-, «por su labor para esclarecer hechos, causas y consecuencias relativas a pasadas violaciones de los derechos humanos», destacaron.
Los cuatro organismos coincidieron en defender la idea de que «hay futuro si hay verdad» y rechazaron «los conflictos armados, que son absurdos y las guerras sin sentido que se repiten en el mundo».
«No habrá paz si nosotros no la hacemos», manifestó también, por su parte, el sacerdote jesuita Francisco de Roux, que ayer recogió unos de los premios en nombre de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición de Colombia que preside.
«Venimos a Gernika a hacer memoria, pero también venimos a cargarnos de fuerza», aseguró durante su intervención en el Lizeo gernikarra.
Gernika también distinguió la labor de la plataforma que constituyen las asociaciones Txernobil Elkartea, Txernobyleko Umeak, Txernobilen Lagunak y Ukrania Gaztea Elkartea. Este órgano que trabaja con menores de edad de zonas en conflicto ha sido premiado «por ayudar a la infancia víctima de catástrofes naturales, asistir a personas desplazadas por la guerra y el envío de ayuda humanitaria».
Los premios por la Paz y La reconciliación de Gernika se crearon por primera vez en el año 2005 por los ayuntamientos de la villa foral y Pforzheim, las fundaciones Gernika Gogoratuz, Museo de la Paz y Casa de Cultura para reconocer el trabajo por la construcción de la paz.
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