Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Eva Molano e Iñigo Fernández Lucio
Lunes, 30 de octubre 2023, 13:43
Hay que ser madrugador para poder disfrutar, en todo su esplendor, de los productos del Último Lunes de Gernika. A las nueve de la mañana, cuando ha abierto la feria, ya era un hervidero de curiosos, paseando por los puestos para contemplar los tomates gigantes, ... las lechugas como soles, los pimientos que abrían el apetito y puerros enormes recién cosechados. Los baserritarras se afanaban en terminar de colocar todo el género. Algunas decoraciones, como la ikurriña con ajos y pimientos rojos y verdes de Gorka Irazabal, de Goreko, o el corazón de alubias rojas en un plato de alubia blanca ya venía preparadas de casa.
La gente paseaba entre los puestos despacio, recabando todos los precios para comprar más tarde. ¿A cuánto está la alubia? ¿Y los tomates?, preguntaban. «Todavía es pronto y la gente está paseando. Primero miran, y luego comparan», explicaban los baserritarras. Es un año de buenas expectativas. Luce el sol y se espera buena afluencia de público, de unas 100.000 personas. Aunque los baserritarras reconocen que han tenido que apechugar y que no han podido aplicar a los productos toda la subida de los costes de producción que han padecido.
«El año pasado teníamos los tomates a 3 euros el kilo, este año a 4,5. Ha habido sequía y nos ha afectado», relataba Juani en el puesto de Jesús Bilbao Barazkiak de Mungia. Unai Bilbao, que trabaja produciendo txakoli con su hermano Koldo Bilbao y con Marian Dudagoitia en Amorebieta, al lado del restaurante Boroa, relata también los estragos del granizo de junio, que les ha estropeado más del 40% de la cosecha de uva y más del 40% de la de manzana. «El año pasado, la sequía fue peor, pero el cambio climático nos ha traído las granizadas».
El joven lleva 10 años en el mostrador en la feria de Gernika e intuía un día excepcional. La feria le sirve, además, para visibilizarse. Es el Facebook del agro. Es un lugar en el que hay que estar, apuntaba. «Tenemos redes sociales, pero aquí la gente nos puede ver, nos damos a conocer», decía mientras vendía la botella de sidra a 4,5 y la de txakoli a 8,50. Aunque él también comercializa su género en locales de hostelería. «El producto bueno siempre acaba en restaurantes buenos», exponía.
Cerca, Edurne Asensio, del baserri La Barranca de Güeñes, vendía su género. «Tengo a 20 euros el kilo de alubias, como el año pasado. En general he mantenido los precios», relataba. Ella fue peluquera hasta los 38 años. Desde hace cuatro se dedica al baserri. Decidió cambiar de vida. «Es un trabajo como cualquier otro, pero requiere dedicación exclusiva. La verdad es que me da paz», relataba. Lo que más le gusta, apuntaba, es vender en ferias. «Ayer estuve en la de Zaramillo. Se nos ve y eso es importante». La gente ya se había animado a comprar pimientos, alubias, lechuga, col rumanesco y brócoli. «Es un día rentable y diferente».
Noticia relacionada
Iratxe Astui
A las diez de la mañana, la sección de quesos, donde los productores ofrecían para picar, ya era toda una fiesta. Vendían pintxos por un euro y botellas de sidra y txakoli para acompañar. «La cosecha de manzana ha ido muy bien. Tenemos la sidra a 4 euros. Venimos al mercado de los lunes, pero en el Último Lunes hay un ambiente especial», relataba una productora. Y es que la principal feria del agro también llena los bares. A las once de la mañana, ya servían vinos y txakoli en las terrazas. Y grupos enteros ya daban buena cuenta del talo en las txosnas. El calor incluso apretaba si se estaba mucho tiempo bajo el sol. Desde los altavoces del escenario brotaban canciones populares que animaban el cotarro mientras el jurado degustaba los mejores quesos Idiazabal.
A la una del mediodía ya casi no se podía dar ni un paso, con la gente dando buena cuenta de vasos de sidra, txakoli y pintxos. Había de juerga clases enteras llegadas, por ejemplo, del euskaltegi Ulibarri y Gabriel Aresti en Bilbao. Alejandra Ezkurra, que se prepara para el C1 en el primero de ellos, llegó con su andereño y otras compañeras. Dos de su clase son de Gernika. «Primero hemos estado mirando lo que había. Pero ya hemos comprado semillas, chocolate, miel, paté...», explicaron. Aunque llegaron en coche, no pensaban marcharse hasta mínimo, las dos. «Hasta que no comamos el talo de aquí no se va nadie», apuntaba la andereño.
Otra pareja, ella de Chile y él de Burgos, estudian en el Gabriel Aresti. Viven en Bilbao y en Barakaldo, respectivamente. «Estamos tratando de practicar y hacer el oído. Solo llevamos una hora. Quiero vivir acá, y cuando alguien quiere vivir en un lugar tiene que aprender el idioma de esa lugar», relataba ella, Sabiñe Susaeta, que aseguraba que «donde más euskera he escuchado es en San Sebastián». «Mi abuelo era de acá. En la Guerra Civil se fue a Chile. Yo nunca había estado en Gernika y el pueblo es muy bonito. Ya me gasté todo el dinero que he traído. Me compré pastelería vegana, que había mucha, unos pendientes y una lámpara artesanal».
Noticia relacionada
En Gernika hasta ha aterrizado una excursión de una treintena de chinos que viajaban en crucero, dispuestos a pasar el día en la localidad, que no paraban de sacar fotografías de todo, muy contentos, porque no esperaban tal despliegue de folclore. Otra quincena de chavales franceses que hacían el camino de Santiago también se disponían a pasar la jornada antes de tomar un bus y dormir en Lezama para abordar la siguiente etapa. Los jóvenes del Gernika Sporting atendían la txosna, en la que vendían talo a 6 euros. El más popular, apuntaban, siempre es el de chorizo. Por la tarde, aseguraban, habría fiesta porque un DJ iba a tocar en la plaza.
Las colas para comer pueden llegar a la hora de duración. Para los locales, por eso, puede suponer un engorro compartir este festivo local con los visitantes que atestan los puestos y los bares. A eso se suma que «todos los restaurantes están siempre reservados», comentaban unos vecinos. ¿Por qué se llama el Último Lunes la feria?. «Pues porque es el último lunes de octubre y siempre ha sido especial», relataba el gernikarra Felipe Arrien, de 61 años. «Ahora es demasiado, ya no hay tanto producto local porque vienen de fuera a vender, y también muchísima gente a comprar y a pasar el día. No se puede ni andar. Estaba deseando que lloviera para poder andar tranquilo por el pueblo», reconocía Arrien. «Pero tiene que venir gente para que los más de 300 puestos puedan vender. Y si no pues también es un aburrimiento», le contradecía la mujer. Lo cierto es que el público no ha parado de llegar, porque incluso hasta pasado el mediodía no paraban de bajar viajeros de los Bizkaibuses y de los trenes que paraban en la estación. La fiesta estaba asegurada.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
A la venta los vuelos de Santander a Ibiza, que aumentan este verano
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.