«La feria de Bermeo es la puesta de largo de nuestros productos de pescado»

El inconfundible sonido de la sirena de la cofradía vieja anunciaba, prácticamente a cada hora, los simulacro de venta de pescado, a la antigua usanza. Isidro Campo, Amparo Inguanto y su hija Raquel no dudaron en acudir a una de las sesiones, dirigidas por la bermeotarra Maribel Garate.

«Conozco el funcionamiento de la venta, incluso de cuando los precios del pescado se cantaban a voz en grito. Es muy interesante que trasmitamos estas tradiciones», comentó el padre.

La trigésimo novena edición del evento marítimo de la localidad costera, única de su estilo en Euskadi y patrocinada por ELCORREO, sirve también de escaparate «para presentar las novedades en producto. Esta feria es como la puesta de largo de las conserveras», aseguró, por su parte, Patxi Villegas, jefe de ventas de Cusumano. Los visitantes que se acercaron ayer a su puesto pudieron degustar «bonito fresco del norte de costera en salsa de escabeche con un poso de pimiento», detallaron.

No obstante, las conserveras han abierto al público un extenso escaparate de delicias de pescado, elaborado, además, de la manera más variopinta. El pescado marida estos días en Bermeo «hasta en formato de un dulce», apuntaron los de Mañeko. «Intentamos innovar en lo posible y, en esta ocasión, hemos traído para probar hojaldre de atún y bacalao y buñuelos de rape y salmón, que a la gente le encantan», asegura el responsable del obrador de repostería, Asier Bolaños.

Etxeko Makailoa, de Gernika, es otra de las veteranas de la Arrain Azoka de Bermeo. El puesto que atiende Marian Parte oferta este pescado tradicional de las mesas vascas en todas sus variedades. «Nos encanta venir porque aquí nos encontramos con clientes que repiten todos los años», señala Parte.

Unos metros más lejos, Aitor Ganboa no dejaba de despachar gildas de anchoas Urdaibai, a dos euros la unidad. «Esta feria es nuestra mejor publicidad», remarcó el bermeotarra. Aitor Mendiguren no dudó en visitar la feria en cuanto se abrieron sus puertas, acompañado de un par de amigos. «Me da pena ver que se agota la bajura, pero mientras que mantengamos este tipo de eventos al menos perpetuamos la identidad y cultura del pueblo», agradeció.