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Juan Mari Garatea en el muelle de Lekeitio, su localidad natal. D. B,
Fallece en Lekeitio Juan Mari Garatea, capellán de la diáspora vasca en América del Norte

Fallece en Lekeitio Juan Mari Garatea, capellán de la diáspora vasca en América del Norte

El funeral por el presbítero se celebra este miércoles a las siete de la tarde en la basílica Nuestra Señora de la Asunción de su localidad natal

Mirari Artime

Martes, 10 de diciembre 2024, 18:18

El presbítero Juan Mari Garatea Goicochea de Lekeitio, capellán de varias comunidades de la diáspora vasca en América del Norte, ha fallecido este domingo a los 88 años de edad, según han dado a conocer hoy desde la Diócesis de Bilbao. Su funeral tendrá lugar este miércoles a partir de las siete de la tarde en la basílica de Nuestra Señora de la Asunción de su localidad natal.

Garatea fue ordenado presbítero el 28 de junio de 1959, en la parroquia de San Francisco de Bilbao. Tras su ordenación le nombraron ecónomo de la parroquia San Pedro Ad Vincula de Mendexa, donde permaneció siete años hasta que en 1966 partió hacia Idaho (USA), con el objetivo de aprender inglés y acabó pasando allí la mayor parte de su vida.

En una entrevista concedida a la Universidad de Deusto hace años, explicó que los cuatro primeros meses en Idaho asistió a un colegio donde una monja mexicana impartía clases para aprender inglés, y después poco a poco comenzó a dar las homilías en ese idioma «gracias a la ayuda de varios adolescentes que se lo traducían y grababan».

'Bonachón y sincero'

También recordaba el gran poder de los mormones en Utah, la buena acogida que tuvo entre la gente, su participación en los festivales vascos y las condiciones de vida de los pastores con los que comía a menudo. Garatea pasó doce años ayudando a la comunidad mexicana de la ciudad de Twin Falls y posteriormente en Burley donde afirmaba haberse sentido muy contento.

En 2006 regresó a su pueblo donde acaba de fallecer. Su compañero presbítero Kepa Agirre, le define como un hombre «bonachón, una persona sincera que escuchaba más que hablaba y que siempre estaba dispuesto a ayudar en lo que fuera».

Nada más regresar a Lekeitio se ofreció a colaborar en la pastoral de la parroquia. Durante mucho tiempo celebró una eucaristía cada domingo y también, mientras pudo, se trasladaba a otros pueblos, sobre todo en periodos vacacionales, a cubrir a sus compañeros.

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