Días de ofrendas para conjurar el horror que trajo el bombardeo de Gernika

El 26 de abril de 1937, en torno a la medianoche, «nos llegaron órdenes de que volviéramos al cuartel porque al día siguiente íbamos al frente. Además, ya poco podíamos hacer en la villa porque para entonces era una gran hoguera», describió.

La «terrible» experiencia personal de Amumarriz fue recordada este jueves por el alcalde de la villa foral, José Mari Gorroño, en el acto homenaje que el Ayuntamiento rindió al mediodía a los soldados vascos frente a la escultura del Pasealeku.

«Les debemos mucho a estos hombres, en su mayoría guipuzcoanos, que aquel día tan horrible prestaron su ayuda para rescatar a las decenas de personas que se encontraban bajo los escombros y se encargaron de trasladarlos rápidamente al hospital», subrayó el primer edil de la simbólica localidad.

La ofrenda floral en recuerdo a los gudaris, que presenciaron en primera línea la magnitud del horror del bombardeo y la brutalidad de la guerra, fue protagonizado también por las supervivientes del ataque nazi, Crucita Etxabe y Mari Carmen Agirre.

Aunque sus recuerdos sobre aquel fatídico día sean vagos, «porque éramos muy niñas», ambas vecinas reconocieron que siempre que se celebran los actos conmemorativos por el bombardeo «no podemos evitar emocionarnos por los recuerdos que nos traen».

El Consistorio gernikarra aprovechó la jornada de este jueves para rendir también una ofrenda floral al alcalde del bombardeo, José de Labauria, al que el grupo local de historiadores Gernikazarra y el PNV de la villa foral dedicarán este viernes su particular tributo, frente a su busto (10.00).