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La Guardia Civil desarrolló el pasado 31 de agosto una importante operación en Bermeo, donde detuvo a un hombre de 51 años que estaba en posesión de un peligroso arsenal en su casa y en un garaje de su propiedad. El arrestado disponía de «cinco pequeños artefactos explosivos improvisados ya montados y dotados de sus respectivos sistemas de detonación eléctrica a distancia». Según fuentes de las fuerzas de seguridad consultadas por EL CORREO, los agentes están ahora analizando todo el material incautado, así como diversa documentación. Los investigadores intentan determinar cuál era la motivación del sujeto y si se disponía a utilizar o vender los explosivos y las armas. Las mismas fuentes descartan que el individuo actuara movido por razones políticas.
La operación está considerada como muy sensible, porque el vecino de Bermeo tenía en su poder lo que se considera un arsenal de guerra y disponía de un taller de impresoras 3D para fabricar elementos claves en el ensamblaje de armamento. En su vivienda se encontraron hasta tres fusiles de asalto pesados y capaces de disparar en modo ráfaga balas de gran calibre. Otra de las preocupaciones de los agentes que han actuado es que pudiera haberse producido una explosión de todo el material detectado, ya que se hallaron munición, 400 cartuchos, tres kilos de pólvora, 6,5 de precursores y sustancias químicas utilizadas para la fabricación casera de artefactos y mezclas explosivas, así como 197 iniciadores eléctricos. Estiman que hubo «riesgo par alos vecinos».
Los agentes comenzaron a investigar el caso en diciembre pasado, cuando se detectó una transacción sospechosa de precursores de explosivos a través de una plataforma de comercio en Internet. El comprador tomó sus precauciones para no ser identificado, pero la Guardia Civil pudo ponerle finalmente rostro.
Tras investigarle durante semanas y hallar evidencias de que estaba en posesión de armas de fuego introducidas seguramente de forma ilegal mediante contrabando desde el extranjero, se decidió intervenir su vivienda y una lonja el 31 de agosto. Lo que allí encontró el equipo de intervención fue sorprendente. Además de tres fusiles de asalto, las bombas ya preparadas, los cartuchos y el material para fabricar más artefactos, los agentes se toparon con dos impresoras 3D «de última tecnología», dispuestas para fabricar con plástico piezas indispensables para el ensamblaje de armas que habían sido previamente inutilizadas.
Esta es una práctica que se está empezando a detectar. Mediante estas impresoras se pueden devolver al servicio armas que han sido manipuladas precisamente en origen para evitar que puedan ser disparadas. La Guardia Civil considera este fenómeno como «una amenaza emergente». La operación de Bermeo sería la segunda de este tipo desarrollada en España. En el verano de 2020 se desmanteló otro taller clandestino 3D en Galicia.
Además de las armas completas y activas antes citadas, también le fueron intervenidas otras dos pistolas desmontadas y numerosos armazones, correderas, cañones semi-elaborados de fabricación artesanal, adaptadores para el acople de silenciadores y otras piezas y herramientas, que evidenciaban que el detenido también se dedicaba a la fabricación ilegal de armas mediante el ensamblaje de piezas de diferentes orígenes.
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