Descarga histórica en el Cantábrico: un millón de kilos de bonito del norte

En Ondarroa, por su parte, se han contabilizado alrededor de 32.000 kilos, mientras que en las lonjas guipuzcoanas de Hondarribia y Getaria se han rebasado los 540.000. «En Laredo, Avilés o Burela, en todos y cada uno de ellos se han producido importantes descargas», han confirmado responsables de la Federación de Cofradías de Bizkaia que estiman que a estas alturas, se ha consumido alrededor del 31% de la cuota total. Para esta costera, cuentan con un total de 18.800 toneladas, una cantidad similar a la de 2022.

Los arrantzales se han mostrado satisfechos al localizar los bancos de túnidos a escasas millas de la costa. La del bonito es la tercera gran campaña del año, una vez finalizadas las pesquerías del verdel y la anchoa y la mayoría de la flota artesanal, tanto la de cebo vivo como la de cacea, espera a los resultados del verano para cuadrar las cuentas.

«Hasta ahora, en cuanto a capturas vamos muy bien, pero no podemos avanzar más allá, porque en la mar, nunca se pueden hacer predicciones», han añadido desde la Federación de Cofradías de Gipuzkoa.

Pero no todo son alegrías. En el lado contrario de la balanza se sitúa la cotización media que ha bajado hasta cerca de tres euros el kilo, con partidas incluso que se han pagado menos. «Aunque hace mes y medio que empezó la costera, hablamos de un producto de temporada, de calidad, que merece estar mejor pagado»,, se lamentan varios patrones. «Los conserveros no están comprando y se nota», han añadido.

El pasado verano, los puertos vascos contabilizaron la entrada de 7.802 toneladas con un precio medio de 4,18 euros –un 17% más elevado que el año anterior- y un valor de 32,5 millones de euros. Las capturas de las embarcaciones de Bizkaia y Gipuzkoa ascendieron a 9.935 toneladas, lo que supuso alrededor del 55% del total registrado en el Cantábrico.

Los cerca de 200 barcos de toda la cornisa norte, de los que poco más de 80 son del País Vasco, pescan de forma libre hasta que cubren el cupo, lo que tradicionalmente prolonga las capturas hasta octubre y sitúa agosto como mes de referencia con los ejemplares de mayor calidad y tamaño.

Esta costera, en cambio, los tiempos se están adelantando. «El bonito se alimenta sobre todo de anchoas, chicharros, crustáceos y cefalópodos y está encontrando mucha cantidad, en aguas mucho más templadas, es algo evidente», recalcan los arrantzales.

Aunque la mayor parte de las capturas se destinan a las fábricas de conservas, para garantizar que la calidad de las piezas destinadas a las pescaderías sea la mejor posible, tras apresar los túnidos, de uno en uno, se procesan de inmediato en alta mar, realizando un rápido sacrificio y su conservación en hielo hasta llegar a puerto en las bodegas de los pesqueros. Una vez en tierra, se les identifica con el label de calidad.