Mirari Artime
Viernes, 25 de octubre 2024, 16:12
El casco urbano de Lekeitio esconde bajo tierra un santuario de arte rupestre definido por los expertos como «el conjunto de grabados más espectacular e impactante de toda la Península Ibérica». Se trata de la cueva de Armintxe que cuenta con medio centenar de obras creadas hace 12.000 o 14.500 años y que se caracterizan por una técnica «insólita» y por su particular composición.
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El tesoro salió a la luz el 1 de mayo de 2016 cuando ocho espeleólogos del grupo ADES-Gernika hallaron y exploraron la cueva que se había dado por desaparecida debido a la urbanización y construcción de viviendas en el barrio de Larrotegi.
«Ocho años después, resulta decepcionante que aún no se haya resuelto el problema de las inundaciones que constatamos que se producen una media de dos a tres veces por año», lamentan desde el colectivo que ha vuelto a registrar una nuevo episodio a primeros de este mes.
«Las intervenciones que se realizaron en su día no han resuelto el problema, que por otra parte, tampoco resulta tan complicado, pero es evidente que para las administraciones implicadas no se trata de una prioridad aunque su hallazgo puso a Lekeitio y a todo el territorio en el punto de mira arqueológico internacional», añadeon. «El tiempo corre en contra de Armintxe», indican.
Las exploraciones realizadas por los espeleólogos han resuelto que la gruta funciona como un colector de aguas de la barriada de Larrotegi así como de otro sumidero más alejado, de Gardatako Sakona, situado al otro lado de la variante.
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«Las intervenciones urbanísticas acometidas sobre todo a finales del siglo XX y comienzos del XXI han alterado profundamente el curso del río subterráneo e impiden que el agua discurra por dentro de la cueva y su desagüe natural al Lea», explican.
Como consecuencia, los grabados de la zona inferior están frecuentemente cubiertos, sin necesidad de que se produzcan grandes precipitaciones. «Lo atestiguamos porque primero tenemos sensores que nos indican el nivel y por otro lado por la capa de barro que lo invadió con gran cantidad de plásticos diminutos», señalan.
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La situación se complica aún más porque la gruta «es como una especie de colador y todo lo que entra ya no sale por lo que cada vez el agua subirá de nivel afectando a más sectores», alertan.
«Nosotros no somos especialistas en analizar el estado de la obra artística que atesora la cueva, pero hay estudios de expertos en la materia que así lo constatan; el deterioro sigue su curso», advierten desde la asociación que dejó de participar en las excavaciones cuando la Diputación se hizo cargo de ellas.
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