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Los dos investigadores recogen datos tras prender una antorcha en Isuntza. I. Intxausti

Una cueva natural como laboratorio en Lekeitio

Un equipo de investigadores reproduce en Isuntza las condiciones en las que el hombre creó arte bajo tierra

Mirari Artime

Viernes, 17 de marzo 2023, 19:37

¿Cómo iluminaban las cuevas los 'artistas' de la prehistoria? Un equipo de investigadores liderados por Diego Garate y María Angeles Medina, del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas (IIIPC) de la Universidad de Cantabria se ha encargado, por primera vez, de probar antorchas, lámparas de ... piedra y chimeneas, para recrear esos procesos en las amplias cámaras y estrechos pasadizos de la caverna de Isuntza, en Lekeitio, convertida así en un laboratorio natural.

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La elección de este espacio no ha sido casual. «Reúne las condiciones atmosféricas adecuadas para ayudarnos a desentreñar cómo se crearon las pinturas rupestres, imposibles de reproducir en un laboratorio 'tradicional», señala Garate. «Tampoco tiene restos arqueológicos que puedan verse afectados», añade el investigador quien detalla que desarrollan sus pruebas experimentales en los meses estivales, época en la que lo abandonan sus habituales moradores, los murciélagos. «Esperamos a que salgan para entrar nosotros».

Para garantizar la investigación, que se desarrolla desde hace varios años, han firmado un protocolo de colaboración con el Ayuntamiento. «Instalamos unas dotaciones básica y a cambio, se encargan de acercar a la ciudadanía el valor del patrimonio que disponemos con la organización de actos divulgativos», indicó el alcalde, Koldo Goitia.

La exploración para entender cómo y por qué los humanos crearon arte bajo tierra comenzó con la revisión de todos los datos disponibles sobre restos de combustión en uno de los templos del arte rupestre como Atxurra, en Berriatua.

Antorchas y hogueras

«Trabajar en esas cuevas donde la oscuridad es total, nos llevó a plantearnos cómo era la iluminación que se empleaba en el Paleolítico para adentrarse en ella, deambular de manera segura y encima plasmar su arte».

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Así, los investigadores probaron antorchas, lámparas de piedra y chimeneas. Las ramas de enebro, la grasa animal y otros materiales que los humanos de la Edad de Piedra habrían tenido a mano alimentaron las fuentes de luz. El equipo midió la intensidad y la duración de la llama, así como la distancia a la que se iluminaban las paredes.

«Cada fuente de luz tiene sus peculiaridades que las hacen adecuadas para espacios y tareas específicas de la cueva», matiza. Los ensayos han demostrado que utilizaban la mejor opción para diferentes escenarios. «Las antorchas eran para cuevas amplias porque proyectan luz en todas direcciones y son fáciles de transportar». En cambio, favorecen la producción de humo.

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Las lámparas de grasa, por su parte, eran el recurso idóneo para espacios pequeños durante un periodo prolongado con una intensidad similar a la de una vela, pero que no permitía un tránsito cómodo ya que deslumbraba al portador. Las hogueras en cambio revelaron una producción de humo tal que, si el espacio estaba cerrado o con poca ventilación, podía resultar asfixiante.

«Hemos trasladado los datos a un modelo virtual en 3-D de Atxurra para tratar de entender porqué y cómo pintaron el mayor santuario rupestre del Paleolítico».

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