El gernikarra Aitor Arana no llegó a vivir en sus carnes el bombardeo de Gernika aunque el relato sobre el dolor y la destrucción que supuso el lanzamiento desde el cielo de las bombas incendiarias, por parte de la Legión Cóndor alemana, aún retumban en ... su memoria, a través de la voz de sus seres queridos. Aquél fatídico lunes de mercado del 26 de abril de 1937, su ama, Arantza Arruti, tenía tan solo nueve años y el sonido de la sirena y los aviones le sorprendió en la calle junto a sus dos hermanos pequeños. En ese momento de pánico, les agarró de la mano y, al igual que otros muchos vecinos, corrió desesperada a refugiarse en la iglesia de Santa Maria de la localidad vizcaína.
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«Mi madre contaba que cuando cesaron los estruendos de las bombas salió al pórtico y vio que no quedaba nada de su casa, que estaba al lado. Habían desaparecido los sitios donde jugaban y, de repente, pasó de ser una niña a convertirse en una adolescente a la que le tocaba trabajar y ayudar en el caserío de los abuelos, en el barrio de Lumo», cuenta este aficionado a la fotografía, que acumula varios galardones destacados por sus trabajos. «Mi hermana y yo hemos escuchado en casa desde pequeños que todos sus recuerdos, toda su infancia se había esfumado en un instante», lamenta Arana la terrible vivencia que padecieron tantos hombres, mujeres y niños como su madre, tras la destrucción.
A su aita, Paco Arana, gudari del batallón Jagi Jagi, el ataque le sorprendió «en Munitibar». «Tuvieron que retroceder y quedaron aislados en el Gorbea», relata. «Nos contaba que comían la carne de los caballos del monte», guarda en el recuerdo.
«Es indispensable que los mantengamos frescos en la memoria porque nos quedamos sin testigos del bombardeo y ahora es responsabilidad de los hijos y nietos que aquellos hombres y mujeres que sus relatos perduren en la memoria colectiva», insiste en ese sentido.
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Su última exposición, titulada 'Gernika 1937. Amesgaiztoak amesten', está compuesta por una serie de doce fotografías que parecen lanzar «un grito contra la guerra».
Las impactantes imágenes se exhiben impresas en lonas de gran tamaño, que cuelgan de los balcones de la Casa de Cultura y las fachadas del Ayuntamiento y el Museo de la Paz de Gernika, en Foru plaza. El horror que transmiten no deja a nadie indiferente. La serie, que se asemeja a un fotoreportaje de guerra, se ha construido mediante la superposición de las fotografías que el propio Arana capturó en la calle durante una representación del teatro popular 'Gernika garretan/Gernika en llamas', sobre otras de villa foral, reducida a cenizas tras el bombardeo, que le fueron cedidas por la agrupación de historiadores locales de Gernikazarra.
«Me gusta contar historias a través de la fotografía y esta es mi manera de que el relato que hemos escuchado en casa, de boca de nuestros mayores, trasciendan a las nuevas generaciones y perduren en la memoria colectiva. Para que no se repitan hechos tan trágicos como el bombardeo de Gernika», insiste. Su trabajo es «un homenaje a los supervivientes, porque a pesar de todo lo que sufrieron nos han inculcado siempre el rechazo a la guerra y la apuesta por la paz en el mundo», agradece, sobre todo a sus padres.
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La exposición 'Gernika 1937. Amesgaiztoak amesten', que se podrá ver hasta septiembre, se enmarca dentro de los actos conmemorativos del 86 aniversario del bombardeo de Gernika, que tendrán lugar el próximo miércoles. El momento emotivo de la jornada será a las 16.00 horas, con el responso y la ofrenda floral a las víctimas del ataque aéreo en el cementerio de Zallo. Un cuarto de hora antes, el toque de una sirena desde el Pasealeku marcará el instante en el que Gernika interrumpe su actividad para mantener cuatro minutos de silencio por las víctimas de la masacre.
La tradicional manifestación silenciosa nocturna con velas se llevará a cabo a las 21.30 horas «para clamar por la paz». Media hora antes, la villa foral rescatará también la pieza teatral 'Gernikara garretan'/Gernika en llamas', que se representará en formato más corto, en la plaza del Ayuntamiento.
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Entre los actos destaca también el homenaje al periodista del bombardeo, George Steer, frente a su busto de la calle Barenkalea (10.30 horas). La entrega de los premios Gernika por la Paz y la Reconciliación, que este año han recaído en manos de las Comisiones de la Verdad –Colombia Argentina, Timor Oriental y Sudáfrica–, se llevará a cabo en el teatro Lizeo, a las 12.00 horas.
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