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MAIKA SALGUERO
Jueves, 13 de abril 2017, 23:29
Una quincena de voluntarios de Ispaster se ha propuesto sacar a la luz las fuentes antiguas de cada barrio con el objetivo de recuperar el patrimonio arquitectónico del municipio y ponerlo en valor. La iniciativa surgió en 2015 por casualidad cuando una cuadrilla de ... amigos se encontró con una «espectacular joya» mientras acondicionaban un recorrido para la tradicional marcha de montaña. «Nos topamos con una estructura gigante de piedra cubierta por la vegetación», recuerda Jesús Lekerikabeaskoa.
Conscientes de su valor histórico y arquitectónico, no se lo pensaron dos veces y decidieron reformarla en profundidad. «Eso sí, tuvimos que pedir permiso a la parroquia porque es la propietaria de la parcela», apunta. El hallazgo despertó su interés por este tipo de equipamientos en desuso y desde entonces no han parado. «Es impresionante como los ancianos de más de ochenta años recuerdan su infancia y nos agradecen esta labor», afirma Lekerikabeaskoa.
La fuente de Urgorri, situada junto al arcén de la carretera entre Ispaster y Ea, se encontraba totalmente oculta por la vegetación, invisible para vecinos y visitantes. Sin embargo, desde hace un par de años, dada su altura y características, se ha convertido en uno de los elementos más llamativos de la zona. Con su dos metros de altura, abastecía a los vehículos que circulaban con vapor de agua para el mantenimiento de los caminos. «Como eran camiones de gran tamaño el caño se construyó a la medida para que pudieran repostar. En mis 43 años nunca la había visto», reconoce.
Una vez renovada la estructura, el equipo de voluntarios quiso dar un paso más y se propuso hacer funcionar el circuito de agua. «Detrás había un depósito de acumulación atascado de barro. Tuvimos que retirar el lodo y limpiar toda la conducción para que aflorara el agua por el caño». Superado el reto, sus escfuerzos se centran ahora en la mejora de otra «obra de arte» como es el manantial situado en el acceso a la playa de Ogella.
Calendario
«Tras retirar toda la maleza que la cubría, nos queda poco para dejar libre el conducto y rezar para que el agua subterránea que existe en la zona emane al exterior. En este trabajo llevamos desde Navidad, explicó. Les mueve el deseo de rescatar del olvido lo que en su día fue un espacio de ocio y un lugar «muy importante» en las vidas de los ispastertarras. Y para conseguirlo ya tienen en mente acometer la regeneración de otras fuentes como Osiñeta, Iturriondo, el lavadero de Eska en el barrio Kortazar e Itsosan en Gardata. «Antiguamente la infancia de muchos vecinos giraba en estos lugares. Además de beber agua, limpiaban la ropa y los animales del caserío saciaban su sed», rememora.
Esta desinteresada labor ha calado hondo en el municipio y han conseguido una ayuda de 746 euros procedente del dinero recaudado por el coro en Santa Águeda. «Nos viene muy bien para comprar materiales ya que las herramientas nos la cede el Ayuntamiento», apuntaron. La agrupación documentará, además, cada actuación para que quede constancia de su labor altruista. «Joseba Hidalgo buscará información sobre cada fontana. Por qué se construyó, cuándo y su valor arquitectónico», explica Lekerikabeaskoa. Además, propondrán al Ayuntamiento que una instantánea de cada fuente forme parte del calendario de próximo año.
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