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El Corte Inglés sigue siendo, hoy en día, un gigante del comercio bilbaíno, pero en cierto modo nos hemos acostumbrado a él y nos resulta difícil calibrar la conmoción que supuso su apertura en mayo de 1969. Los propios anuncios en la prensa hacían referencia ... a las dimensiones colosales de los grandes almacenes, con menciones a los tres millones de kilos de hierro empleados en su rapidísima construcción, los 24.000 metros cuadrados de escayola o los treinta tramos de escaleras mecánicas que enloquecieron a los niños de entonces. El día de la apertura se desencadenó una auténtica fiebre por estar entre los primeros compradores («¿dónde venden sábanas, por favor?» fue la frase de la clienta que encabezaba aquella carrera improvisada) y El Corte Inglés se esforzó en mantener viva la llama con iniciativas como las Semanas ¡¡Booom!! (con doble exclamación, tres oes y sorteos diarios de cheques-regalo de 50.000 pesetas) o el Festival de la Moda Otoño-Invierno de aquel año, que trajo al pabellón de La Casilla a la cantante británica Sandie Shaw.
En este medio siglo, El Corte Inglés se ha convertido en una referencia inevitable para los bilbaínos, así que tiene su lógica que ayer celebrase su cumpleaños en otro edificio emblemático: San Mamés. De hecho, la historia del centro comercial se ha trenzado de tal modo con las biografías de los vecinos de la villa que la celebración adquirió un inesperado tono emocional: no faltaron las cifras de empleo y los porcentajes de PIB, esos datos que brotan de manera inevitable en cuanto se junta a empresas y autoridades en un mismo espacio, pero lo más relevante fueron las evocaciones y los recuerdos. En una serie de vídeos, varias figuras vizcaínas relataron sus vivencias personales de El Corte Inglés: tuvimos, así, al presidente del Athletic, Aitor Elizegi, aprovisionándose de hierbas aromáticas para un concurso de cocina; a la jugadora Leia Zarate examinando balones y botas de fútbol en la planta de deportes; a la diseñadora Alicia Rueda indagando en nuevos perfumes y productos cosméticos; a la presentadora June Ansoleaga, de adolescente, comprándole a su padre una botella de champán para la que había estado ahorrando todo el verano; a Iker Muniain probándose su traje de novio o a la actriz Gemma Martínez decidiéndose a confesar su secreto: «Tengo que decirlo, alguna vez me hice fotos con ropas que luego devolví. Es el patrocinio que El Corte Inglés ha hecho a mi carrera».
Juan Mari Aburto | Alcalde de Bilbao
Unai Rementeria | Diputado general
Gemma Martínez | Actriz
Incluso tuvimos al alcalde de Bilbao incorporado, aunque fuese fugazmente y por equivocación, a la plantilla de los grandes almacenes: «Suelo ir al salir del trabajo, con el uniforme que me toca llevar, y muchas veces se me ha acercado un cliente o clienta para ver si le podía atender. Eso quiere decir que los trabajadores de El Corte Inglés visten parecido al alcalde», relataba Juan Mari Aburto en el vídeo. Minutos después, ya en persona, se refirió al centro comercial como «una de las principales señas de identidad de nuestra Gran Vía, tan de Bilbao como este San Mamés», y estableció lo que podríamos llamar un vínculo filosófico entre El Corte Inglés y la personalidad de la villa: «En estos años ha abanderado un modelo de negocio y relaciones laborales que apuesta por la excelencia, el talento, el mérito y el respeto. Eso casa muy bien con el carácter bilbaíno».
Tampoco el diputado general escatimó elogios para este «icono» de Bilbao: «Cincuenta años en la vida comercial significan al menos dos cosas: que habéis hecho y seguís haciendo las cosas bien, porque el trabajo no se hace solo, y que El Corte Inglés es un vizcaíno más, forma parte de nuestra historia», argumentó Unai Rementeria, que también quiso dejar constancia de su deslumbramiento infantil al recorrer las distintas plantas. «Venir a El Corte Inglés desde Mundaka era un auténtico acontecimiento, algo extraordinario. Cuando veníamos al pediatra o al médico, la consulta era el palo, mientras que la zanahoria eran las escaleras mecánicas de El Corte Inglés, y también cuando veníamos los sábados vestidos de domingo, porque decía mi izeko que había que venir arreglados a la capital. Hoy entras y sales en El Corte Inglés como en casa», dijo en su intervención.
En la celebración estuvo presente también la consejera de Desarrollo Económico, Arantxa Tapia, así como incontables representantes de distintos ámbitos de la sociedad bilbaína. A los de más edad se les dibujaba una sonrisa al recordar aquel pasmo general que despertó El Corte Inglés en un Bilbao desacostumbrado todavía a la modernidad: el edificio sin ventanas, la lámpara monumental, los ascensoristas, el servicio de guardería o, por supuesto, las primeras escaleras mecánicas de la villa. Todavía hoy, mientras se desliza de planta a planta, el cocinero Fernando Canales suele acordarse de su padre, que fue quien le anunció «aquella maravilla» de las nuevas escaleras automáticas. Los asistentes más jóvenes tuvieron su punzada de nostalgia con las fotos de archivo en las que aparecían viejas ediciones de Cortylandia, la avanzadilla de la Navidad en el corazón de la villa. Solo les faltó que el coro San Antonio de Iralabarri, que remató el acto, hubiese cantado un villancico.
Tras el acto institucional, la tribuna Norte de San Mamés acogió otra celebración, menos solemne: 1.600 empleados y jubilados de El Corte Inglés festejaron el aniversario con un concierto del grupo La Línea Rock. La velada se prolongó hasta la una y media de la madrugada, lo suficiente para que algunos saliesen con tantas ganas de sábanas como aquella primera clienta de hace cincuenta años.
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