
«La conductora que arrastró 60 metros a mi hijo se dio a la fuga»
Siniestralidad vial ·
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Siniestralidad vial ·
La madre de este joven apasionado por el Athletic no ha recibido nunca una disculpa por el accidenteEl problema de las estadísticas de siniestralidad es que no sirven para transmitir que detrás de esas cifras, detrás de esos balances de muertos y ... heridos, hay personas de carne y hueso. Personas -y familias- reales a las que se les partió la vida en un accidente de tráfico.
El accidente de Jonathan se produjo el 8 de enero de 2001. Tenía 17 años, una familia que le amaba y toda la vida por delante. Era un apasionado del Athletic (no se perdía un partido en San Mamés) y de Julen Guerrero. Le encantaba leer la Prensa deportiva y entrenaba a un equipo de niños. Todavía era muy joven, pero le atraía la idea de llegar a ser piloto. Su otra debilidad era su hermana pequeña, de 7 años. «Era muy responsable y muy protector», explica Maribel Fernández, su madre.
Ese día se puso su chubasquero del Athletic y se dirigió con un amigo a la marquesina de la N-634 a coger el autobús para ir al instituto. Un coche le embistió cuando estaba en el arcén, su mochila se quedó enganchada y el vehículo le arrastró unos 60 metros. Su compañero «salió corriendo detrás del coche, gritando que parase. Pero la conductora se dio a la fuga», recuerda Maribel.
Maribel, natural del bilbaíno barrio de Santutxu, pasa unas cuatro veces todos los días por el lugar del accidente. Ella vive por allí, en Allendelagua, cerca de Castro, y varias veces al día dirige su mirada a las flores que ella misma coloca en dos puntos concretos de la N-634: el sitio en el que se produjo el atropello y el lugar en el que apareció el cuerpo de su hijo.
Fue su amigo el que les avisó de lo que había pasado. Al principio no le encontraban y estuvieron media hora buscándole por la carretera. La conductora no apareció hasta «una hora después». «¿Por qué no has parado para ayudarle?», le preguntó Maribel. La chica no dijo nada. «Se dio la vuelta y se fue».
La madre de Jonathan no ha recibido nunca una disculpa por lo que pasó. Quizá el dolor por la muerte de su hijo no habría sido menor, pero por lo menos no hubiese tenido que soportar un sufrimiento añadido. «Sólo esperaba un 'lo siento'».
Maribel cayó en un agujero del que le costó años salir. Una cosa así no se supera del todo, pero se «aprende a vivir» con ello. Tiene claro que lo que le «salvó» fue su hija pequeña. Un día, al ver cómo estaba su madre, le dijo: «El tato quiere que seamos felices». También le ayuda viajar. Y lo hace mucho. De cada país que conoce (más de 40) se lleva un recuerdo que después guarda en la habitación de su hijo.
A Maribel también le duelen mucho los portazos judiciales que recibieron reclamando justicia para Jonathan. En parte, por el afamado abogado penalista bilbaíno que les dejó «tirados» el día del juicio.
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