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PELLO ZUPIRiA
Sábado, 23 de noviembre 2019, 01:06
El Mercado de la Ribera es el edificio más visitado de Bizkaia y uno de los de mayor tirón de Euskadi. En verano batió el récord de visitas, dado que en agosto entraron 259.750 personas. Si se calcula en términos anuales, en 2018 contabilizó ... más de dos millones de visitantes, cifra que supera la asistencia de dos de los lugares de más atracción del territorio: el Museo Guggenheim y San Juan de Gaztelugatxe. Uno puede pensar que una afluencia de público tan masiva como tiene esta plaza de abastos es más beneficiosa que otra cosa para los pequeños puestos que regentan el lugar. Yolanda Díez, concejala de Salud y Consumo del Ayuntamiento de Bilbao, sostiene que los datos «demuestran que el mercado es un referente comercial, turístico y de ocio de primer lugar». Sin embargo, los comerciantes no opinan lo mismo y vienen a alertar que no es oro todo lo que reluce.
La estratégica zona donde está situado el Mercado, en el corazón histórico de la ciudad, hace que sea un reclamo importante, como pasa en muchas ciudades del Estado con plazas de abasto de entidad que se han reconvertido para intentar sacar provecho del aluvión turístico. Mientras se abre este debate en Bilbao, representantes de la Asociación de Comerciantes de La Ribera aclaran que ellos no están en contra del turismo, pero denuncian un caso concreto que revela la escasa rentabilidad que hoy por hoy dejan los grupos de visitantes en sus bolsillos: «La mayoría viene de los cruceros, y los guías, tras hacerles una ruta por el Casco Viejo, les traen aquí a usar el baño, porque es gratis, y lo dejan hecho un asco. De abril a noviembre vienen todos los días».
Visita a la plaza de abastos
Esto supone a los tenderos un gasto extra y una «molestia» que acaban asumiéndolo ellos, por lo que plantean que se regule la entrada de estos grupos organizados con el fin de que se favorezca el gasto en los puestos o que al menos su presencia repercuta en el beneficio conjunto de la plaza, no sólo de los gastrobares. «Sabemos que en otros mercados lo han hecho. En Valencia, por ejemplo, no dejan entrar a cuadrillas de más de diez», explican. Una solución que proponen es el cobro de una entrada por la visita. «Si van a usar los servicios de forma masiva, por lo menos que no lo hagan de forma gratuita y que aporten una tasa si vienen en grupos grandes».
Los responsables del área de Salud y Consumo son conscientes del tirón turístico de La Ribera y de sus eventuales problemas. «El turismo es una actividad económica de primer orden en nuestro actual modelo de vida. Bilbao ha pasado de ser una ciudad industrial a un destino para millones de personas de todo el mundo. Podemos ver esta situación como una amenaza, pero también como una oportunidad para vender los productos del mercado», explica Yolanda Díez. La concejala añade que «el gasto de limpieza, personal y materiales es poco relevante o significativo en relación al gasto corriente imputable al funcionamiento ordinario del mercado».
Según los comerciantes consultados por este periódico, el notable aumento de visitas no tiene un efecto proporcional en la venta de producto fresco. Para los profesionales, llama la atención que la mayoría haya accedido al edificio por la puerta de La Merced y por la de en medio, mientras que la de San Antón contabiliza menos año tras año.
«Para nosotros esa es la que importa, porque es por donde acceden los consumidores habituales. En cuatro años ha perdido más de 60.000 entradas, y vamos a seguir bajando», vaticinan. Antes de que pusieran los gastrobares en el año 2015, todas las puertas daban a la zona de los puestos, pero los comerciantes advierten que desde entonces «no se pueden contabilizar esos números como gente que ha venido al mercado a comprar» e insisten en la necesidad de apoyar al comercio tradicional.
Las discrepancias
Desde que eliminaron las plazas de aparcamiento contiguas al mercado, habilitar el parking de carga y descarga para los consumidores ha sido una demanda constante. Proponen estancias cortas para recoger pedidos.
Considera que no es viable técnicamente dado que el parking actual sólo cuenta con una vía de entrada y salida, lo que hace «totalmente inviable» para ser utilizado como garaje provisional de vehículos de particulares.
Desde la asociación demandan gestionar ellos los espacios públicos del mercado, como el atrio, para organizar actividades que generen ingresos, como presentaciones o campañas publicitarias.
Afirma que los espacios polivalentes acogen diferentes actividades relacionadas con los objetivos principales de gestión de Bilbao Zerbitzuak y que comparten con la asociación de comerciantes.
Critican que en los espacios polivalentes no hay una señalización adecuada que informe cómo están repartidas las zonas del mercado. «Muchos no saben ni lo que hay arriba», explica un comerciante de la asociación.
Informa que en junio se invitó a todos los comerciantes para informarles sobre la realización de un proyecto de señalización y rotulación integral. Es la tercera vez que se va a cambiar la señalética en cuatro años.
Las grandes superficies y los supermercados suponen una amenaza directa para los pequeños comerciantes. Por eso, demandan una bajada de la renta, «como se ha hecho en el Casco Viejo, porque las de ahora no son viables».
Recuerdan que los pliegos que elabora la Administración son aceptados de modo expreso por las personas licitadoras en ese momento y posteriormente «no procede recurrir esos pliegos». También aclaran que pagan la superficie interior del puesto.
Casi todos los mercados tradicionales han tenido que reconvertirse de una forma u otra para amoldarse a los nuevos tiempos en el conjunto de España. Muchos, además de representar para los residentes el comercio de toda la vida, también son un reclamo turístico importante. Uno que ha sabido adecuarse es el Mercado de San Antón, situado en el barrio madrileño de Chueca.
Esta plaza de abastos municipal cerró sus puertas en el año 2006, y las volvió a abrir hace ocho. Con una propuesta novedosa, fue uno de los primeros en fusionar los puestos de productos frescos con los nuevos gastrobares. Los comercios tradicionales están en la primera planta, y además de vender su género, también cuentan con zonas de degustación. Uno, por ejemplo, puede ir a la charcutería y pedir una tabla de jamón y queso, o pedir que le preparen marisco cocido para tomarlo acompañado de un vino en una de las varias mesas comunes colocadas por todo el edificio.
Situada en la plaza de Brujas de Valencia, esta maravilla arquitectónica construida en 1928 se ha visto obligada a regular la entrada de grupos de turistas debido a los colapsos que provocaban en los pasillos. A pesar de que no cuenta con espacios de restauración o gastrobares, hay unos 1.200 puestos de venta de producto fresco y su fachada de estilo modernista atrae a visitantes de todo el mundo que llegan a la capital valenciana «en cruceros». Hace un año, el Ayuntamiento adoptó el 'Protocolo de Buenas Prácticas' en el que se prohíbe la entrada de grupos de más de diez personas. Los guías turísticos están obligados a realizar las explicaciones fuera del edificio.
Barcelona cuenta con cuarenta mercados municipales en toda la ciudad. El más importante, o por lo menos el más famoso, es el de San José, más conocido como La Boquería. Al año recibe entre catorce y dieciséis millones de turistas, un flujo masivo que le obligó a adecuarse a los nuevos tiempos por pura necesidad. Según explica Genis Arnás, director de Mercados y Proyectos Estratégicos del Ayuntamiento de la Ciudad Condal, su reconversión ha sido de lo más atípica.
«Los Juegos Olímpicos supusieron un antes y un después. El número de visitantes creció de forma exponencial, y la capital tuvo que amoldarse con rapidez a esa nueva realidad. El mercado también», recuerda el gestor. Es el único caso que tuvo que transformarse debido al turismo por necesidad y sin previa planificación. Hoy en día, en cambio, es un referente en cuanto a su oferta gastronómica, tanto por la calidad del producto fresco que se vende como por la amplia variedad de restaurantes. Pero tal flujo de turistas ocasiona problemas de taponamiento en los pasillos, por lo que el Consistorio catalán también ha tenido que tomar una serie de decisiones restrictivas. Una de las medidas ha sido establecer un sistema de monedas para usar el baño del edificio. Asimismo, entre abril y octubre los grupos organizados de más de quince personas tienen el acceso restringido durante los fines de semana.
Otro mercado que ha sabido adecuarse a los tiempos, pero esta vez de manera planificada, es el del Nicot, que se remodeló en el año 2015. A pesar de que este no reciba a tanto visitante, también mezcla el comercio tradicional con la innovación. Cada puesto de venta de producto fresco cuenta con una zona para que los consumidores puedan degustar el género comprado y cocinado en la misma tienda. Por ejemplo, dispone de una pescadería que cocina al cliente la merluza a la plancha como aperitivo.
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