Los comerciantes se rebelan contra el virus

Juan Marchante dirige la tienda de decoración Rosita, el restaurante Happy River y el club privado Madame Lou Lou. Antes llevó el restaurante mexicano El charro loco y ahí precisamente ha montado el que promete ser uno de los negocios más originales de la ciudad: Barcade, un bar-restaurante que combinará 'street-food' de todos los rincones del mundo y ofrecerá cervezas artesanas americanas. Es un salto en el tiempo a los divertidos años 80 con máquinas de petacos, marcianitos y comecocos. Ofrecerá un picoteo informal, a base de arepas, ceviches, hamburguesas, 'hot dogs', «pero de calidad». «Siempre me apetece hacer cosas diferentes, aunque de haber sabido lo que venía encima...». Si todo va bien, abrirá en junio.

Viki Fernández ha trasladado la perfumería y floristería Ruiz de Ocenda, un paraíso de los olores, de Licenciado Poza a un espectacular local de 165 metros cuadrados de la calle Heros. Además de bisutería artesana, venderá creaciones de la diseñadora Miriam Ocariz. El local se ubica en un antiguo taller de tapicería y la reforma ha llevado más de un año. Abrió el miércoles, aunque tenía previsto hacerlo días antes de la declaración del estado de alarma. Confiesa que no pensaba que le fuera a ir «tan bien». «Somos un negocio nuevo, muy bonito y optimista, como las flores. Vendemos cosas positivas. Nadie esperaba algo como esta pandemia, pero no nos echamos para atrás».

Son amigas, se conocieron en la universidad, a ambas les gusta viajar y nunca imaginaron que fueran a trabajar juntas con un negocio propio. Pero el jueves terminaron de dar forma a Granel Etxea, una tienda deliciosa que han plantado en el mejor tramo de General Concha, donde el cliente puede encontrar todo tipo de legumbres, arroces, semillas, especias, harinas, frutos secos, cereales, cacao.... Casi 200 productos «naturales». «Y vamos a ampliar. Traeremos lo que nos pida la gente», aseguran. «Buscamos reducir el consumo de plásticos en la industria de la alimentación y generar conciencia». De momento han conseguido lo más difícil: las colas se suceden a la entrada de un local al que llevaban dando vueltas desde hace más de un año. «Queríamos abrir antes, pero nos pilló esto», aseguran.

Paulino Martín es uno de los grandes agentes inmobiliarios de Bilbao. En algo más de dos meses ha cerrado el desembarco de cinco locales en Ercilla, una calle que andaba algo alicaída y que vuelve a mostrar su mejor cara. «No me explico el giro que ha dado esta arteria tan importante. Parece impensable pero, por lo que sea, se ha animado. Y aún hay más. Hay gente que me dice 'en cuanto quede libre algo, llámame, por favor'», afirma. En la cercana Alameda Urquijo ha atado la llegada de Santagloria, una franquicia de panaderías y cafeterías con más de un centenar de locales por todo el país. «Son tiempos difíciles que deben sacar lo mejor de nosotros».