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El sindicato LAB presentó el pasado día 9 una denuncia ante la Inspección Provincial de Trabajo y Seguridad Social en la que advierte del «ambiente insalubre» que padecen los trabajadores de la planta de tratamiento mecánico biológico (TMB) de Arraiz, en la que se separan ... buena parte de los desechos domésticos que no se reciclan en los hogares de Bizkaia. Las instalaciones, inauguradas hace una década tras una inversión pública de 43 millones, sufren, según el escrito, «un deterioro constante» y desperfectos muy concretos: «filtraciones en el techo,(...)maquinaria estropeada y un sistema de emisiones que no funciona».
2013 año
en el que se inauguró la planta que separa los residuos que no se reciclan en los hogares vizcaínos
Aunque en la financiación también participó el Ayuntamiento de Bilbao, la TMB está adscrita a la sociedad pública Garbiker, responsable del tratamiento de los residuos que se generan en el territorio, que depende de la Diputación. Desde su puesta en funcionamiento, la planta está gestionada por el conglomerado de empresas que forman la UTE TMB Arraiz. La adjudicación fue para diez años, así que debería revisarse en cualquier momento si el Gobierno foral no opta por prorrogar la concesión. Puede hacerlo unilateralmente para otro lustro.
Según se recoge en la denuncia, los trabajadores solicitaron el pasado octubre tanto a la Diputación como al Ayuntamiento una reunión para «tratar el deterioro de la planta». No hubo respuesta. Apenas unas semanas después, el 8 de noviembre, un muro interior de 50 metros de largo y tres de altura se vino abajo de forma repentina. No hubo heridos, pero supuso la guinda para una serie de incidentes que vienen registrándose en la planta. Durante el otoño de 2022 una de las paredes de metal de la fachada salió volando dejando un agujero considerable en un edificio que debería estar totalmente presurizado para evitar, por ejemplo, emisiones contaminantes y de olores.
La situación denunciada por LAB la ratifican a este periódico algunos trabajadores. El problema, lamentan, no solo es estructural y de fachada, sino que afecta de lleno a las instalaciones por su «falta de mantenimiento». Explican, por ejemplo, que los sistemas de ventilación de una planta en la que se procede a secar todos los desechos «no dan abasto», lo que les obliga a trabajar permanentemente con «una humedad del 100%» por la condensación. Ayudaría poder abrir del todo el techo de rejilla, pero «está roto». Una de las principales consecuencias es que, haga frío o calor en el exterior, el suelo de la TMB está «permanentemente mojado». «Hablamos de un lugar con maquinaria y cableado, cualquier día se electrocuta alguien», alertan.
Otra de las quejas se refiere a la saturación. Los afectados son muy explícitos a la hora de resumir la situación. «Nos comen las ratas». Hablan de basura desperdigada por todas las esquinas debido a que la planta o no da abasto o no funciona a pleno rendimiento porque hay puestos «que no se cubren».
La TMB tiene, desde su inauguración, capacidad para tratar 180.000 toneladas de residuos anuales. Según los datos aportados por Garbiker, durante los últimos cinco años se han gestionado entre 173.400 y 179.200 toneladas por ejercicio. La media determina que la planta ha funcionado al 98,7% de su capacidad en este tiempo. Los trabajadores matizan que ese volumen anual se gestiona «en menos de 365 días» porque «a veces hay averías o no se trabaja», así que otras jornadas «se fuerzan las máquinas».
El pasado 4 de diciembre, los representantes de la UTE TMB Arraiz informaron al comité de seguridad y salud de la planta que iba a proceder a arreglar algunos desperfectos. No concretó, aunque sí lo hace la Diputación en una información remitida unos días después a las Juntas Generales a petición de EH Bildu. En el documento se detalla que, además de los 2,8 millones que se destinarán a mantenimiento y a mejorar la seguridad, durante 2024 está prevista una «inversión adicional» de «unos 2 millones» para «adecuar o sustituir equipos» de trabajo. Se cita la necesidad de mejorar una veintena de aspectos. Entre ellos, la maquinaria para labores de limpieza, los sistemas contraincendios, el sistema de climatización, la iluminación y los equipos de mantenimiento.
La Diputación defiende que la TMB de Arraiz «cumple todos los requisitos exigibles para este tipo de instalaciones» en materia medioambiental y de aislamiento. Registra controles periódicos para determinar las emisiones de gases, humedades y ruidos, y las mediciones no superan los límites permitidos. En un escrito remitido a las Juntas Generales que firma el director de Medio Ambiente, Alex Peláez, el Gobierno foral asegura que los desperfectos que se vienen registrando son «absolutamente normales en este tipo de instalaciones». Garantiza incluso que la planta «ha estado siempre en condiciones de trabajo adecuadas para obtener la máxima eficiencia».
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