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Octavio Igea
Viernes, 19 de enero 2024, 11:16
Si nos ponemos puntillosos, las obras arrancaron hace año y pico. Primero se enterró una cápsula del tiempo y después empezaron a cimentar el terreno. Pero el día elegido para lanzar definitivamente la ambiciosa ampliación del Bellas Artes ha sido hoy viernes. La instalación del ... primero de los seis pilares con forma de 'V' sobre los que se asentará la nueva planta superior del museo, una atalaya modernista con forma de 'boina' que evoca el pasado industrial de Bizkaia, marca oficialmente el inicio de un proyecto en el que el Gobierno vasco, la Diputación y el Ayuntamiento de Bilbao van a invertir 45 millones a partes iguales.
El objetivo es que la reforma esté concluida durante la primavera de 2025. Es el nuevo horizonte marcado para la transformación de un museo que durante todo este tiempo no va a cerrar del todo y podrá visitarse de forma gratuita. Si se cumple el plazo, habrán pasado 16 años desde la primera vez que se puso sobre la mesa la posibilidad de ampliar la pinacoteca. Fue un anhelo de Iñaki Azkuna que, como casi toda gran obra que se plantea en este país, va tomando forma a baja velocidad. Primero se pensó en buscar una segunda sede en el Campo Volantín, luego en completar los edificios actuales con una planta subterránea... hasta que llegó Norman Foster.
El arquitecto de Manchester, asociado con su colega alavés Luis María Uriarte, ganó el concurso internacional de ideas convocado en 2018 por el patronato del museo planteando superponer una 'txapela' que aporta algo más de 2.000 metros cuadrados expositivos a los 5.000 que ya tiene el Bellas Artes. La nueva zona se denominará BBK Museoa e incluye una terraza con forma de 'L' que irá desde la zona arbolada de Doña Casilda hasta la histórica fachada de la Plaza Euskadi. 700 metros cuadrados que acogerán un parque de esculturas y exposiciones temporales. Y otorgarán nuevas vistas del 'skyline' de Abandoibarra. Una nueva planta «que no es solo un edificio, aporta un plus y restaura el brillo del museo», ha dicho hoy Uriarte.
Para la ampliación se utilizará acero y vídrio blanco, y tendrá en su luminosidad la principal carta de presentación. «Buscará la luz para disfrutar de ella y utilizarla», explicó en su momento el propio Foster. Quedará coronada por una serie de instalaciones fotovoltaicas que permitirán al Museo generar un tercio de la energía que necesita.
Los pilares en 'V', que tendrán 11,5 metros de longitud, serán otro de los iconos. Situarlos por fuera del nuevo edificios permitirá generar espacios absolutamente libres de columnas. Volvamos a Foster porque también lo expuso a su modo en una entrevista concendida a EL CORREO en 2019: «Será un edificio único, un puente habitado que toca el suelo con mucha delicadeza. Como en las catedrales góticas, la arquitectura es la estructura y la estructura es la arquitectura».
Aunque técnicamente la nueva infraestructura quedará superpuesta sobre los edificios tradicionales del museo, inaugurados en 1945 uno y 1970 el otro, sin contacto alguno, también va a suponer una revolución para ellos. Bajo la nueva planta, en la Plaza Arriaga, se creará un vestíbulo acristalado en torno a la escultura de Francisco Durrio que homenajea al compositor bilbaíno. Será una estancia pública, los visitantes podrán atravesala para contemplarla o de camino a algún sitio. Como guiño histórico, el plan pasa también por preservar la escalera de mármol y recuperar la puerta principal como punto de acceso.
Como ninguna otra, tampoco es casual la decisión de volver a potenciar la fachada de la Plaza Euskadi. El Bellas Artes y el Parque de Doña Casilda crecerán por ahí hasta ocupar parte de la rotonda actual, lo que obligará en el futuro a reordenar el tráfico. Conceptualmente, se aspira a que el museo deje de 'mirar' hacia el viejo Ensanche para hacerlo hacia la zona más moderna de Bilbao. En la práctica la pinacoteca quedará un poco más cerca del Guggenheim en un intento por captar más visitantes. 191.000 espectadores pasaron por sus salas en 2023.
Levantar los pilares, además de una visible señal de que las obras están en marcha, supone para empezar un «reto constructivo» de primer orden porque requiere mover las moles en un entorno angosto rodeado de viviendas, del propio museo y de los árboles centenarios que lo rodean. Todos deben ser preservados. El patronato del Bellas Artes, encabezado por el lehendakari, ha participado en el acto de esta mañana, del que se ha proclamado que «abre un nuevo capítulo en la historia» de la pinacoteca. También en la de Bilbao. Si hay una ciudad en el mundo consciente del efecto transformador que tiene un museo bien cincelado esa es la capital vizcaína. Aquí va otra oportunidad.
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