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La familia del niño de 13 años que se suicidó en Getxo ha hecho pública la contestación que le dio el colegio tras denunciar y sacar a la luz en Facebook que el pequeño era víctima de 'bullying', en noviembre de 2017. El centro ... defendía en su respuesta que el centro era un lugar «seguro», en el que se «trabaja la convivencia» y que no actuaba «de forma independiente ni arbitraria», sino que siempre se rige «por las líneas de actuación del Departamento de Educación y está sujeto a su supervisión».
«¡No hay más ciego que el que no quiere ver! David luchaba contra Goliath y esta vez ganó Goliath. Nada ni nadie va a devolverme a mi hijo. Esta fue la respuesta del centro», dice ahora la madre del pequeño fallecido en su página de Facebook, que ha convertido en una vía para mostrar su batalla contra el acoso a su hijo y probar cómo nadie la escuchó. Las explicaciones que le ofreció el centro de Erandio, publicadas también en redes sociales en 2017, no entran en el caso concreto del menor. «En Jado, la convivencia es un pilar básico. Seguimos dedicando sesiones de trabajo entre los diferentes educadores para reflexionar y cuidar el clima de convivencia escolar, no solo en el aula, sino en la vida extensa del centro», detallan.
En su respuesta a la madre, el colegio aseguraba que «es un centro seguro y saludable», y que «toda la comunidad educativa está implicada en ese cometido, que es fundamental en nuestros principios». También dejaba claro que había seguido las «líneas de actuación» que les marcaba Educación. «Para ser 'seguro' en un mes ha salido mi hijo dos veces marcado con sangre. Y de manera innumerable sus oídos han tenido que escuchar insultos», contaba la madre ante las afirmaciones de la dirección, a la que acusó de «maquillar la realidad» en beneficio del colegio y «no reconocer» los ataques a su hijo.
La mujer se quejaba en esta publicación de 2017 -pocos meses antes de sacar a su hijo del colegio de Erandio- del protocolo contra el acoso. «¿Por qué cuando se abre un protocolo por 'bullying' la inspectora no habla con los tutores del niño agredido?» Aseguraba que la dirección no comunicó a Inspección los hechos reales, por lo que «la supervisión de Educación no fue correcta».
La madre pedía entonces «transparencia y tolerancia cero» a cualquier tipo de violencia y recordaba la normativa que establece que «la agresión física o psicológica contra cualquier miembro de la comunidad educativa» es tipificada como una «conducta que perjudica gravemente la convivencia». Se quejaba de que no hubo castigo a los acosadores. «¡¡Una agresión física con sangre debería implicar automáticamente una expulsión!! Y en un mes eso no ha sucedido en este centro. ¿Cuáles son las medidas que el centro toma contra los agresores?», se preguntaba.
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