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Jueves, 30 de enero 2025, 00:02
Elena regenta el restaurante Casa Felisa en el barrio La Tejera de Carranza. Ayer tuvo que trabajar «a tientas». «He cocinado con un frontal en la cabeza durante toda la mañana. No sé ni lo que he hecho porque no veía nada. Casi tenía que ... meter el foco dentro de las cazuelas. Una odisea», comentaba con ironía. Como nunca sabe cuándo les van a devolver la luz, no puede arriesgarse. «Tienes que tener algo». De esta manera tan «precaria», preparó «patatas con carne, alubias, lentejas, carrilleras, redondo y algo a la plancha». Como la campana de extracción de humos no funcionaba por falta de fluido eléctrico y la cocina es de reducidas dimensiones, «hace un calor tremendo». El domingo también sufrió el mismo calvario y no pudo avisar a las reservas porque tampoco tenía teléfono fijo ni móvil.
Aún peor fue el pasado diciembre, cuando la borrasca Kirk dejó a Carranza sin luz durante 24 horas. «En el barrio de La Tejera nos quedamos a oscuras durante tres días», recuerda. «He puesto una toma y al tercer día sin trabajar, alquilé un generador por 400 euros. Así que lo que gano por un lado, lo pierdo por otro», protesta. «Es una vergüenza». Comprar uno de estos aparatos puede suponer un gasto de unos 4.000 o 5.000 euros.
Elena tuvo que «tirar toda la comida» que tenía almacenada para servir esos días en las mesas de su restaurante, donde ofrece un menú del día por 13 euros. Ni la compañía ni el seguro «se hicieron cargo» de la factura de esos alimentos alegando que se trataba de una incidencia «de fuerza mayor».
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