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La familia de 'Josetxu' interpuso una denuncia por su desaparición en la Ertzainetxea de Getxo el 10 de septiembre. En principio, se trataba de una marcha «voluntaria». «No había ningún indicador que nos hiciera sospechar que había una posible acción criminal detrás», explica ... Hugo Prieto, jefe del área de delitos contra las personas de la Sección Central de Investigación Criminal de la Ertzaintza, que se encargó del caso casi desde el principio. «Hicimos las peticiones habituales a la titular del juzgado de instrucción número 5 de Getxo, que nos entendió y ayudó en todo. La geolocalización del teléfono, los movimientos de cuentas bancarias... Hablamos con la familia y la empresa».
El primer sobresalto se lo llevaron al recibir las imágenes de los cajeros en los que se habían realizado las extracciones bancarias de la cuenta de la víctima, algunas de ellas «de madrugada y a horas inusuales», en las localidades de Utebo y Figueruelas (Zaragoza). «Ahí nos salta la alarma. Quien extrae el dinero es un encapuchado», recuerda Prieto.
La siguiente alerta saltó cuando un primo del comprador del 'Mercedes' de 'Josetxu' se presentó en casa de sus padres, en Algorta, reclamando la documentación del coche. La Ertzaintza solicitó entonces a la Guardia Civil que tomara declaración en Zaragoza al hombre que había adquirido el vehículo. «Y entonces ya nos dijeron que tenían otros dos casos que podrían estar relacionados, las víctimas también habían quedado con una chica por Badoo, lo que ya tomaba otro cariz». Se formó un equipo de investigación conjunto entre la UCO, con especialistas desplazados desde Madrid, la Policía Judicial de Zaragoza, y la Policía autonómica vasca. El 'Mercedes' fue localizado el 13 de septiembre en poder del nuevo propietario.
El primer implicado, Mohammed A.D., fue identificado por las imágenes de las cámaras del Mercadona. Era un personaje conocido por los guardias civiles de la zona. Así supieron que llevaba un brazalete electrónico con GPS por una orden de alejamiento de una pareja anterior. El laborioso trabajo de «análisis de los tránsitos telefónicos» de todos los repetidores por donde se habían movido la víctima y los sospechosos «fue la clave de la investigación». Horas y horas de trabajo, incluidos fines de semana, de un equipo de diez ertzainas, para bucear entre 30.000 comunicaciones. «De ese cruce de datos vamos informando a la Guardia Civil. Hay un teléfono que se repite, que resulta ser un 'dispositivo cometa' (una pulsera para maltratadores)». Aún luchaban por encontrar vivo al vecino de Getxo.
El sospechoso realizó «movimientos extraños ilógicos» en una zona, donde luego fue localizado un cuerpo semienterrado y deteriorado después de «21 días a la intemperie». Hugo Prieto se desplazó a Zaragoza y trajo muestras del cadáver, que fue identificado como el informático vizcaíno a través del ADN por el laboratorio de genética de la Policía Científica de la Ertzaintza en tiempo récord. El responsable de la investigación aún duda sobre cuánto tiempo le mantuvieron con vida y si participó un tercer cómplice en el crimen. «Hoy por hoy, para nosotros sólo hay dos autores».
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