Civismo en la cola del hipermercado en un sábado de compras

«El otro día, a las ocho de la tarde, cuando en las calles sonaban los aplausos para el personal sanitario, los clientes empezaron a aplaudir a los cajeros y reponedores. Fue emocionante», agradece. El 'híper' abre de nueve a nueve. En el primer turno han entrado 30 clientes. A partir de esa oleada, de 15 en 15. Hay tres filtros de vigilancia. El primero, en el párking. El segundo, con el control general del establecimiento para que no se den aglomeraciones. Y el tercero, en cada área comercial del centro. «Si además de eso algún comprador nos avisa de que se está acumulando la gente en un punto, le ponemos remedio», explica. «En la pescadería, por ejemplo, guardamos el metro y medio de distancia de delante a atrás y de derecha a izquierda». Cada uno en su burbuja.

«Es sábado, día de mucha compra, pero desde que se dictó la alarma, todos los días son sábado», apunta. Los empleados disponen de mascarillas. Y llevan guantes como los que se distribuyen entre los compradores. Además, se facilita gel desinfectante. Mientras José Daniel lo cuenta, un operario rocía con alcohol una ristra de carritos de la compra y les pasa un paño.

El inicio de la semana fue más complicado. Había más miedo. Cuando la ciudadanía ha comprobado que hay abastecimiento, ha vuelto la calma. Sólo hay que tener paciencia en las colas. «Aquí tenemos de todo. Nuestro proveedores nos surten cada día. Igual se acaba una marca determinada de un producto, pero queda de otra marca», tranquiliza Daniel. La estrella, tras una semana de confinamiento, sigue siendo el papel higiénico. «Todos lo días reponemos». Las estanterías ofrecen legumbres, arroz, pasta, pollo, carne, producto fresco... «Sin problema». Sólo en ocasiones falta algún producto como la harina

«No hemos tenido ningún incidente. Al revés. La gente respeta las medidas de seguridad y la preferencia que tienen las personas mayores», subraya el director de este centro de Carrefour. La situación se repite en otros hipermercados de Bizkaia. En el parque comercial de La Avanzada están Eroski, Lidl y Aldi. No hay aglomeraciones, sólo colas. La de acceso a Eroski es de unas veinte personas. El aforo está limitado. Por la megafonía se advierte de que algunos productos tienen la venta restringida. Esto es, que sólo se pueden comprar dos paquetes de papel higiénico como máximo. Tiene que haber para todos. Es una medida solidaria

Los mismo sucede en Centro Comercial Artea. Allí, la sección de frutería está acotada. Uno entra cuando otro sale. A una mujer que acude sin guantes, le dan un par. Pocos clientes llevan mascarillas, pero algunos las suplen con puffs o pañuelos. En algunos momentos se nota que, por ejemplo, la sección de yogures o la de huevos están arrasadas. Tampoco sobran productos como la lejía. Pero con cada mañana, con el trabajo de productores, transportistas y empleados de los centros comerciales, vuelve a haber de todo. Lo único para lo que no hay remedio es para las colas. Bueno, sí. Paciencia, uno de los componentes del civismo que reina en los hipermercados. «Te piden que agilices la compra para que así los que vienen detrás tengan menos tiempo de espera», cuenta Lidia, que se apresura para acabar cuanto antes.