«En ciudad ya no me preocupa dónde aparcar»

El abanico de precios también explica las grandes ventas. Van desde los 100 euros, en las versiones más básicas, hasta casi los 1.000 en las más sofisticadas. «Todo depende del uso que queramos darle», explica un comerciante, pero cada vez más personas deciden hacerse con uno. La demanda de este artículo se ha triplicado, según Decathlon, en los últimos meses. «Los clientes valoran su sostenibilidad».

Residente en la calle Sabino Arana, usa el patinete eléctrico para hacer recados por las calles de la villa. «En la ciudad ya no saco el coche, me muevo más rápido con el patinete y no me tengo que preocupar por aparcar», asegura esta usuaria que comparte, desde hace cinco años, el monoplaza con su marido. «Fuimos de los primeros en tenerlo, luego se puso de moda».

Esta joven utiliza el patinete para ir a trabajar cada día desde Barakaldo a Bilbao. Asidua del transporte público, lo compró hace dos años y desde entonces no se despegado de él. Agradecería que Bilbao tuviese un sistema de patinetes de alquiler, ya implantado en Madrid o Barcelona. «Los coches, a veces, son un peligro», sentencia.

Junto a su hija, esta pareja natural de Tarragona paseaba hace varios días por la Plaza del Arriaga haciendo turismo de una manera particular. Cada uno tenía el suyo. «Los compramos hace un mes pensando en las vacaciones, para poder traerlos con nosotros», explica Nuria. Los tres llevan el casco puesto para evitar lesiones en caso de posibles caídas. «Hay que ir con mucho cuidado, aunque las calzadas sean amplias, porque toda precaución es poca», reconoce Juan. La pareja comenta que «Bilbao tiene un carril bici muy chulo y el transporte está muy bien», pero prefieren utilizar sus patinetes para desplazarse. Justifican la elección: «El hecho de que sean plegables constituye un plus de comodidad para transportarlos».

Este trabajador de reparto de comida a domicilio encuentra una ventaja añadida en el patinete eléctrico. «Cuando el tiempo lo permite, lo utilizo en el trabajo, es mi aliado», confiesa. «Voy más rápido en los repartos, el trayecto se hace más llevadero y no contamina con todos los desplazamientos que tengo que hacer», explica Arkaitz, que ya ha adquirido «tres patinetes en dos años. ¡Y todos funcionan!», destaca.