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Alaitz Argandoña (Bilbao, 1980) acude a la entrevista con una lista extensa de reivindicaciones de distintos barrios. «No quiero que se me olvide nada». Se ... le nota implicación y un conocimiento minucioso de un movimiento vecinal en el que está involucrada desde 1998. Es presidenta de la federación de asociaciones bilbaínas (FAVB) desde un par de semanas antes del gran confinamiento de marzo de 2020, de manera que le ha tocado vivir una situación insólita y ha visto cómo cambiaban muchas cosas en la ciudad.
- ¿Qué necesita Bilbao?
- Tras la pandemia se ha demostrado que necesita más zonas peatonales, más bidegorris y la creación de nuevos espacios verdes, que no se han tenido en cuenta a la hora de planificar obras como la reurbanización de Basurto. Por otra parte, se deberían tomar medidas por la contaminación atmosférica y acústica que provocan las terrazas.
- ¿Cree que habría que retirar los permisos que se otorgaron a los hosteleros por la pandemia?
- En los primeros meses de la crisis sanitaria la hostelería necesitaba una ayuda y se concedieron más permisos para ocupar la vía pública. Pero ahora hay que dar un paso atrás, recuperar ese espacio y volver al plan de terrazas de antes de la llegada del virus, que iba a acotar horarios y metros en ciertas zonas de la ciudad que están saturadas.
- ¿Nos ha enseñado algo lo ocurrido en los últimos dos años?
- El gran problema de sinhogarismo que hay en Bilbao, con cientos de personas viviendo en la calle a quienes se les debería facilitar el acceso a una vivienda digna. Y que vivimos en una ciudad con servicios e infraestructuras muy centralizadas; deberíamos avanzar hacia una ciudad policéntrica.
- ¿Se refiere a la ciudad de los 15 minutos?
- Sí. A que los barrios sean autosuficientes, que cuenten con los servicios que necesita la ciudadanía. Ahora estamos viendo el proceso contrario. Por ejemplo, están cerrando sucursales bancarias y ya no hay ni una en barrios como Arangoiti, San Adrián, Altamira y Otxarkoaga.
- En algunas de esas zonas, además, vive mucha gente mayor. ¿Son los grandes afectados?
- Hay una gran brecha digital. Muchos servicios que antes eran presenciales ahora se han vuelto telemáticos. Por ejemplo, pedir una cita con el médico, o temas burocráticos como solicitar el padrón. Hay servicios en los que es prácticamente obligatorio tener un smartphone y contar con conocimientos que no todo el mundo tiene.
- Durante la pandemia también se han visto cosas positivas.
- La ciudadanía ha demostrado muchísima solidaridad con iniciativas como Elkartasun Sareak, agrupaciones que se han creado en los barrios con perfiles muy heterogéneos para dar servicios a la ciudadanía: hacer compras, bajar la basura, ir a la farmacia... Cientos de personas forman parte de estas redes de solidaridad en Bilbao.
- ¿Sienten que ha aumentado la brecha entre barrios?
- Siempre ha existido y se mantiene, por ejemplo, en cuestiones de accesibilidad, con la reestructuración de Bilbobus paralizada penalizando a barrios como Masustegui; o con los enormes retrasos que lleva la línea 4 de metro. En asuntos de salud también es muy evidente: se están cerrando asistencias como el servicio nocturno presencial del PAC de Deusto, hay reducción de horarios en la OSI de Basurto, se han ido cerrando servicios de pediatría en varios ambulatorios...
- Pese a todo, en las encuestas municipales el principal problema del que hablan los vecinos es el de la seguridad.
- Creemos que es más una percepción. En el marco del Plan de Seguridad (firmado por todos los grupos políticos en 2018) se ha empezado a hacer talleres en los barrios y pensamos que en ellos hay que hablar, sobre todo, de convivencia y cohesión social. Es más importante mejorar las relaciones entre los vecinos que poner más policías.
- ¿Se ha perdido cohesión social en la ciudad?
- En los Presupuestos había una partida para el fomento de la convivencia ciudadana que ha desaparecido. También se ha reducido la destinada a euskera y educación. Y el aumento del presupuesto de Acción Social es insuficiente, sube muy por debajo de la mejora presupuestaria media en el Ayuntamiento. Tampoco se contempla la Casa de las Mujeres, un equipamiento que el movimiento feminista lleva pidiendo mucho tiempo.
- En ciertos ámbitos municipales se percibe que sus planteamientos son muy parecidos a los de ciertos partidos de la oposición. ¿Está politizado el movimiento vecinal?
- No. Creo que el equipo de gobierno nos ve como si fuésemos la oposición, y no lo somos. Las asociaciones vecinales están formadas por perfiles muy diferentes y politizar el movimiento sería imposible, porque cada uno es de su padre y de su madre. De hecho, siempre cuesta mucho llegar a acuerdos en la asamblea.
- En una sociedad bastante individualista, ¿ha perdido vigor el movimiento vecinal?
- Es uno de los problemas que llevamos tiempo analizando, si el asociacionismo vecinal es atractivo para la gente joven. Pero en los últimos tiempos, con iniciativas como Elkartasun Sareak, sí se están involucrando jóvenes y es algo muy interesante y enriquecedor.
- Con la reactivación económica, cuando llegue, volverán los grandes eventos a Bilbao. ¿Qué opinión les merecen?
- No es algo por lo que apostemos. Nos parece más importante fomentar pequeñas iniciativas, fiestas de barrio... A veces se celebran grandes eventos en el centro, pero no se pueden hacer kalejiras en los barrios.
- ¿No cree que las citas importantes traen riqueza a la ciudad?
- Dicen que sí, pero no sé dónde se queda ese dinero. Creo que en el comercio local, no. Lo que sí le provocan a la ciudadanía es bastantes molestias a cambio de unos beneficios que yo no veo.
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